El portavoz de la gestora descarta la posibilidad de un gobierno alternativo. Por su parte el PP aumenta su presión sobre las filas socialistas.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Miércoles 5 de octubre de 2016
Foto: EFE
Así de claro se ha mostrado Mario Jiménez, hombre de confianza de Susana Díaz, portavoz del PSOE en el parlamento andaluz y también portavoz de la nueva gestora que marca los designios del PSOE hasta la celebración de un futuro Congreso.
"Elecciones sí o elecciones no", es la sencilla ecuación que contempla la gestora y el Comité Federal. Jiménez ha asegurado que "la aritmética no la da (la alterntiva de gobierno). Los partidos que pudieran darla han expresado que no es viable, como Podemos y Ciudadanos". La cuestión que se plantea aquí es ¿para quién era una alternativa el PSOE?
No se quiso olvidar el portavoz en la entrevista, del ex Secretario General Pedro Sánchez, aunque sin nombrarlo, al asegurar que la gestora quiere "hablar con limpieza y honestidad. Sin maniqueísmos ni falsedades, sin alternativas que no son reales".
En el apartado de recados que ha dejado en su entrevista, Mario Jiménez también ha tenido palabras para Podemos. En este sentido, el hombre de más confianza de Susana Díaz en la actual gestora ha asegurado que en marzo sí fue posible "pero Podemos reventó una alternativa de cambio y le puso una alfombra morada al PP".
Consciente de la amenaza que ya supone Podemos electoralmente y que presumiblemente ésta aumente tras el golpe de estado interno en el PSOE, Jiménez ha querido profundizar su crítica sobre la formación de Pablo Iglesias. El portavoz andaluz ha definido a la formación morada como la "referencia del postureo político".
Sumado a esto, tuvo tiempo de enviar un mensaje claro y conciso a ERC y CDC que define la política del PSOE frente al proceso del derecho a decidir en Catalunya: "Y no es viable (la alternativa de gobierno) con partidos políticos que retan al Estado de derecho y deciden un referéndum ilegal y plantean una escisión de una parte de España", en clara alusión a la sesión de confianza del President Puigdemont en la cuál éste aseguraba que su ejecutivo estaba decidido a convocar un referéndum para decidir la relación política con el resto del Estado.
La nueva gestora busca dejar todo "atado y bien atado". En la misma línea que el presidente, Javier Fernández, Jiménez aseguró que no se celebraría una consulta a la militancia para dirimir la posición del PSOE frente a la investidura de mariano Rajoy.
Escudándose en las normas internas del partido, que marcan claramente que es el Cómite Federal quién ha de tomar esta decisión, ha asegurado que "la decisión la tiene que tomar el Comité Federal del partido de cara al proceso de la investidura […] pero lo que nos puede permitir sosiego y restañar las heridas es empezar a cumplir, con un cumplimiento exquisito, las normas del partido. Y los estatutos establecen que la posición política la establece el comité federal".
Una entrevista que ha sido todo un aviso a navegantes, en la cuál se ha "hecho carne" la victoria política del sector Díaz el pasado sábado. Ni gobierno alternativo, ni derecho a decidir, ni Podemos. El "nuevo" PSOE de Susana Díaz y su camarilla, se pone en marcha.
El Partido Popular aprieta
En plena crisis del partido socialista, la pata derecha del régimen busca extraer el máximo redito político. Según se recoge de informaciones desde dentro de la Moncloa, Rajoy y su ejecutivo se niegan a que la abstención del grupo socialista sea meramente estratégica. El candidato y líder del Partido Popular exige una estabilidad gubernamental.
Fue el portavoz popular, Rafael Hernando, el encargado de transmitir las pretensiones de Génova. Aseguró que no vale la “abstención técnica de unos cuantos diputados socialistas”. En la misma línea que la propia Dolores de Cospedal, Hernando definía el apoyo que se espera de los socialistas como “un compromiso para dar estabilidad a la legislatura”.
Los populares, asediados por innumerables casos de corrupción, ven en la flaqueza de la derecha cool de Ciudadanos y la crisis interna del PSOE, su mayor fortaleza. Bajo este prisma, y aunque desde Moncloa aseguran no querer unas terceras elecciones, en las filas populares son conscientes que serían los grandes beneficiados de unos nuevos comicios.
No hay máscaras suficientes
La nueva gestora se mueve entre dos aguas; la necesidad de recuperar (seguramente mínima) parte de su imagen frente a la base del PSOE y sus electores, y la celeridad que requiere este momento institucional. A un mes para que se convoquen nuevas elecciones, la gestora debe transmitir de la forma más "simpática" posible su cesión del gobierno a Mariano Rajoy.
Tanto en la comparecencia del lunes del presidente de la gestora, Javier Fernández, como en la entrevista de ayer de Mario Jiménez, queda claro que más allá del discurso de responsabilidades y normas de partido, pocas máscaras tiene el partido socialista a estas alturas para ocular su verdadera cara. Aquella que le llevó a las reformas del mercado laboral más duras en los años 80, o los pactos neoliberales de los 90, o a los últimos ataques a la clase trabajadora del gobierno Zapatero.
En los últimos meses, las disputas internas entre el bloque de Díaz y el de Sánchez habían desvirtuado el verdadero ADN del partido socialista. En la batalla interna se entrelazaban aspectos personales, centrados en las carreras personales de Díaz y Sánchez, y una táctica opuesta para afrontar la crisis del partido socialista.
Mientras el sector de la presidenta de la Junta de Andalucía apostaba por facilitar el gobierno de Rajoy y recomponerse en una etapa sin citas electorales, Sánchez optaba por la negativa a la investidura del candidato popular. No por no estar de acuerdo con su política, sino por convertirse él y el partido socialista en el ejecutor de las políticas austericidas. A lo largo de esta contienda interna que ha hecho saltar por los aires Ferraz, amplios sectores sociales y políticos, especialmente desde Podemos, se venía dibujando el "PSOE de Pedro Sánchez" como un aliado progresista y de izquierdas.
En ningún caso, ni con Sánchez, ni Díaz ni con ningún dirigente del partido socialista, existe posibilidad de crear ninguna “alternativa” de gobierno. Otorgarle al PSOE tal rol es expresión de ceder a un análisis superficial de la política, donde el circo mediático esconde la verdadera relación entre ambas patas del Régimen del 78.
Se obviaba así la reforma laboral del gobierno de Zapatero o la reforma constitucional del artículo 135 que legalizó el austericidio con el apoyo del PSOE, acciones de las cuales Sánchez y toda la cúpula del PSOE (obviamente también la actual) son herederos.
Evitar unas nuevas elecciones demorará el saber a ciencia cierta el impacto que esta guerra de poder ha tenido en el PSOE, aunque todos los pronósticos apunten a un daño profundo.
Y precisamente esa es la línea política para los próximos meses de la gestora y del Comité Federal, favorecer un gobierno de Rajoy y campear el temporal. Aunque es posible, y a diferencia de otras veces, el temporal llegue para quedarse. Esta vez, no quedan más máscaras.