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Red Internacional
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ENTREVISTA. “La nueva ley educativa aparta asignaturas como filosofía para reforzar las empresariales, es neoliberal”

Entrevistamos a Marcos Pereira, profesor de la asignatura de Filosofía en Madrid.

Martes 2 de noviembre de 2021

La polémica sigue a toda ley educativa. No iba a ser menos con la Lomloe (Ley Celáa). Tras la publicación del borrador del currículo académico, aquel que organiza los cursos y adjudica el número de horas que los docentes impartirán, se abre el debate sobre cómo quedan las materias de humanidades.

En estos borradores, de nuevo, son las asignaturas de humanidades (sobre todo Filosofía, Música y Cultura Clásica) las que han sido apartadas por materias que refuerzan el aprendizaje de nuevas tecnologías y de economía empresarial (emprendimiento, lo llaman).

Contactamos con Marcos, profesor de Filosofía para que nos cuente en primera persona las impresiones que los docentes están teniendo de estos cambios.

Los profesores de Filosofía habéis protestado tras el nuevo borrador. ¿Qué cambios plantea la Lomloe para tu materia?

En lo que a Filosofía se refiere, hemos ganado que sea obligatoria en Bachillerato. El problema es que no compensa la pérdida de horas en la ESO. Antes había Valores Éticos en toda la ESO (con una hora a la semana en 1º y 4º, y dos horas en 2º y 3º) y teníamos la optativa de Filosofía en 4º de la ESO. Ahora, la optativa dependerá de cada Comunidad de Madrid, lo que supone una liberalización en el peor sentido. Por su parte, la nueva asignatura de Valores Cívicos sólo se dará en un curso, apenas un par de horas. Evidentemente, no da lugar a que los alumnos profundicen en los distintos contenidos planteados por la asignatura, que intenta constreñir todos los aspectos éticos y sociales.

Que hayan recortado horas contrasta con el espíritu de la nueva ley, que prometía hacer mucho hincapié en cuestiones de ecología, género, etc.

Creo que el término que buscas es pinkwashing. Aunque en todas las asignaturas puede tocarse tangencialmente estas cuestiones, en el fondo, las cuestiones morales y políticas, o al menos todo aquello que atañe al pensamiento social, forma parte de asignaturas como Filosofía o Valores. Me parece incongruente que hablen del espíritu progresista de la nueva ley cuando eliminan las asignaturas que más patentemente pueden abordar esas cuestiones para añadir otras que, a mi parecer, resultan contrarias.

¿Te refieres a las nuevas asignaturas tecnológicas?

Más bien a las empresariales. Creo que es contradictorio defender una educación progresista y crítica, al tiempo que eliminas horas de asignaturas que pueden cumplir esa función y se ofrecen a otras que refuerzan el espíritu empresarial. Creo que es cosa sabida que son las empresas las que más contaminan y en las que prima el beneficio por encima de la justicia, como demuestra la brecha salarial o la falta de reconocimiento de las laborales de cuidados. Esto contrasta mucho que la imagen progresista que pretende el Gobierno.

Respecto a las materias tecnológicas, como señalabas, creo que es razonable que tengan horas. La cuestión es que el tiempo es limitado. Es razonable lo que dijo el otro día el secretario de Estado, Alejandro Tiana. El computo total de horas que recibe un alumno es de 30, salvo en las comunidades bilingües, que son 33. Dato curioso, porque es tanto como decir que tu propia lengua la das fuera de horario o que debes hacer un esfuerzo extra. Pero bueno, eso será para otra entrevista. (Risas)

A lo que me refiero es que es cierto que no podemos dar a los alumnos toda la materia que quisiéramos por una cuestión de tiempo. Pero, precisamente por eso, el Gobierno se retrata cuando decide invertir tiempo en ciertas formaciones y no en otras. Los planes de estudio definen el perfil del Estado y, por ende, del Gobierno.

En relación con esto, ¿no piensas que el Gobierno entonces vaya a mover la balanza a vuestro favor? Después de todo, todavía falta concretar cómo se aplicará el currículo.

No tengo ninguna confianza en este Gobierno, no porque la ley Wert fuera mejor (que fue terrible), sino porque sé cómo fueron las leyes que hizo el PSOE. La ley que van a implantar el año que viene tiene paralelismos evidentes con la ley antigua del PSOE, que ya suponía una pauperización de las condiciones laborales de los centros y de la calidad de la enseñanza. Te recuerdo que fueron ellos quienes abrieron el paso a la concertada que ahora defiende la derecha y que, irónicamente, tampoco ataca la izquierda constitucional. Fue el PSOE el que profundizó los acuerdos con la Iglesia, quien comenzó a adaptar el sistema de enseñanza a las exigencias de Bruselas, etc.

Por volver a la cuestión del plan de estudios, hay que darse cuenta de que los docentes no sólo nos quejamos por la dignidad de la asignatura, sino por las consecuencias educativas y laborales. El nuevo currículo es propio del que haría un neoliberal, lo que afectará a los alumnos. Y, por otro lado, a muchos profesores les recortará horas, conduciendo lentamente a la desaparición de la asignatura, eliminando derechos y puestos de trabajo en un sector ya bastante precarización por los recortes y las externalizaciones.

¿Crees que la Filosofía está entonces mal planteada en los institutos?

La Filosofía tiene mucho de ideológico. Basta ver el currículo para darse cuenta de que la asignatura está planteada como una retahíla inconexa de temas y autores. Si la Filosofía puede seguir siendo atractiva se debe a los docentes, no al currículo. No quiero alargarme mucho, pero es irónico que sean quienes pactan estos contenidos sean los primeros que se echen las manos a la cabeza diciendo que “quieren quitar el pensamiento crítico del aula”. Tal y como está planteada por ley, la filosofía no es crítica. En mi opinión, la asignatura se plegó a los intereses de una educación elitista y neoliberal y, ahora que hay otros medios desideologizar a los alumnos, pues se elimina lo que es inservible.

¿Piensas que no se ha defendido bien la asignatura?

Creo que, en general, no se ha defendido una educación pública y de calidad que dé a los alumnos aquella educación universal y auténticamente crítica. Para defender la filosofía (como cualquier otra asignatura) no se requieren golpes de pecho. Tampoco creo que sea efectivo hacer política de pasillo y confiar en que las altas esferas políticas nos concedan una solución. La educación no es digna por sí misma, debe defenderse. Ello implica organizarse, unir a la comunidad educativa para explicar las consecuencias de esta ley. Esto es un problema que afecta a trabajadores, a alumnos y a padres. Para mí el debate no está en la materia, como plantea la Red Española de Filosofía. Para mí es una cuestión política, cuya única solución puede ser movilizarse como comunidad educativa para que sean los usuarios y trabajadores los que establezcan las prioridades de la ley, si se dan asignaturas empresariales o asignaturas que impliquen, en verdad, un auténtico progreso social.

Hablando de movilizaciones, al margen de la indignación, ¿qué se está haciendo en los centros educativos?

Quizá haya mucho movimiento en algunos centros, cosa que dudo porque no me ha llegado información al respecto. Yo creo que a la hora de organizar una respuesta se dan diversos problemas. El primero, el modelo educativo ha provocado que haya un aislamiento de los distintos agentes: los profesores se ven distintos de los conserjes o de los administrativos, los padres sólo se ven parte de la educación adoptado una postura de cliente, la dirección de los centros se vuelve un órgano de control y disciplinario que fomenta este modo neoliberal.

En segundo lugar, hay un factor que profundiza este primer aspecto: el silencio de los sindicatos. No es nada nuevo, pero ni CCOO ni UGT han planteado movilizaciones ni reivindicaciones de ningún tipo. Este silencio no es estupefacción. Para mí es colaboracionismo puro y duro con el Gobierno. Están en gracia con él (ya vimos la buena relación que tienen con Yolanda Díaz). En el sector educativo se ve con mucha crudeza el rol que juegan las direcciones sindicales a la hora de desorganizar a los trabajadores, o de contenerlos si estos están organizados mínimamente.

Aunque lo has esbozado un poco antes, ¿cuál crees que sería la ruta para luchar por una digna educación pública?

Como he dicho, creo que la educación es esencial socialmente. Implica a trabajadores, a los alumnos y su futuro, a los padres. Pero la educación no somos sólo nosotros. Hay que contar conserjes, trabajadores de limpieza, de cafeterías, monitores de comedor, etc., que en muchos casos son trabajadores de empresas externas que sangran a los centros al tiempo que ellos apenas logran reunir un sueldo decente. Incluso dentro de los docentes están los interinos, que tiene condiciones laborales precarias que el modelo de contratación (oposiciones, etc.) no ayudan a que den el paso a ser funcionarios de pleno derecho.

Para mí, la lucha por la educación debe plantearse de forma unitaria de estos sectores. Resulta inconcebible que un colegio ofrezca buena educación sino se limpia el centro, si los monitores no pueden cuidar de los chicos, etc. Toda labor aporta a la educación y hay que considerarla dentro de las reivindicaciones. Eliminar las externalizaciones es tan importante como apostar por una educación más científica y menos religiosa.

Por eso, en mi opinión, la solución pasa por organizarse en los centros, coordinarnos y, por así decirlo, que sea la ley la que surja de los centros y no la que se imponga a estos. Creo que nadie mejor que los implicados para decidir cómo debe gestionarse el modelo educativo.