Aunque el chavismo también marchaba este 1 de septiembre, el centro de la atención política nacional estaba puesto en la manifestación que convocaba la oposición con su llamado la “Toma de Caracas”.
Viernes 2 de septiembre de 2016
La derecha tomó la iniciativa política en las últimas semanas haciendo girar todo alrededor de su llamado a una “Toma de Caracas” este 1 de septiembre para presionar, según sus dirigentes, para que se realice este año el referendo revocatorio del mandato del presidente Maduro. El gobierno de Maduro entró en esa dinámica y ante el temor de que sean masivas se dedicó a convocar marchas previas y el propio 1 de septiembre, poniendo el acento hacia los últimos días en que la derecha preparaba un golpe de Estado.
El día se esperaba cargado de tensión política, sobre todo por diversos hechos que tendían a generar zozobra por haber sido antecedido de situaciones nada claras, como fueron las detenciones efectuadas por los organismos de seguridad, relacionadas con supuestas actuaciones de dirigentes de la oposición, como Yon Goicoechea de Voluntad Popular (partido de Leopoldo López) al que se le habrían incautado detonantes para explosivos.
Si bien en horas de la mañana del jueves continuaba la tensión, ya todo preanunciaba que no habría una escalada violenta. Desde el día anterior la oposición aglutinada en la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) daba un giro en la organización de la misma, concentrando todos sus esfuerzos en la zona este de Caracas en la que controla sus municipios, y abandonando un llamado previo a confluir hacia Plaza Venezuela, perteneciente al municipio Libertador, controlado por el chavismo, que geográficamente constituye el Distrito Capital, y donde se encuentran los principales organismos públicos incluyendo la casa presidencial, el Palacio de Miraflores.
Escribíamos en un artículo previo que hasta el momento la MUD no había conseguido hacer una demostración de fuerza masiva en las calles ni antes ni luego de obtener su triunfo electoral el pasado 6 de diciembre, como para presionar más al gobierno de Maduro y conseguir doblarle el brazo. Pero este jueves la oposición consiguió imponer una considerable multitud en las calles aunque no coincidía con lo que se esperaba, tomando en cuenta toda la campaña montada previamente y el propio nombre que indicaba la “Toma de Caracas”.
Es de aclarar que lejos estuvo de haber concentrado a un millón de personas como maliciosamente han empezado a hablar sus organizadores. Pero sí esta vez se acercaba a lo más parecido de las últimas marchas del año 2007 con decenas de miles. Superaba incluso las marchas que convocara cuando cuestionaba el resultado electoral cuando fue electo Maduro o con respecto a las que protagonizara el año siguiente que tomaron relevancia no por la masividad sino por las acciones de violencia que terminaron dejando por saldo 48 muertos.
Si de comparaciones se trata, la oposición impuso más manifestantes en las calles este jueves que el Gobierno y el chavismo, a juzgar por la cantidad de las arterias en las que consigue la derecha aglutinar fuerzas, y sobre todo en la Avenida General Francisco Miranda (zona este de la ciudad) donde mostró su mayor visibilidad concentrada. De todas maneras es de resaltar que a pesar de estar golpeado por la crisis y la debilidad, el gobierno no se quedó atrás, concentrando una gruesa manifestación en la histórica Avenida Bolívar en la zona central de Caracas pero sin llegar a hacerla retumbar como lo solía hacer el fallecido presidente Chávez.
Fue llamativo lo ordenado y el tiempo que llevó la manifestación de la oposición, incluyendo un acto final con un cierre bastante escueto. La concentración concluyó con la lectura de un comunicado por parte del secretario ejecutivo de la MUD, Jesús “Chúo” Torrealba, en el que se insistía sobre las fechas para el revocatorio, y el llamado a realizar el mismo jueves un cacerolazo a las 8 de la noche, el próximo miércoles 7 de septiembre movilizaciones a las oficinas del CNE en toda Venezuela y el próximo miércoles 14 la oposición convocó a una protesta de 12 horas en todas las capitales del país. Por lo pacífico que fue la jornada, más allá de algunos focos violentos horas después, cuando ya se había anunciado el llamado a desconcentrarse, hace suponer que el sector más moderado impuso su política en la manifestación en su conjunto. También dirigió sus palabras el presidente de la Asamblea Nacional, Ramos Allup, pero sin decir nada llamativo, como buscando no salirse del libreto previamente acordado.
Si lo que buscaba la oposición era mostrar músculo, no ya solo electoralmente como ya lo había hecho el pasado 6D durante las parlamentarias, podemos decir que consigue mostrar fuerza política en las calles, aunque no en los niveles que prefiguraba su convocatoria. El gobierno, más allá de que ha indicado que la marcha no ha sobrepasado las 30 mil personas, tendrá que hacer lectura de la misma.
También escribíamos que en verdad lo que estaría intentando imponer la oposición sería buscar una nueva correlación de fuerzas a su favor en el marco de la tensión política nacional y las probables negociaciones que se podrían estar realizando en los entretelones así como las pugnas respecto al referendo revocatorio.
Pocos hicieron lectura de la llamativa visita de menos de un día del ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que conjuntamente con los ex presidentes de República Dominicana, Leonel Fernández, y Panamá, Martín Torrijos, constituyen la mediación internacional que viene dialogando tanto con el Gobierno como con la MUD en aras de acuerdos políticos que encaucen la conflictiva situación nacional. Nada se hizo público, realizó sus reuniones reservadas para partir luego al Estado Español. ¿Habrá venido Zapatero a tender nuevos puentes entre el gobierno y la oposición, su probable encuentro con la MUD habrá incidido en que este sector haya decidido evitar la más mínima confrontación recluyéndose en la zona este de Caracas? En el mundo de los entretelones todo puede acontecer, y un viaje de pocas horas no se hace por turismo político.
¿Qué viene ahora? Aún está por verse y a depender de cómo decanten las aguas. Si la MUD se jugó ante los ojos del mundo no salirse por la vía más violenta de calle al estilo de las manifestaciones de marzo abril de 2014, es todo un indicativo que su peso mostrado ahora en las calles lo hará hacer valer en una eventual mesa de negociaciones.
Como hemos escrito en nuestra declaración, el propio proceso de referendo, que hoy crispa al rojo vivo la confrontación entre el chavismo y la oposición derechista, podría ser el terreno donde buscar “consensos”. Es decir un pacto que permita encausar la “transición” a un poschavismo más estable, funcional a la necesidad de orden de la clase dominante, mediante acuerdos básicos entre la oposición, sectores del chavismo y las FANB, con apoyo de la “comunidad internacional” (el imperialismo, los mediadores internacionales, los gobiernos de la región) y del Papa que ya sabemos está actuando en la crisis del país.
Lo que sí es seguro que algo ha cambiado en la situación del país. De realizarse el referendo este año o el año entrante, estará cruzado por los acuerdos en que llegue la oposición y el gobierno. Ante el nivel de crisis económica y polarización social, la pugna entre gobierno y oposición, que quiere acelerar los tiempos para poder sacar a Maduro, tensa la cuerda al límite. Igual lo suele hacer Maduro, por ejemplo, este miércoles amenazó que ya tiene preparado el Decreto para terminar con la inmunidad de los funcionarios públicos incluyendo a los diputados de la Asamblea Nacional, bravuconadas o no, está por verse. En esta situación de inestabilidad política, nada puede descartarse. Esperar y ver.
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