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Red Internacional
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Ediciones IPS recomienda. La pandemia y la guerra

Desde Ediciones IPS ponemos a disposición para el lector el artículo “Una lección reciente” que forma parte de la compilación La Segunda Guerra Mundial y la Revolución de León Trotsky Obra escogida nº 8. Desde que comenzó la pandemia abundan los discursos en referencia a que estamos ante una guerra. Incluso la ONU declaró que estamos ante la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Sin compartir esa visión y sin pretender establecer un paralelismo, es un buen momento para recomendar la lectura.

Sábado 9 de mayo de 2020 00:07

Trotsky desde el año 1933 escribe una importante serie de artículos sobre la guerra mundial que se avecinaba y sus posibles consecuencias revolucionarias, algunos de los cuales están comprendidos en la OE nº 8 de Ediciones IPS La Segunda Guerra Mundial y la Revolución.

La compilación de estos artículos no solo analiza los distintos motivos de disputas capitalistas por los cuales la guerra despuntaba en el horizonte mundial, sino las posibilidades de detenerla por parte del movimiento obrero y su lucha revolucionaria. Si bien se refieren a una guerra real y devastadora como fue esa conflagración mundial, podemos encontrar muchos aspectos filosos en su análisis para mirar la situación actual y sobre todo en la necesaria respuesta que tiene que dar la clase trabajadora y los pueblos del mundo.

Varios medios periodísticos plantean que el impacto en los negocios, el comercio y los mercados podría derivar en la crisis económica más devastadora desde la Gran Depresión de los años 30. Abundan los discursos al estilo de “luchamos contra un enemigo invisible”; “no conocemos cómo ataca el enemigo”; “según cuánto dure la pandemia tendrá el impacto de una guerra mundial”. También dicen que es probable que los países se vuelvan unos contra otros, compitiendo por los escasos recursos disponibles, actuando en clave nacional antes que colectiva y concluyen que no es impensable que puedan surgir nuevos conflictos y guerras.

En el artículo titulado “Una lección reciente” Trotsky escribe: En cientos de oportunidades reiteramos la irremplazable e invalorable tesis de Clausewitz de que la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios. Para determinar en cada ocasión el carácter histórico y social de una guerra, no nos debemos guiar por impresiones y conjeturas sino por un análisis científico de la política que la precedió y la condicionó.

Más adelante, en el mismo artículo, continúa: La guerra demostró no ser una calamidad ‘externa’ que interrumpía circunstancialmente el progreso nacional, sino la explosión de contradicciones internas del imperialismo en el momento en que se le hacía imposible todo progreso si el sistema seguía vigente. Y desde el momento en que la guerra no podía ampliar el planeta ni restaurarle la juventud al capitalismo, acabó acelerando y agravando al extremo todos los procesos de la decadencia capitalista.

Cabe la pregunta de si la guerra es la continuidad de la política por otros medios ¿Cuál sería el o los factores políticos que ocasionó esta pretendida guerra de la que todos los gobiernos hablan?

Desde la crisis económica del 2008 la destrucción de los sistemas sanitarios públicos, que ya desde la ofensiva neoliberal en los ’90 venía siendo una constante de todos los gobiernos, tanto de países semicoloniales como de de los más ricos del mundo, se ha venido profundizando. La mayoría de los recursos disponibles se volcaron a rescatar los bancos en detrimento de la salud, la educación y la vivienda de las grandes mayorías. Esto sumado al constante avance en el deterioro del medio ambiente por el modo de producción capitalista, hizo que un virus existente en la naturaleza, como tantos otros, se convierta en un enemigo mortal. Sin lugar a dudas esta pandemia ha puesto en evidencia el carácter criminal de la política capitalista de los distintos gobiernos del mundo.

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El avance de la guerra con sus inevitables secuelas de pauperización, salvajismo y desesperación, regenerará y desarrollará al máximo los roces, antagonismos y fuerzas centrífugas que tarde o temprano encontrarán su expresión en la insurrección y la revolución. Aún así la guerra es, lógicamente, la peor desgracia que podría ocurrirle a la humanidad. Pero cuanto antes las masas populares le pongan fin, más fácil le resultará a la humanidad sanar sus heridas. (“En el umbral de una nueva guerra mundial”).

Hoy, más que nunca antes, la globalización muestra claramente cuán vinculado está el destino de los 7.700 millones de personas que habitan el planeta, y que la pandemia viaja a través de los circuitos del capital, por la interrelación del trabajo humano, el principal motor que mueve la economía del mundo hoy paralizada. Por eso serán los trabajadores quienes puedan formatear el mundo que se avecina.

Por otra parte, la evidencia del carácter totalmente reaccionario, putrefacto y bandidesco del capitalismo moderno, la destrucción de la democracia, del reformismo y del pacifismo, la perentoria y candente necesidad que tiene el proletariado de encontrar una salida al desastre inminente; ponen a la orden del día y con renovada fuerza la revolución internacional. Solo el derrocamiento de la burguesía por el proletariado insurrecto puede salvar a la humanidad de una nueva y devastadora matanza de los pueblos. (“La Guerra y la IV Internacional”).

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