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Red Internacional
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Debate. La paradiplomacia: otro medio para no hacer nada

Comparto columna que envié a El Mercurio, en respuesta a la columna de opinión "Paradiplomacia y Educación Superior" de la Dra. Francis Espinoza (académica de la Universidad Católica del Norte), con quien estuve exponiendo en el conversatorio “¿Qué está pasando en Palestina?” organizado por el cuerpo de delegados de periodismo de la UCN.

Martes 25 de junio de 2024

El genocidio que está llevando adelante el Estado sionista de Israel hacia el pueblo palestino es tremendo, no hay palabras para describir el asesinato de más de 35mil personas, el 70% mujeres y niños. Esta situación nos ha conmovido a millones en el mundo y ha generado una respuesta de la juventud a nivel internacional. La respuesta a esta solidaridad por parte de las autoridades ha sido la apatía, la expulsión o suspensión de estudiantes y la criminalización.

Ante el acampe de la Chile apoyado por estudiantes, docentes y funcionarios que exige la ruptura de los convenios con universidades cómplices de genocidio, la respuesta de la Rectora Devés ha sido lamentable. Ha llevado a un absurdo el concepto de pluralidad y democracia, pues las instituciones a las que apuntan la comunidad educativa, no solo son parte de la ocupación israelí sino que mantienen programas activos para el fortalecimiento del ejército del Estado sionista. Sus investigaciones y programas, existen en función de seguir perpetuando el genocidio al pueblo palestino.

La rectora, los medios de comunicación e incluso el Gobierno han sido parte de un entramado de fake news contra la comunidad educativa, desde la instrumentalización del feminismo hasta los “marcados de pintura” (comparando el registro con plumón por razones de seguridad de las personas que ingresan a las tomas estudiantiles con una marca “discriminatoria” como lo hacían los nazis con los judíos).

Cuando Francis Espinoza habla de paradiplomacia: “la participación de gobiernos no centrales en las relaciones internacionales”, en verdad confía en la resolución del conflicto de los mismos Estados que apoyan el genocidio, partiendo por EE.UU que tiene poder de veto en la ONU. Instituciones como la Corte Internacional de Justicia en reiteradas ocasiones han dado resoluciones de cese al fuego, exigencia que ha sido rechazada por Netanyahu; es más, desató una ofensiva sobre Rafah.

Comparto la indignación que a muchos ha llevado a apoyar la demanda de Sudáfrica ante la Corte Penal Internacional, pero no tiene ninguna acción real contra los estados genocidas, es más, EEUU y otras potencias rechazaron la orden de detención contra el líder de Israel.

Esta paradiplomacia es en verdad una confianza en que los mismos liderazgos de este genocidio, son quienes van a terminar con el. Es decir, es otro medio para la justificación de la política de ocupación y apartheid. Todo esto enfocado en intentos de revivir la política de “dos Estados”. Una política que no solo mostró su fracaso en las últimas décadas, sino que, al mismo tiempo implica legitimar la ocupación colonial del territorio histórico palestino por Israel. Este “reconocimiento” acepta la partición y fragmentación del territorio “reconocido”: una franja de Gaza que está arrasada por las bombas y una Cisjordania fragmentada en múltiples “islotes” de pseudo soberanía limitada, bajo el control del ejército de Israel, y asediada por los colonos sionistas.

Esta política comienza a entrar en crisis, pues está siendo cuestionada por la juventud. Por eso se busca atacar la movilización de los jóvenes estadounidenses, y acá en Chile, se busca atacar al movimiento que cuestiona cosas tan profundas como quién decide en la universidad y el silencio cómplice del Gobierno de Boric que se rehúsa a romper relaciones con Israel.

La lucha para frenar el genocidio tiene que extenderse y masificarse a nivel global. Los estudiantes y la juventud, junto a docentes y trabajadores de las universidades, se han puesto de pie. Cuestionan no solo al Estado sionista, sino también a los gobiernos cómplices con Israel. Ese es el camino: unir la lucha de la juventud estudiantil, las organizaciones judías antisionistas y la clase trabajadora en un gran movimiento de solidaridad internacional y antiimperialista.