Compartimos escritos de Roberto Amador, Victor Ottoboni, Sebastián Tesoro y Enzo Pozzi, trabajadores de la zona norte, para el militante del PTS, recientemente fallecido, quien con su “olfato setentista” supo transmitir la confianza de lo que la clase obrera es capaz de lograr cuando toma en sus manos su propio destino.
Miércoles 1ro de marzo de 2023 10:55
Adiós, "Tío loco"
Anoche me llego la triste noticia del fallecimiento del "Turco" Jorge Sobrado. Lo primero que pensé, fue que cuantas historias habrá dejado en el transcurso de su vida militante. Cuando pedacitos que se unían a su vida y sus deseos de ver nuevamente a la clase obrera en ascenso, como la vio, olló, y sintió en los años setenta cuando esta quiso tomar el cielo por asalto.
El "Turco" era una especie de nómade político, a veces estaba en Córdoba, otras en Mendoza, otras en la Zona Sur de Buenos Aires. Pero siempre estaba. Recuerdo haberlo visto bajar de un auto en Guernica, cuando la policía había comenzado a desalojar reprimiendo. ¿Qué haces acá Turco?, le pregunto, y me dice bajándose el barbijo, vos te pensás que me lo iba a perder.
Lo conocí en un plenario que realizamos en la zona norte de Buenos Aires, la estratégica zona industrial del país. Si no me falla la memoria, creo que en el año 2004. El venía de hacer una experiencia militante con el periódico Nuestra Lucha que impulsaban los obreros ceramistas de Zanon y las Madres de Plaza de Mayo. Era el plenario donde hacía formal su ingreso a la militancia con el PTS. Venía de militar en el Viejo MAS, y otras experiencias militantes. Convencido de que la única clase social que podía darlo vuelta todo era la clase obrera junto al pueblo pobre, pero que para ello se necesitaba construir un Partido Revolucionario.
Resistió la dictadura, pero también resistió la caída del muro de Berlín y la URSS, el famoso "fin de la historia", la teoría de los nuevos sujetos sociales; la noche del neoliberalismo que había comenzado a desplegarse en Latinoamérica con la derrota de los cordones industriales chilenos, las coordinadoras interfabriles argentinas, los golpes militares que en toda la región buscaban acabar con el "sueño" socialista de toda una generación que lo dio todo sin pedir nada a cambio.
Con el Turco compartimos uno de los primeros equipos obreros que pusimos en pie en la zona. Diferentes compañeros, con historias varias, que habíamos comenzado a trabajar en diferentes fábricas de la zona: Fate, Dana, Lear. En ese momento ya estaban organizándose los compañeros de Kraft y PepsiCo. Nos unía un programa, una estrategia y un objetivo, y la poca, por no decir nada, de experiencia militante en una fábrica. Sabíamos de la experiencia militante de Raúl Godoy en Zanon. Pero había que llevarlo a la práctica.
Recuerdo que en ese momento trabajaba en Dana, en una línea de producción de soldadura. Un verdadero infierno. Venía charlando con varios compañeros. Hacíamos fútbol, asado, actividades sociales muy necesarias. Pero no podía pasar de ahí. El Turco me preguntó porque me costaba hablar de política de forma natural con la gente, cuando ya habíamos entablado confianza con ellos. Yo no sabía como arrancar. Entre charla y charla, me dijo, vos le podes decir "yo tengo un tío que esta medio loco que opina tal cosa de esto o aquello. Si se avanza le podes decir, un día si querés podemos tomar un café con él". Así comenzamos a relacionarnos más políticamente con la gente. El Turco era mi tío y venía a algunas actividades sociales.
Las anécdotas son varias. Un día, recuerdo haber leído en casa de un compañero que milita en Villa Constitución, el libro "Al pie del patibulo" de Fucik. Y me vinieron a la memoria algunas charlas con el Turco sobre su paso por un centro de detención y tortura. Era como si ese libro lo hubiese escrito él. Tal vez por eso era un libro que nombraba siempre. Un libro que habla de la adversidad en un centro de detención, un libro que habla de un sueño que aún en los peores momentos brilla como una estrella para decir "mantente firme para que el sueño viva". El Turco brilló para que el sueño de una generación viva y toque aunque sea con la punta de los dedos a una generación de jóvenes reincidentes.
¡Hasta el socialismo siempre, Turco!
Roberto Amador. Trabajador de Madygraf.
Una historia militante
El Turco tuvo una historia militante que es muy dificil encontrar en los viejos de su generación. Vivió la desaparición forzada y la tortura. Con compañeros que fusilaron al lado de él. Y nunca dejo de militar. Siempre con una firmeza revolucionaria y confianza en la clase obrera inagotable.
En lo personal milité al lado de él en los primeros años en zona norte, con el periódico Nuestra Lucha. A traves de él, conocí a muchos viejos setentistas que lograba reunir para darle impulso al periódico. Entre ellos conocí a Oscar Bonato. Con el que hice cierta amistad.
Lo que más ví en el Turco era la confianza que les transmitía a los cuadros y militantes del partido.
Y que siempre tenía los pies en la tierra.
Combatía al interior del partido el "exitismo" de los triunfos tácticos en sí mismos. A mantener la humildad y la camaradería revolucionaria aún después de las discusiones mas duras.
Hacerle honor a su legado, es redoblar los esfuerzos por construir el partido de los "esclavos insurrectos".
Victor Ottoboni. Trabajador de FATE.
Un día gélido cuando se va un imprescindible
Me atrevo a decir que al Turco lo conocía sino toda, casi toda la militancia de nuestro partido. Hayan o no militado con él (todos somos camaradas de militancia). Algún camarada habrá comentando alguna experiencia setentista a los nuevos compañeros que ingresan al partido y seguramente el nombre del Turco estuvo presente como parte de la experiencia y tradición de nuestra organización.
En una época como la actual, en la que muchos de nosotros no hemos vivido revoluciones obreras y comenzamos a militar en los marcos de la democracia burguesa y legalidad, conocer, reivindicar y ser parte de la experiencia de nuestros camaradas setentistas en un orgullo y también nos impone la responsabilidad de continuar el camino que lleve a liberarnos de la opresión y explotación.
Camaradas como el Turco vivió situaciones que muchísimos de nosotros no hemos atravesado (aún), y las atravesó no solo porque "se la bancó" (desde ya que es así), sino porque estaban convencidos de que en la militancia revolucionaria los revolucionarios debemos prepararnos para situaciones así como nos enseñaron nuestros camaradas de la historia (Marx, Lenin, Trotsky y muchísimos más valientes revolucionarios desconocidos para muchos de nosotros).
En tiempos dónde necesariamente revalorizamos al partido, nuestra tradición y lucha por mantener los hilos de continuidad y nos preparamos para los acontecimientos que vienen de la lucha de clases, reconocer y reivindicar la tradición de compañeros como el Turco se hace indispensable. Ya que es parte de nuestra historia revolucionaria.
¡Hasta el socialismo siempre compañero Turco!
Sebastián Tesoro. Trabajador de FATE.
El tiempo y la continuidad de la tradición revolucionaria
Lo más importante que tenemos, enseñaba Marx, es el tiempo. Cuando ese tiempo es dedicado a los compañerxs en la lucha y la organizacion de la clase se honra así mismo, y de esa manera a la vida que vivimos, porque no fue una pérdida de tiempo.
Un militante revolucionario dedica su tiempo al avance en la conciencia de la clase y a la construcción tan necesaria del partido que pueda orientar la lucha cuando sea necesario, y ponga en jaque al gobierno capitalista.
El Turco nos dedicó muchísimo tiempo de su vida. Nos dió lo más importante de su ser y nos dejó mucha tradición transmitida.
Con el correr de los años vamos perdiendo cada vez más compañerxs con esa tradición y el desafío que nos toca es ser los continuadores de ese hilo rojo.
Enzo Pozzi. Trabajador de FATE.