Rusia atraviesa momentos históricos. La administración de Vladimir Putin monitorea los movimientos de las fuerzas del Grupo Wagner de Yevgeny Prigozhin que supuestamente están a unos 450 kilómetros de Moscú, temiendo que los combates estallen cerca de la capital.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Sábado 24 de junio de 2023 11:18
Los hechos
Rusia vive horas de máxima tensión, incertidumbre y confusión desde que Euveny Prigozhin, el líder del grupo mercenario Wagner cruzara la frontera Ucrania hacia el país para controlar – casi sin disparar – la ciudad sureña Rostov-on-don. Este acto de rebeldía contra el liderazgo militar ruso se dio a partir de una acusación de Prigozhin contra el Estado Mayor, principalmente el Ministro de Defensa Sergei Shoigu, de atacar a sus tropas y matar a alrededor de 2,000 soldados. El líder del grupo Wagner, prometió “venganza”, y dijo que el “mal” que genera el liderazgo militar (ruso) debe ser detenido. No obstante en su retórica siempre dejó claro que no se trataba de un golpe a Putin, abrió varios interrogantes ¿Esperaba que Putin se deje chantajear por un ejército privado al que nunca reconoció públicamente?
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En pocos minutos el Comité de Inteligencia y Antiterrorismo del Servicio de Seguridad Federal (FSB, por sus siglas en ruso) comenzó una investigación al liderazgo de Wagner por incitación a la “rebelión armada”. Mientras tanto en Moscú y otras ciudades se desplegaron soldados y se puso en alerta el país ante un “intento de golpe de Estado”. Pocas horas después Prigozhin se hizo con Rostov, una ciudad de 1,1 millón de habitantes, industrial y portuaria ubicada en una zona estratégica sobre el río Don, a pocos kilómetros de Mariupol, la ciudad ucraniana conquistada a sangre y fuego por Rusia un año atrás.
🇷🇺💥1/2 Parece que se va confirmando, según evidencia de #vídeo (ver el segundo tuit), que una de la columnas de las tropas de Wagner habrían sobrepasado #Lipetsk, cada vez más cerca de #Moscú. pic.twitter.com/4KHPDZXd8a
— The Political Room (@Political_Room) June 24, 2023
Luego de horas de silencio, Putin largó un comunicado grabado durísimo contra su antiguo “chef”: “nos enfrentamos a la traición”, “todos los que tomaron parte en el motín serán castigados” y “defenderemos al pueblo y a Rusia”. Prigozhin respondió que no son “traidores” ni que tampoco se van a rendir. Fracasado su intento de forzar un cambio en el Ministerio de Defensa, tendrá que librar una batalla con consecuencias impredecibles.
Los acontecimientos están en pleno desarrollo. Las tropas de Wagner se encuentran combatiendo por la ciudad rusa de Voronezh, ubicada a 500 kilómetros de Moscú. Mientras el líder checheno Kadírov, acoplado a Putin, dijo que sus tropas están listas para sofocar el motín. Los videos que llegan muestran un escenario de enfrentamientos militares, incluso tanques apuntando a la casa de gobierno de Rostov que nos recuerdan al golpe a Gorbachov en 1991 o al autogolpe de Boris Yeltsin en 1993. Para poder analizar esta situación debemos remontarnos a sus antecedentes.
¿Qué venía pasando?
Aunque el grupo Wagner, nacido en 2014 durante la primera fase de la guerra en Ucrania, opera por todo el mundo, el Estado ruso siempre negó su existencia o algún tipo de vínculo con ellos. Sin embargo, una vez que inició la llamada “Operación especial” en Ucrania, el Grupo comenzó a tener mayor exposición por operar abiertamente en el terreno. Recibió directamente armamento, soldados y apoyo de inteligencia desde el Ejército ruso, aumentando sus efectivos desde los 5,000 a alrededor de 60,000, según las fuentes, la mayoría reclusos que se les ofreció combatir a cambio de libertad.
Mucho se ha especulado de porqué Putin recurrió al uso de un grupo mercenario para llevar adelante la guerra en Ucrania. Una de las hipótesis es que la guerra, no es tan popular como lo reflejan las encuestas dentro de Rusia por el fuerte control del Estado en ellas, y el rechazo a la movilización parcial, sumado a los desastres que sufrió el Ejército en pocos meses de combates donde se perdieron miles de soldados entrenados y equipos muy costosos. La pila de errores estratégicos abrió fuertes cuestionamientos internos y externos al liderazgo de Putin y el Estado Mayor.
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Las tensiones entre Yevgeny Prigozhin, jefe de Wagner, y el Ministro de Defensa son públicas desde al menos septiembre del 2022, y se intensificó cuando el grupo Wagner estaba a punto de tomar la ciudad de Bakhmut en el Oblast de Donetsk. En ese momento comenzó a denunciar que sus tropas estaban hambreadas y exigía mejores condiciones de contrato, amenazando con retirarse del territorio. Pero asi y todo continuó. La toma de esa ciudad, costó una larga batalla, cientos de vidas, el desplazamiento de la población que vio pulverizados sus hogares y sus vidas. En ese contexto, Sergei Shoigu lanzó un pedido a todos los grupos contratistas que firmaran su adhesión al Ejército para centralizar el mando. Algo que claramente quitaría poder y autonomía a Prigozhin y Wagner.
Prigozhin, considerado del círculo cercano al presidente Vladimir Putin, aprovechó el momento para comenzar a exigir mejores armamentos, comida y salario para sus tropas, amenazando con abrir una crisis dentro del Estado Mayor, que ya venía recibiendo críticas -y algunos recambios- por ejemplo por el líder checheno Ramzan Kadírov. Esta guerra de bolsillo con el general Shoigu del Ministerio de Defensa se mantuvo en declaraciones hasta este viernes en que estalló lo que existe verdaderamente en el fondo de la disputa: el trono ruso.
Aunque este problema existe, Putin ha creado mecanismos para sostenerse en la cima - probablemente hasta su muerte en el Consejo de Estado- y funcionar como un bonaparte fundamental para mantener el equilibrio interno del país. En ese contexto de disputas internas, Prigozhin buscó negociar "in extremis" una mejor posición ante un intento de aislarlo tras su acumulación de poder militar por fuera del Ejército.
¿Qué está en juego?
Es aún prematuro saber cómo se desarrollarán los acontecimientos, pero quedó claro que el conflicto se desplazó al territorio ruso y se produjo “desde adentro”. Revelando que los dispositivos del Estado ruso para mantener el débil equilibrio interno fallaron.
Putin construyó un sistema que divide a los servicios de seguridad e inteligencia para evitar la articulación y coordinación entre ellos previendo cualquier intento de golpe eventual contra él. Hasta el momento este esquema puede decirse que es exitoso, además de cierto apoyo popular, teniendo en cuenta que hace 23 años que está en el poder. Por ahora la guerra lo mantuvo en su lugar, pero contradictoriamente está engendrando su propia salida. Esto abre dos problemas. Uno, la sucesión de Putin como parte de las disputas cotidianas en el Kremlin – la rebelión de Prigozhin es parte de esto–. Y dos, la lucha del propio Putin por mantenerse en el poder, algo que la analista Tatiana Stanovaya, plantea que su régimen puede volverse aún más autoritario llevando adelante purgas internas y persiguiendo aún más a la oposición.
Pero la insurrección de Prigozhin le suma una gravedad sin precedentes. Analistas como Inna Afinogenova o Boris Kagarlitsky, opinan que no es probable que el grupo Wagner tome el Kremlin, pero si el régimen de Putin queda completamente expuesto a ser derribado por alguno de los actores del escenario político ruso.
Si se llegara a una situación de guerra civil en territorio ruso - donde existe la mayor reserva de armas nucleares del mundo- puede desencadenar distintos procesos dependiendo el nivel de apoyo que tenga tras mostrar la debilidad del régimen y la facilidad con la que está operando. Desde alentar rebeliones nacionalistas en las regiones del Cáucaso, hasta estimular un golpe militar desde el Ejército, empezando por dejar al régimen de Putin golpeado en caso de que sobreviva. Por otro lado, el grupo Wagner es responsable de innumerables operaciones militares vinculadas a los intereses rusos en África y Medio Oriente, lo cuál abre el interrogante ¿Quién tomará el mando cuando ruede la cabeza de Prigozhin?
A esto se le agrega que en el teatro de operaciones ucranianose están llevando adelante la contraofensiva de Zelensky, lo que podría complicar aún más la posición de Putin en una guerra que esperaba generar una derrota a la OTAN y el Occidente geopolítico. Aunque el destino de Putin pareciera estar minado pise donde pise, debemos siempre recordar que tras décadas en el poder ruso, es un sobreviviente.
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.