Siete trabajadores de la empresa japonesa reflexionan sobre “el despertar” que ocurrió en el país, sus causas, y lo que abrió en las vidas de millones de personas que se movilizaron en esta rebelión, liderada, principalmente, por la juventud, pero abrazada por el conjunto del pueblo. Confían en el rol transformador de las nuevas generaciones y consideran que hay problemáticas estructurales no resueltas por la clase empresarial y sus partidos, que deben ser conquistadas.
Miércoles 18 de diciembre de 2019
Si en un punto concuerda la gran mayoría de la población es que la rebelión en Chile fue producto de décadas de precarización del trabajo y de las condiciones de vida, que estalló por el hastío tras años de postergación y brutal desigualdad, que sus causas se encuentran en los sistemáticos abusos por parte de la elite del país y sus partidos corruptos, y en el grotesco saqueo de empresas extranjeras que arrasan con los recursos naturales y los derechos más básicos de las personas.
Pero, en todo este torbellino de cambios, de movilizaciones en las calles, de avance en la conciencia de las personas, de debates colectivos y emociones ante el futuro, ¿cómo impactó en los lugares de trabajo?, ¿la dinámica y vida en “la pega” cambió tras aquel mítico 18 de octubre?, ¿qué piensan las y los jóvenes trabajadores y cómo vivieron este despertar?
En este escrito buscamos reflejar visiones y experiencias de algunos trabajadores de la empresa industrial Komatsu Reman, de los distintos talleres de la fábrica, y cuyas edades fluctúan entre los 19 y 30 años. Sus opiniones serán diferenciadas con letras, con el propósito de resguardar sus identidades, especialmente considerando que la empresa japonesa tiene fama de incurrir constantemente en prácticas antisindicales y antitrabajadores, despidiendo a todas y todos aquellos que expresan su visión ante cualquier tema social o laboral.
Desigualdad, precariedad de la vida y abuelos en la miseria
Al momento de consultar sobre el por qué y las causas de la rebelión en el país, un trabajador al que llamaremos A nos comenta que “mi opinión con respecto a este estallido social tan potente es de admiración y de esperanza. Creo que este despertar colectivo se generó para decir basta por tantos abusos, injusticias e indiferencia que hay en nuestro país. Siento, pienso, y creo que esta movilización social es muy importante a nivel país y a nivel sudamericano, tambien, y por qué no decir, mundial”.
El grave problema de la desigualdad y la precariedad de la vida también es compartido por otro trabajador, llamado B, quien parte aseverando que “lo sucedido estuvo bastante bien” y que sus causas “vienen desde hace mucho tiempo atrás, con las pensiones miserables de los abuelos, los sueldos que no alcanzan para poder vivir, sin preocupación por parte de este gobierno que nos estafa, y nos roban como se les da la gana”.
El mismo joven- quien participó de marchas en el sector de Plaza Italia y se manifestó haciendo cacerolazos por el sector donde vive-, reflexiona también sobre las respuestas del gobierno de Piñera, especialmente a través del actuar de Carabineros: “vemos la represión por parte de los pacos que nunca dejan manifestarse, siempre tienen que estar ahí molestando y oprimiendo a las personas que pelean por el mismo derecho para todos; están las violaciones de los Derechos Humanos, y hay muchas cosas más por las que el pueblo chileno ya se aburrió. Si nos rebelamos es para que el gobierno cambie y para que vivamos en una verdadera democracia, donde todos podamos participar, no se violen los derechos de las personas, y sea igualitario para todos”.
Sobre este mismo aspecto de violencia policial, de acuerdo a la visión del trabajador A “al ver los ataques policiales y decisiones represivas de Piñera, se nota que no está conectado con lo que sucede en realidad en el país. Está dando soluciones pobres, y ha desviado mucho el tema con las manifestaciones y saqueos, en vez de concentrar su mente en solucionar lo que la gente le pide”.
El factor pensiones y sueldos es transversal en la visión de nuestros entrevistados sobre las causas principales del estallido social. A esto se suma un tercer aspecto: la educación y el endeudamiento en cientos de miles de jóvenes. “Honestamente, considero que todo esto sucedió a causa de algo que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo. Una de las cosas esenciales que se te debe dar por derecho, para una mejor calidad de vida, es la educación, de la cual carecemos en este país. Siempre reprimidos con la constante amenaza de que si reclamas por tus derechos, se te serán negadas oportunidades (…) Creo fielmente que la educación es la única manera de erradicar la ignorancia y la pobreza, para que puedas acceder a mejorar tu vida y tu entorno, y puedas debatir y defender tus ideales frente a cualquiera”, afirma el trabajador llamado C. De acuerdo al joven, habría que seguir luchando por “la educación, los salarios, las pensiones, por más cultura, deporte, salud, y más igualdad”.
Que en Chile todos los derechos básicos y servicios elementales estén privatizados y convertidos en suculentos negocios, precarizando la vida de millones de personas, lo palpan concretamente nuestros entrevistados. En palabras de E, “el costo tan alto de los servicios y el bajo poder adquisitivo solo te deja la opción de endeudarte para poder obtener un bien material; el servicio de salud, a pesar de los altos costo, es pésimo, y el sistema universitario se encuentra mercantilizado”, afirma el trabajador.
“Yo creo que la injusticia en este país es demasiada. Siendo que explotan nuestros recursos naturales y solo se los llevan todo los ricos, nosotros solo ganamos enfermedades en nuestros trabajos con el tiempo, y después muchos no se pueden atender con dignidad. Está todo mal. No puede ser que un policía gane más, al momento de jubilar, que un profesor”, denuncia otro trabajador que identificamos con la letra F.
En este mismo sentido, Erwin Muñoz, presidente del Sindicato Komatsu Reman, quien lleva siete años trabajando en la fábrica, alude a la consigna no son 30 pesos, son 30 años para referirse “a las décadas posteriores a la transición pactada, a la etapa donde se profundizó de manera brutal y salvaje el modelo neoliberal y capitalista en el país, y que los distintos gobiernos de la ex Concertación, y luego la derecha, administraron, dejándonos sin derechos básicos garantizados y con una profunda precarización laboral”.
Luego, cuando ahondamos sobre cómo recuerdan los días previos al estallido social F nos comenta que “todo comenzó en mi familia cuando una de las autoridades de gobierno dio unos comentarios burlándose de la gente, y escuché los gritos de mi padre reclamando, y al otro día pasó lo de los estudiantes evadiendo el Metro”, rememora el joven.
Su opinión es que “esto no puede parar. Muchos perdieron su visión, fueron torturados, y además lo único que le espera a los viejos de uno, a nuestros padres, es una pensión miserable que solo le alcanzará para los remedios. Espero poder tener una vida digna y salud para apoyarlos, pero sabemos que muchos viejos quedan solos y después de dar todo por este país, no reciben un trato digno como se lo merecen”.
F también ha participado de las protestas, de los cacerolazos realizados en su barrio “y otras veces tirando piedras. Muchos critican a los capuchas, pero el que ha ido a marchas sabe que cuidan a la gente, y que son los pacos los que quieren disperar y evitar que nos manifestemos”, denuncia el joven.
Desconexión de los “políticos corruptos” con la realidad del pueblo trabajador
“Esto es toda la furia que tenía el país por muchos años de abusos. La cara la dieron los jóvenes que no quisieron más abusos. Son muchas cosas que se vinieron haciendo mal; te hablo de los políticos de mierda que siempre han estado gobernando”, nos comenta con una legítima rabia el trabajador D, quien considera que existe una clara responsabilidad de parte de los sectores políticos que durante décadas han dirigido el país.
Una opinión similar tiene A: “este despertar social me ha dado a pensar, más bien a ver, que somos muchísimas personas, sintiendo y viendo que la clase política de este país, desde el presidente hasta el último diputado y senador en el Congreso, está totalmente desconectado del pueblo, de nosotros, que lamentablemente los elegimos nosotros mismos para que solucionaran los problemas que complican nuestro día a día, pero no han dado la talla”, afirma el trabajador.
“Comparto totalmente el rechazo y la desconfianza a los políticos de este régimen heredado de la dictadura. Quienes se hicieron llamar “amigos del pueblo” fueron parte de la precarización del trabajo, como con Bachelet y la reglamentación del subcontrato, del saqueo de nuestros recursos naturales por parte de empresas extranjeras, de la privatización y el endeudamiento de miles de jóvenes, por ejemplo, con el CAE creado en el gobierno de Ricardo Lagos; mientras que la derecha es la principal defensora de todas estas herencias dictatoriales y de la represión en el país (...) Mi visión es que necesitamos de manera urgente construir un partido revolucionario de las y los trabajadores, que represente los intereses del pueblo y sectores populares, de la juventud y las mujeres que salieron hace años a luchar a las calles por sus derechos, que defienda los intereses de la gente, que no tenga ningún tipo de compromiso con la clase empresarial y con los mismos partidos que durante años nos robaron y mintieron, y que se proponga terminar con este sistema de explotación y desigualdad de raíz, acabar con este régimen heredado de la dictadura, profundamente cuestionado por millones de personas”, nos expresa Muñoz.
“La juventud es un volcán en erupción, sin miedo, por eso se levanta y cambia el mundo”
El rol de la juventud en este proceso de rebelión ha sido innegable. ¿Qué mensaje le envían nuestros entrevistados a estas nuevas generaciones, de las cuales también son parte? Según lo expresado por A, lo primero “es darle mis más sinceras gracias, por hacer ver y entender que estamos totalmente dominados por un sistema hecho por y para los poderosos; gracias por hacer reaccionar y decir basta, por decir que estas injusticias se deben acabar, que los abusos se deben detener, que tenemos que unirnos como seres humanos para tener una vida digna y próspera. De verdad muchas gracias por este despertar mundial de conciencia, y a seguir luchando por ello para crear un mundo más justo, digno y próspero para los que estamos aún aquí con vida, por los que se han ido y sufrieron tanto, y por los que vendrán”.
“Yo encuentro que nosotros los jóvenes salimos a luchar a la calle porque nuestros abuelos y padres no se atrevían a luchar, y la verdad es que la realidad de la juventud es mala porque hay que endeudarse para poder estudiar, hay que sacarse la chucha para poder tener una buenas pensiones, hay que endeudarse para una casa. En estos momentos los jóvenes tenemos que endeudarnos para poder vivir y eso no corresponde porque debería estar al alcance de uno poder tener una buena educación y sin deudas, un lugar donde poder vivir y no pagar unos dinerales por un techo, y eso hay que cambiarlo ya, para el futuro de los próximos jóvenes en camino”, manifiesta B.
El mismo joven hace un fuerte llamado a seguir “luchando hasta conseguir lo que queremos, que no hay que dar nuestro brazo a torcer, porque si lo hacemos todo seguirá igual y esa no es la idea. Les digo que también juntemos fuerzas todos los países que estamos luchado por mejores condiciones de vida, para que los gobiernos se den cuente de que ya se acabó el tiempo de sus robos, de sus abusos, que ya basta, que somos una nueva generación que va a luchar hasta el final para lograr cambiar las condiciones de vida”.
“La juventud es un volcán en erupción, sin miedo a manifestarse y expresar lo que sienten, cansados de la opresión hacia sus familias, por eso se levantan y cambian el mundo”, afirma con ímpetu el trabajador C; mientras que F nos señala que “la juventud es el corazón de todo esto; los escolares, los universitarios. Da gusto ver a los abuelos con carteles dándoles las gracias. Es súper motivante”.
Pero, ¿qué se debería hacer? ¿Qué lecciones extraer de todo este proceso para poder conquistar lo que millones anhelan? “Pienso que es el momento justo de dar un golpe fuerte a la mesa, y que se escuche en La Moneda, que lo escuche el gobierno, el Congreso y los grandes empresarios. Es el momento real de que se unan todos los sindicatos de empresas, los trabajadores no sindicalizados de todas las áreas laborales, de detener las faenas y jornadas laborales en todo Chile, de ¡realmente detener el país, realmente unirnos! Para que vean que el poder lo seguiremos teniendo nosotros, el pueblo. Para que entiendan y resuelvan todas nuestras demandas, que si bien son muchas, todas tienen solución y todas las pueden solucionar inmediatamente, solo deben actuar correcta e inmediatamente”, propone el trabajador A.
De acuerdo a la visión del trabajador B, “los sindicatos deben unirse para luchar juntos, deberían juntarse y organizar un paro en todo el país, sin que nadie trabaje, porque eso al gobierno y las empresas le dolerá mucho, y hay que hacerlo hasta que todo cambie. Hay que seguir manifestándose en cualquier lugar, sirve en las población, en el centro de la ciudades, tenemos que organizarnos y hacer que el gobierno caiga”.
“Yo creo que el paro nacional del 12 de noviembre fue un punto muy importante, que puso en aprietos al gobierno, empresarios y sus partidos y que por eso se apuraron presentando el engaño del “acuerdo por la paz” y la propuesta de proceso constituyente amañado; pero, sobre todo, mostró que si saliéramos los sectores estratégicos de la economía a las calles, nos organizáramos en conjunto con la juventud, estudiantes y sectores de trabajadores, seríamos una fuerza imparable que perfectamente podría voltear a este gobierno criminal y deslegitimado, e imponer, por ejemplo, una Asamblea Constituyente que sea realmente democrática, libre y soberana, y donde podamos discutir y resolver las problemáticas estructurales que nos afectan como pueblo trabajadores y juventud precarizada. Tenemos la fuerza para acabar con toda esta herencia de la dictadura, para responder a las necesidades de las grandes mayorías, y eso debemos hacerlo sin confiar en este gobierno, ni en los partidos que durante años nos han mentido y robado. Es urgente que construyamos nuestra propia organización, tenemos el ímpetu para hacerlo”, concluye Muñoz.