Se cumplen 65 años de esta historia. Entre las demandas levantadas durante la Revolución húngara, estaban las referidas a terminar con la expoliación de los recursos de la nación.
Domingo 7 de noviembre de 2021 09:33
La REVOLUCIÓN DE HUNGRÍA de 1956 - YouTube
En la segunda guerra, Hitler invadió Hungría. El Ejército Rojo de la Unión Soviética en su camino a Berlín liberó a Hungría y recuperó viejos territorios. Al finalizar la Guerra, los soviéticos impusieron un gobierno afín en Hungría, como en diversos países del este europeo, Checoeslovaquia, Rumania, Polonia, Bulgaria y Alemania del este.
Estos países eran como un colchón, que se llamó glacis, entre la Europa imperialista y la Unión Soviética de Stalin. Al principio eran gobiernos de los partidos comunistas locales con la burguesía local. Hasta que en 1947/48, en medio de la Guerra Fría y ante la presión capitalista, el estalinismo impuso gobiernos que expropiaron a la burguesía, extendiendo así el régimen social que imperaba en Rusia. Pero no surge como consecuencia de una revolución sino con la invasión del Ejército Rojo. Así se formaron nuevos estados obreros, burocráticos desde su inicio. O sea, se expropió a los capitalistas y se planificó la economía, pero el poder político quedó en manos de una burocracia que gobernaba en forma dictatorial.
En la llamada Guerra Fría, de un lado estaba la OTAN -la alianza militar imperialista comandada por Estados Unidos –y del otro, el llamado Pacto de Varsovia, donde la Unión Soviética tenía destacamentos militares en todo el Este europeo.
Stalin muere en marzo de 1953. Y eso incentivó a las masas del Este a reclamar y rebelarse. La revolución húngara fue el punto culminante de una serie de procesos que comienza con la gran huelga general de Berlín Oriental en 1953 y continuó con la insurrección de la ciudad polaca de Poznan el mismo año 1956. Todos serán salvajemente reprimidos por el ejército ruso.
Los húngaros deciden movilizarse en apoyo a sus hermanos polacos el 23 de octubre. La manifestación es reprimida por la AVH, la policía secreta, y hay varios de muertos. La indignación se convierte en lucha, la huelga general insurreccional surge de las fábricas y barriadas obreras. Asaltan algunos cuarteles y toman armas. Comienza la Revolución de Hungría.
¿Fue acaso una “revolución” empujada por el imperialismo para restaurar el capitalismo en Hungría? Esa fue la falacia que inventó la derecha y repitió el estalinismo. De ninguna manera fue una acción para restaurar el capitalismo sino para imponer una democracia obrera contra la burocracia soviética húngara, satélite de Moscú. Y a su vez la lucha contra la opresión nacional por parte de los rusos.
Entre las demandas levantadas durante la Revolución húngara, estaban las referidas a terminar con la expoliación de los recursos de la nación. Por ejemplo, el pueblo trabajador estaba obligado a pagar compensaciones económicas a causa de que la burguesía de Hungría había sido colaboracionista del nazismo. Tuvieron que pagar el equivalente a 600 millones de dólares. Una fortuna para esa época y para un país de alrededor de 10 millones de personas.
También fueron obligados a pagar todos los gastos del Ejército Rojo, estacionado y en tránsito, por Hungría. Sólo en el primer año de la ocupación se expropiaron 4 millones de toneladas de cereal para alimentar a las tropas.
Un militante comunista, de 74 años, 50 de militante, demostró su indignación públicamente a los burócratas: ¿cómo podrían saber los dirigentes comunistas lo que pasa? Jamás se mezclan con los trabajadores y la gente común, no se los encuentra en los colectivos, porque todos tienen autos, no se los encuentra en los negocios o en el mercado, porque tienen sus tiendas especiales, no se los encuentra en los hospitales, pues tienen sanatorios para ellos”.
El Ejército Rojo que los había liberado del nazismo, después de 10 años, se había ganado el odio popular por la opresión que ejercía. Los tanques soviéticos entraron a Budapest para aplastar la revolución. Las masas, con armas caseras, los enfrentan y le infringieron varias bajas. Ahí se apoderan de las armas y la lucha se vuelca a su favor.
En las fábricas surgen asambleas para discutir problemas de abastecimiento, salario y de democracia sindical. Los estudiantes secundarios y universitarios empiezan a movilizarse. Los reclamos abarcan desde la supresión de la pena de muerte y el establecimiento de la libertad de prensa hasta la retirada de las tropas soviéticas y que asumiera un líder del Partido Comunista, Imre Nagy, que era reformista y genera expectativas de cambio en las masas.
Sin embargo, la clase trabajadora, a diferencia de Nagy busca profundizar el proceso revolucionario. Las movilizaciones de masas, los ataques a los locales del partido, los juicios populares contra dirigentes estalinistas y los ataques contra las tropas rusas convergen en una huelga general insurreccional que hizo temblar al régimen estalinista. Los consejos obreros se extienden y empiezan a tomar funciones de un poder fabril y territorial.
El régimen maniobra, asume Imre Nagy aunque maniatado, y deciden la retirada de los tanques y las tropas rusas. Pero fue sólo para descomprimir y atacar de traición. E día 4 de noviembre vuelven a invadir Budapest. La lucha es encarnizada, pero desigual. En algunas barriadas obreras se extienden los combates por más de 10 días. Ponían en el camino de los tanques platos de metal dados vuelta de manera que parecían minas explosivas. Ante la duda, el tanque disminuía su velocidad, los combatientes aprovechaban para poner un fierro en las ruedas y así detener la marcha para luego treparse al vehículo y meterle una molotov.
El doble poder y los consejos obreros
El desarrollo de los consejos obreros fue lo más avanzado del proceso. Los delegados obreros de las distintas secciones componían el consejo de fábrica y se coordinaban por distritos. Así surgirá el Consejo Central del Gran Budapest, jugando un papel de avanzada ante la ausencia de un organismo de verdadero alcance nacional. Los reclamos de los consejos, además de la reinstalación de Nagy en el gobierno, serán: “retiro de las tropas soviéticas, elecciones mediante escrutinio secreto en base al sistema multipartidario, formación de un gobierno democrático, propiedad realmente socialista de las fábricas y de ninguna manera capitalista, mantenimiento de los consejos obreros, restablecimiento de los sindicatos independientes [...] respeto al derecho de huelga, libertad de prensa, de reunión, de religión, en suma todos los grandes objetivos de la revolución”.
Los consejos obreros que surgen en todo el país, no tienen ni centralización ni dirección revolucionaria quedando así imposibilitados de resolver la dualidad de poderes a favor del proletariado. El régimen estalinista con represión, maniobras y desgaste va agotando la energía revolucionaria de las masas y la huelga general insurreccional pierde fuerza.
No había un partido revolucionario que planteara una estrategia independiente de toda la burocracia, impulsara la extensión y centralización nacional de los consejos obreros y se planteara la conquista del poder para restablecer la democracia obrera sobre la base de una economía planificada.
Carlos “Titín” Moreira
Nacido en Rosario en 1953. Militante en el PST desde los 70, militó en España y Brasil. Fundador del MAS en La Plata y dirigente del PTS. Trabajó en Astilleros Astarsa y Río Santiago. Coordinador de los documentales Revolución y Guerra Civil en España (2006) y Zanon, el hilo rojo (2018).