Los nuevos cursos de formación del IPS “Karl Marx” sobre el Manifiesto Comunista comenzaron en todo el país. Arrancamos con más de 500 compañeros de CABA, zona norte, sur y oeste.
Emilio Salgado @EmilioSalgadoQ
Jueves 9 de abril de 2015
En febrero París se llenó de barricadas levantadas por los obreros. Los combates en las calles y la movilización popular provocaron la caída de Luis Felipe de Orleans, el nombre propio del gobierno de la aristocracia financiera. Marx dice en La lucha de clases en Francia que “fue la hermosa revolución”, contraponiéndola a la de Junio del mismo año. La revolución de febrero echó de las calles al Ejército de París, y la burguesía se vio obligada, por la amenaza del proletariado en armas, a proclamar la Segunda República. Pero, aunque el proletariado pone el cuerpo en las calles, todos los puestos dirigentes y las ventajas quedan en manos de la burguesía, aunque tienen que hacer algunas concesiones, que serían rápidamente arrancadas: los obreros conquistan la libertad de prensa, de asociación política, el sufragio universal, leyes de protección al trabajo, la limitación del trabajo de mujeres y niños, derechos sindicales y de huelga, la abolición de la esclavitud en territorios coloniales, el ingreso de sectores obreros a la Guardia Nacional que había reemplazado al ejército y la conformación de los llamados “talleres nacionales”, encargados de brindar trabajo a los miles de desocupados, una de las principales demandas obreras. La astuta burguesía va a aumentar los impuestos a los campesinos para pagar su enorme deuda con los bancos privados, bajo el engaño de recaudar dinero para sostener a los talleres, lo que va a separar a los obreros de sus principales aliados, el campesinado francés, dejándola poco a poco social y políticamente aislada. Luego, desmantelaría los talleres obligando a los obreros a enrolarse en el ejército.
La “república social”, principal aspiración del proletariado que la burguesía se vio obligada a proclamar, resultó ser, para los obreros de París, una concesión que no duraría mucho tiempo. La ilusión de que conquistando la “igualdad política” con la república conquistaban la igualdad social, se expresaba en dos demandas que iban de la mano en los levantamientos de febrero: república social y derecho al trabajo; y se derrumbó en junio junto con las últimas barricadas que cayeron enfrentando –en la primer aparición de la forma clásica de la lucha de clases en el capitalismo- a la burguesía republicana. La república social, que en febrero solo existía de palabra, se convirtió en junio en un hecho, que para el proletariado significó la república burguesa en su máxima expresión: los capitalistas disparando contra sus obreros en las calles. Con la derrota de junio -“la revolución fea”, siguiendo la analogía de Marx-, los obreros comprendieron, al grito en las barricadas de “¡dictadura del proletariado!”: que en un futuro buscarían ser ellos, la mayoría, los que impusieran las condiciones a la burguesía, una clase minoritaria en la sociedad.