El gobierno ha anunciado una subida del SMI del 8%, que lo dejaría en 1080 euros al mes repartidos
en catorce pagas anuales, aprobada tras un acuerdo con las cúpulas de CCOO y UGT. Veamos por
qué esta subida se queda en mucho menos de lo prometido.
Jueves 2 de febrero de 2023
Si bien una subida del salario mínimo interprofesional nunca viene mal, ni muchísimo menos, esta última no es la medida hiperprogresista que este gobierno dice que es, sino una actualización del IPC anual. Para empezar, en términos prácticos la subida no llega a la mitad de lo prometido. Si tenemos en cuenta la inflación, que en este momento está en el 5,8%, una décima más que el mes anterior, la subida se recorta a un 2,2% real. El poder adquisitivo de la clase trabajadora es mucho menor al anunciado. Sin embargo, al caída del poder adquisitivo acumulada es mucho mayor que la subida, he aquí la trampa.
La cosa no termina aquí, ya que el IPC de alimentos y bebidas no alcohólicas estaba en diciembre en el 15.7%, casi el doble que esta subida insuficiente. La inflación subyacente, otro dato estrechamente ligado al IPC que no tiene en cuenta el precio volátil de la energía y que permite observar mejor la subida real del precio de cosas como los alimentos o productos de primera necesidad está en el 7,5%, solo un 0.5% por debajo de esta subida salarial.
Hay que tener en cuenta que la inflación no continúa bajando. Con el comienzo de año ha llegado un repunte de la inflación del 0,1% (5,7% a 5,8%) que parece algo casi irrelevante pero en el contexto de los últimos cinco meses en los que venía bajando de acuerdo a las políticas de contención de precios ahora parece que estas han quedado truncadas. La inflación subyacente sí que ha aumentado un 0,5% (del 7 al 7,5%), un dato que muestra esto de manera más clara y contundente
Tengamos también en cuenta la rebaja del IVA que ha entrado en vigor el 1 de enero de este año, que fue la eliminación del IVA superreducido del 4% por los alimentos básicos (pan, leche, queso, huevos), y la rebaja del 10% al 5% de la pasta y los aceites. Eso sí, con tan solo una previsión de seis meses, en principio, de aplicación de estas bajadas y con denuncias por parte de asociaciones de consumidores por su inaplicación real en muchas grandes superficies comerciales, que aprovecharon para subir aún más sus precios. No parece que esta medida haya tenido mucho éxito, ni sobre la sensación de las clases populares que no notan ninguna bajada relevante, ni por parte del dato de la propia inflación al albur de la subida de una décima de la inflación general en enero de este año. Y aunque se podría explicar en parte por la finalización de la ayuda generalizada sobre los carburantes, 20 céntimos por litro de combustible, en todo caso, el bolsillo de los más desfavorecidos no puede decirse que haya visto sus penurias realmente aliviadas con las medidas adoptadas por el Gobierno “más progresista de la historia”.
Para observar esto en el tiempo, si tomamos de conjunto las subidas del SMI frente a las subidas de los precios de los dos últimos años, veremos que han sufrido una importante reducción en su poder de compra. Sumando la inflación de diciembre de 2021 (6,7%) y 2022 (5,8%) obtenemos un índice total inflacionario de 12,5 puntos. Frente a eso las subidas del SMI de 2021 (1,57%) y 2022 (3,63%) alcanzan un total de subida del SMI de un 5,2% entre 2021 y 2022. Esto sale a una pérdida de poder adquisitivo de 7,3 puntos solo entre 2021 y 2022. Ahora con la subida del 8% en 2023 es previsible que se siga perdiendo poder adquisitivo este año, de momento la inflación en enero ha sido del 5,8% en todo caso, y ya se venía de una pérdida considerable que no se ha recuperado todavía.
Hay que añadirle a todo esto que los salarios han subido solamente un 2,8% en 2022, pero es que la mayoría de convenios no tienen una cláusula de revisión salarial, por lo que directamente no han aumentado nada, o mucho menos del 2,8%. También la precariedad de los contratos, muchos de ellos a tiempo parcial de manera forzosa por lo que el salario está bien por debajo del SMI, nos muestran como el poder adquisitivo de la mayoría social disminuye a pasos agigantados y como esta medida es, siendo generosos, un mero parche que llega tarde y mal y que habrá que ver si termina teniendo un impacto tangible, aunque de momento las previsiones son malas. E
n resumen, después de un año de inacción total frente a esta crisis el gobierno más progresista de la historia sale con esta subida salarial completamente ridícula. En pleno año de campaña electoral no queda otra que verla como lo que es, un movimiento bastante inconsecuente a la hora de afrontar la precariedad y la pérdida de poder adquisitivo de la mayoría pero que da para buenos titulares y sirve para justificar su voto, aunque hemos visto que con investigarla un poco esta justificación se desmorona.
Y es que el gobierno del PSOE y Unidas Podemos se ha demostrado incapaz durante su mandato de frenar la inflación y la subida de precios, muchísimo menos de hacérsela pagar a las empresas del Ibex35, que son, gracias a su especulación, en buena medida las causantes de esta. Aún no hemos hablado de las burocracias sindicales de CCOO y UGT, que han sido quienes han negociado esta subida con el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz. Ante la fuerte crisis que estamos viviendo su implicación en el conflicto ha sido prácticamente nula
Si queremos combatir esta situación de crisis en ciernes habrá que imponerles a las burocracias conservadoras de CCOO y UGT un plan de lucha en todo el Estado, impulsando asambleas democráticas desde abajo en cada lugar de trabajo que unifiquen a todos los sectores, independientemente de su afiliación sindical o que no estén afiliados a ningún sindicato, como es la mayoría de las y los trabajadores. En definitiva, si la mal llamada “izquierda sindical” no quiere quedarse con un mero papel testimonial va a tener que plantear una lucha contra esta crisis, sin confiar en este gobierno “progresista” y sus políticas ineficaces. Solo con el incremento de la lucha de clases y un programa de lucha que pueda coordinar a todos los sectores que hoy luchan separados, como la sanidad o las trabajadoras de Inditex, se podrán lograr estas medidas básicas en defensa de las condiciones de vida de la clase trabajadora.