Martes 22 de septiembre de 2015
Fotografía: DyN
El lema “el fin justifica a los medios” le ha dado de comer a muchos. Eso no cabe duda. La cuestión de fondo es el modo perverso en que se lo utiliza. Justamente, en el eje de la competencia electoral de octubre, nos encontramos con dos polos: el “malo conocido” y el “que aparenta bueno”.
El “malo conocido” ya sabemos que se trata del aparato pejotista y todas sus vertientes clientelares. Llama la atención que recién ahora muchos se espantan con el fraude, habiendo provincias como La Pampa o Jujuy que desde el retorno de la democracia gobierna el mismo partido (PJ).
El “bueno por conocer”: Mauricio, María Eugenia, Horacio, Fernando… El “pro” Marcketing. Esta “cosa”, teñida de “moralina republicana” – como muy bien definió Fernando Rosso – que pretende “venderse” como lo bueno, lejos está de serlo.
Desde sus equipos económicos que apuestan al ajuste como receta, hasta la persecución sindical, pasando por el uso de métodos punteriles como ser la “presión” a los trabajadores de sus dependencia para que fiscalicen para el “partido amarillo” en las elecciones.
El pro y sus aliados – “Cambiemos” - tienen muchos elementos en común con su supuesto enemigo íntimo. El más notable es la ambición de poder, que los lleva a realizar, por ejemplo, gastos millonarios en publicidad mientras hay chicos que mueren por desnutrición o muchas escuelas y hospitales que se caen a pedazos.
Ni hablar el intento de sabotear y conquistar la opinión pública mediante la disputa por copar los grandes espacios de comunicación.
También la corrupción los une: Hortesur y el “Niembrogate”, por poner tan solo dos ejemplos conocidos.
Querer verlo o no depende de cada uno. Yo no elijo ni al “malo conocido” ni al que “aparenta bueno”. Sigo pensando en romper los cimientos de la polarización fomentada por los grandes medios, creyendo que las reales alternativas de poder van por otro lado, por el carril del pensamiento crítico transformador.
Por eso la apuesta sigue siendo en ver un poco más allá. En seguir construyendo alternativas con el objetivo de vivir mejor. Que aquellos enojados con la corrupción, sepan que hay candidatos como los del Frente de Izquierda, que cobran el mismo sueldo que un docente. Que sepan que hay una izquierda preparada, con dirigentes capaces de tomar el timón de la desesperanza en la búsqueda de una sociedad más justa. Por todo esto sigo convencido en que el FIT es la única opción de cambio.
* El autor es Licenciando en Ciencia Política UBA y estudiante de la Maestría en Ciencia Política y Sociología de FLACSO