En su primer discurso Macri llamó a unir al país y abandonar “enfrentamientos inútiles”. Pero desde 1983 no hubo presidente que no hay dicho lo mismo. ¿Se puede unir a explotadores y explotados?
Daniel Satur @saturnetroc
Sábado 12 de diciembre de 2015
Foto: EFE
El jueves, en su discurso inaugural frente a la Asamblea Legislativa, Mauricio Macri dijo que sus tres propuestas centrales son la “pobreza cero”, “derrotar al narcotráfico” y “unir a los argentinos”. Y vaya si fue aplaudido.
En estas páginas ya se analizó ese primer discurso en cuanto a la batería de eufemismos que se esconden detrás de las frases vacías.
Pero vale detenerse en la tercera parte de las propuestas de Macri: la “unidad de todos los argentinos”. La que según sus palabras sería conseguida a partir de una acción decidida y mancomunada del gobierno y todos los sectores sociales.
“Unidos en la diversidad”
Macri dijo en vivo y en directo a toda la población que “Argentina es un país con enormes diversidades. En cada provincia, en cada lugar se han desarrollado distintas formas de ver la realidad. Éstas deben integrarse en un país unido en la diversidad. Queremos el aporte de todos, de la gente que se siente de derecha y de la gente que se siente de izquierda, de los peronistas y de los antiperonistas”. Y como anticipándose a imaginarias carcajadas, agregó que “todo esto puede sonar increíble después de tantos años de enfrentamientos inútiles. Pero es un desafío excitante. Es lo que pidieron millones de argentinos que estaban cansados de la prepotencia y del enfrentamiento inútil (…) Llegó el momento en el que todos debemos unirnos para crecer y mejorar. Para que nuestro país avance.”
Algunos analistas políticos ubican a Macri y el PRO dentro de cierto budismo occidentalizado. José Natanson, por ejemplo, escribió en su editorial de Le Monde de diciembre que ese rasgo “filosófico” del macrismo es “suficientemente amplio para admitir a un católico o un ateo, un empresario o un trabajador, un radical o un peronista”, algo que el propio Macri se encarga de decir en cada intervención pública.
Sin embargo el llamado a la “unidad” de todos los habitantes de este país como condición para avanzar hacia un futuro promisorio donde no quede nadie afuera y todos seamos felices no es subsidiario sólo del presidente que acaba de comenzar su mandato bailando en el balcón de la Casa Rosada.
Palabras más, palabras menos, con énfasis en el pasado o en el futuro, con seriedad o alegremente, cada presidente que se sentó en el sillón de Rivadavia entre 1983 y la actualidad hizo su llamado a la unidad de los argentinos en pos del "bien común".
Raúl Ricardo Alfonsín
“...Estamos ante una hora decisiva para la Nación, para la definición de nuestro futuro (…) Es necesaria una empresa heroica de los argentinos que no puede ser llevada adelante por un solo sector ni político ni ideológico ni social (…) Y cuando alguien venga con su palabra confusa, con su ademán violento a dividirnos, digámosle sencillamente: ahora no; ahora, todos; ahora, juntos; ahora, Argentina...” (25 de marzo de 1984)
Carlos Saúl Menem
“Todos, en mayor o menor medida, somos responsables y copartícipes de este fracaso argentino y entre todos, sólo entre todos, seremos artífices de un cambio a fondo y de una transformación positiva (…) Se terminó definitivamente el país del todos contra todos, comienza el país del todos junto a todos (…) A la Argentina la salvamos entre todos los argentinos o la Argentina se muere...” (9 de julio de 1989)
Fernando de la Rúa
“Vamos a ponernos de pie y vamos a ir adelante. Pasaremos este momento difícil y vamos a afianzar las bases para un desarrollo sostenido, para hacer cierto el crecimiento y la justicia para todos los argentinos (…) Estamos cohesionados y unidos para afrontar esta circunstancia difícil...” (10 de agosto de 2001)
Eduardo Alberto Duhalde
“...Tenemos hoy que preguntarnos y preguntarle a los argentinos si verdaderamente queremos vivir en un país soberano e independiente. Si la respuesta es positiva, como imagino, tenemos que cambiar. El camino es luchar juntos para desatar uno a uno los nudos de la dependencia. A mis compatriotas les pido que cada uno, desde su lugar, participe y se entregue con pasión y fe en la recuperación de esta Argentina que todos amamos (…) Hoy tenemos que ser más argentinos que nunca. No lo duden un solo instante: Argentina tiene futuro” (1° de enero de 2002)
Néstor Carlos Kirchner
“El pueblo ha marcado una fuerte opción por el futuro y el cambio (…) Nuestro pasado está pleno de fracasos, dolor, enfrentamientos, energías mal gastadas en luchas estériles, al punto de enfrentar seriamente a los dirigentes con sus representados, al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre sí (…) Quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo. Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra...” (25 de mayo de 2003)
Cristina Fernández
“...Todas las grandes frustraciones que hemos tenido como pueblo, como nación, siempre han sido precedidas por la división de aquellos sectores que, teniendo origen popular y democrático, no han sabido entender la hora y han planteado diferencias en momentos en que no debían plantearse. Por eso yo convoco a la unidad de los argentinos en los temas fundamentales que hacen que la patria pueda seguir llamándose patria y la nación pueda seguir existiendo...” (26 de agosto de 2014)
¿Y entonces?
El llamado a “tirar todos para el mismo lado” puede contagiar a muchos. Y si lo realiza quien recién asume el cargo como representante del poder central del Estado, posiblemente mucho más. Pero una vez terminados los discursos, más temprano que tarde las contradicciones de un Estado basado en la dominación de una minoría social sobre amplias mayorías salen a la luz. Y ahí es donde la “unidad” entre explotadores y explotados, ajustadores y ajustados, opresores y oprimidos, dominantes y dominados, queda expuesta como una utopía reaccionaria.
El mismo jueves a la tarde Nicolás del Caño puso en cuestión, justamente, ese cliché con el que Macri (al igual que todos sus antecesores) buscó darle una impronta abarcativa a su flamante gestión. El excandidato presidencial y referente del Frente de Izquierda le respondió a Macri panteando que “más allá de los discursos existe una realidad: alguien tiene que pagar la factura del ajuste. Las reservas del Banco Central están desquiciadas, el déficit fiscal es histórico y no hay dólares para comprar insumos para varias ramas de la producción. ¿Cómo resolver eso ’entre todos’ sin afectar los intereses de nadie? Imposible.”
Del Caño graficó esa falsa “unidad” con un ejemplo más que conocido por millones de laburantes. “Es como cuando en un trabajo nos dicen que todos nos tenemos que poner la camiseta de la empresa. Ya sabemos de qué se trata: los trabajadores tenemos que esforzarnos, perder conquistas y salario, para que los patrones se la sigan llevando en pala”, planteó el joven dirigente del PTS. Y agregó que “a escala nacional, la tan mentada ideología de la ’unidad’ tiene como objetivo que aceptemos mansamente el ajuste”.
Las definiciones de Del Caño bien podrían responderle a cada uno de los discursos presidenciales reproducidos más arriba. Porque Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner y Fernández, como Macri, fueron los gerentes políticos de un Estado cuyos “dueños” son los mismos de siempre.
Por eso, el cliché burgués de la “unidad de los argentinos”, que intenta borrar discursivamente las profundas y reales diferencias de clases sociales que existen en nuestro país, se sigue repitiendo con cada nuevo “inquilino” de la Casa Rosada.
Macri dijo el jueves que “ese objetivo, el de unir a los argentinos, el de poner nuestros puntos en común sobre nuestras diferencias, integrándolas y respetándolas, es la clave de la construcción de la Argentina del Siglo XXI a la que nos encaminamos hoy”. Pero queda claro que lo que viene, con un gabinete de gobierno repleto de gerentes y represores listos para encarar el ajuste que pide a gritos el capital, no será para todos. Y eso, no es un cliché.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).