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Red Internacional
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Panorama político. La unión con Massa

Con el anuncio de la fórmula de unidad, Sergio Massa y Cristina Fernández compartieron el primer acto de campaña. El peronismo que viene y las disputas de sucesión de liderazgos. Jujuy y los relatos de la grieta. El mensaje del norte: resistencia y hartazgo con el ajuste. La apuesta de la izquierda desde abajo.

Jesica Calcagno

Jesica Calcagno @Jesi_mc

Martes 27 de junio de 2023 04:35

Sergio Massa y Cristina Fernández en el primer acto de campaña de "Unión por la Patria" l Foto: Télam

Sergio Massa y Cristina Fernández en el primer acto de campaña de "Unión por la Patria" l Foto: Télam

Sucesión

El peronismo tuvo un tortuoso cierre de listas. Cristina Fernández tuvo que dedicar prácticamente todo su discurso de este lunes para dar explicaciones de lo que pasó. “Quiero referirme también, porque no vivimos en un tupper, ni en un termo, a nuestra situación” dijo la vicepresidenta como introducción. La explicación pareció más dirigida a la militancia que la sigue (sin la más mínima participación en estas decisiones), y a quienes están en el ritmo vertiginoso de la rosca electoral. Porque en la mayoría de la población las preocupaciones son otras: por los bajos salarios, jubilaciones, la inflación, el pluriempleo…

Es que el elegido como candidato a presidente en una fórmula de consenso, terminó siendo Sergio Massa. Desde un punto de vista, algo no tan novedoso para el cristinismo, después de meses de sostenerlo al frente del ajuste del FMI como ministro de economía. Quizás lo que molestó más entre sus seguidores fue la ilusión de pelear con un candidato de su espacio como Wado de Pedro, que terminó en un amague de corta duración. De prometer un candidato de "la generación diezmada", a darle un barniz de derechos humanos al personaje menos pensado. Massa supo ser un ferviente vocero de "la mano dura" y de militarizar los barrios populares.

Sin disimular su enojo con Alberto Fernández, Cristina quiso que se sepa su relato de los hechos. Volvió a desplegar su ya clásico doble juego: aseguró que su plan A era una fórmula de unidad (donde Massa picaba en punta hacía rato), pero que su candidato era De Pedro.

A la vicepresidenta se la notó muy molesta con los titulares que le adjudicaron un retroceso en su liderazgo. Por eso se encargó de señalar que es la dueña de la mayoría de los votos del espacio y que no se presenta por la persecución de la justicia. Buscó demostrar que tuvo un papel central en el resultado de la fórmula. Otra vez, a dos bandas: reafirmó que Massa-Rossi es la fórmula que apoya, con una marcada de cancha incluida de lo que ella representa. Si bien la vicepresidenta sigue siendo socia mayoritaria de la alianza oficialista, se sabe que cuando hay explicar tanto, algunas debilidades evidentemente hay.

Es que la novela que se vio en el cierre de listas resume el fracaso del gobierno del Frente de Todos. Legitimado el fraude de la deuda con el FMI del gobierno de Macri, condenaron al pueblo trabajador a seguir perdiendo poder adquisitivo mientras los grandes empresarios estuvieron de fiesta. Desde que asumió este gobierno hasta abril de 2023, pagaron al FMI USD 33.453 millones, y aún así el país le sigue debiendo al organismo USD 43.583 millones (sin contar intereses y sobrecargos). Una deuda eterna e impagable que seguirá sometiendo al país a las decisiones de Washington. A pesar de las voces críticas al FMI dentro del oficialismo, el presupuesto 2023 que presentó Massa fue diseñado con un mandato explícito: cumplir con el ajuste que pide el organismo. Ese presupuesto lo votó todo el oficialismo en el Congreso. No podía ser otro el resultado. El cambio de nombre por “Unión por la Patria” tiene sus razones en este fracaso, desbordando subestimación a la población que no come vidrio.

Aunque Cristina cuenta en su haber con la elección de candidatos más aceptables para el establishment (Scioli, Alberto), el apoyo a “Massa presidente” tiene nuevos condimentos. No solo por estar ejecutando ahora el ajuste como ministro de economía. Sergio Massa tiene un currículum de mil y un lazos con actores de poder. Desde Estados Unidos, hasta el poder económico, mediático y judicial. También se caracteriza por su gran elasticidad y panquequismo en la política. Fue aliado fundamental del gobierno de Mauricio Macri, le aportó el vicegobernador a Gerardo Morales que reprime en Jujuy, hoy es socio clave del gobernador salteño Saénz que también optó por reprimir y encarcelar docentes que reclamaban por salario. Tampoco faltan los que ventilan que está “la mano de Sergio” en el armado de las listas de Javier Milei. Una trayectoria que hace a una figura más impredecible, con capacidad de juego propio por los respaldos que tiene atrás. Los llamados “mercados” hicieron notar este lunes que es un candidato que los conforma.

El cierre de la lista tuvo como sello distintivo el cómo se reparten cuotas de poder para el período que viene. Sean oposición o gobierno, el peronismo entró en nuevas disputas de liderazgo. Hay más actores que piden pista: cuando se preanuncian turbulencias electorales, económicas y sociales el tablero se mueve.

Si el latiguillo de Alberto Fernández fue “PASO para democratizar el peronismo”, el del cristinismo fue que lo primordial era acordar “un programa de gobierno”. Al final, ni una cosa ni la otra. El trasfondo siempre fue la disputa por el liderazgo de un peronismo difícil de definir, pero que sí conserva con claridad su ambición de poder, orden y gobernabilidad en tiempos de ajuste con el FMI. El espacio de Cristina Fernández se quedó con la mayoría de las bancas de la provincia de Buenos Aires tanto en Diputados como Senadores además de la posibilidad de reelegir a Axel Kicillof como gobernador. Alberto Fernández entregó a Daniel Scioli por dos diputados nacionales y Agustín Rossi como vice. Massa se quedó con el primer puesto mientras seguirá controlando el ministerio de economía, que le habiliten las PASO para intentar volver a la intendencia de Tigre con Malena Galmarini y dos diputados nacionales expectables. Por su parte, a Juan Grabois le habilitaron la PASO a presidente aunque compartirá la misma boleta en los demás cargos. Su espacio aportará candidatos que irán en unidad con massistas, la ministra Tolosa Paz que gusta tanto atacar a las organizaciones sociales, y personajes de la calaña de Sergio Berni. Un intento de contener en Unión por la Patria a sectores disconformes, para que terminen cerrando filas en las generales.

Enterrada la promesa de un “programa de gobierno” para cerrar listas, el oficialismo de Unión por el Patria se rinde al pragmatismo de lo que ya viene haciendo. Un acuerdo con el FMI inflacionario que acumula el 114% en el último año, pérdida del poder adquisitivo de las mayorías, informalidad y pluriempleo, transferencia de ingresos a favor de los más ricos que siguen recibiendo beneficios impositivos. La desesperación de buscar dólares con Vaca Muerta y la exportación de litio a cualquier precio, y terminan en la puerta giratoria de la deuda. En las pocas horas que lleva Massa como candidato a presidente, puso al secretario de agricultura a decir en los medios que estaba dispuesto a revisar las retenciones al campo (uno de los sectores que más ganó y recibió millonarios recursos con el dólar soja). En su agenda de campaña, además de los actos de este lunes primero con Cristina y luego con Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Wado de Pedro en al provincia, planificó sus encuentros empresariales. Este martes lo hará con la Cámara Argentina de la Construcción, a quien este gobierno le votó beneficios impositivos a pesar de la enorme especulación inmobiliaria que encarece los alquileres y viviendas. Para los próximos días ya se reservó para reunirse con la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), conducida por Daniel Funes de Rioja.

Les queda jugar con la carta del mal menor frente a una oferta electoral más derechizada con Juntos por el Cambio y Javier Milei. Un malmenorismo cada vez más degradado que aceptó el consenso del ajuste del FMI y se limita a discutir los grados de la intensidad para llevarlo adelante. El Frente de Izquierda va a ser la única lista para expresar el rechazo al ajuste y el saqueo. Como dijo Myriam Bregman, el proceso que atraviesa Jujuy muestra que aunque arriba, en la política tradicional, todos se corren más a la derecha, no significa que abajo sea igual. El pueblo trabajador puede desatar fuerzas enormes desafiando sus planes e imponiendo sus reclamos por salario, tierras o en defensa del agua.

El mensaje del norte

La resistencia del pueblo jujeño y la brutal represión que desató el gobierno de Gerardo Morales tuvo un enorme impacto nacional. La política tradicional utilizó los hechos para sus propios intereses electorales. En el caso de Juntos por el Cambio, el tandem Larreta-Morales lo transformó en un perfil de campaña para mostrarse “duros” y mejorar su competencia con Patricia Bullrich en las PASO. La votación de la reaccionaria reforma y la represión se planificó para que coincidiera con la definición de candidaturas que terminó catapultando a Morales como vice de Larreta. Lo que unificó a Juntos por el Cambio fue el relato de que las protestas estaban digitadas por el peronismo y la izquierda (hasta con ataques personales contra Nicolás del Caño), y estaba adelantando que no los van a dejar gobernar si ganan las elecciones. Buscaron ocultar que fue el propio peronismo el que le dio los votos para que avance la reforma, que solo rechazó la izquierda con sus 6 convencionales constituyentes. Desde el Frente de Todos cuestionaron la represión por medio de una “guerra de tuits” (salvo el ahora candidato Sergio Massa), y entrelazaron el rol de los actuales integrantes de Juntos por el Cambio con la crisis y la represión del 2001 bajo el gobierno de la Alianza. Todo para decir que las crisis del país las genera esa fuerza política, como si el peronismo fuese un convidado de piedra. Siempre se olvidan de una parte de la historia reciente: el menemismo con la dolarización, las privatizaciones, que también se impusieron a fuerza de balas y represión en muchas provincias en la década del ´90. Fue la antesala del 2001.

En lo que no repara ninguna de las dos coaliciones es en el profundo hartazgo del pueblo jujeño con el ajuste de este gobierno y el anterior, que coincide con los planes del gobernador. Como dicen en las calles de la provincia: “perdimos el miedo”. La combinación de reclamos salariales de docentes, municipales, personal de salud, con el rechazo a una reforma que buscó desde el inicio atacar derechos como el de la protesta, comunidades originarias que defienden sus territorios ancestrales y el agua contra el saqueo del litio, está movilizando y uniendo al pueblo jujeño. El mensaje que están dando desde el norte, como en Jujuy y en Salta, es que si siguen o profundizan el camino del ajuste, habrá resistencia. El Frente de Izquierda participa del proceso poniendo sus bancas al servicio de la lucha del pueblo trabajador, acompañando en las calles las movilizaciones y los cortes, alentando la coordinación en los lugares de trabajo y estudio. Su objetivo está en desarrollar la organización desde abajo, que la clase trabajadora tome en sus manos las riendas para construir una salida a favor de las mayorías.

Jujuy es un alerta para el sistema político tradicional: ni todo gira a derecha, ni ganar elecciones es un cheque en blanco. Morales pasó de obtener el 49% de los votos en mayo, a ponerse en contra a casi el 60% que hoy rechaza su reforma en las calles y con huelgas según algunas encuestas. En esa elección, el Frente de Izquierda obtuvo el 13% con Alejandro Vilca, trabajador y recolector de residuos, que fue un adelanto de un malestar social que se estaba gestando por izquierda. Todo lo que colabore a que la clase trabajadora gane fuerza, unidad y confianza para enfrentar el ajuste desde abajo, abre el camino para otro futuro.


Jesica Calcagno

Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.

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