Macri se reunió con Ben Van Beurden, CEO de Shell, quien anunció un plan de inversiones en el país ¿Qué hay detrás de estos negocios? Un trabajador petrolero de la multinacional nos da algunas respuestas.
Sábado 1ro de octubre de 2016 00:00
El presidente Mauricio Macri se reunió con Ben Van Beurden, CEO de Royal Dutch Shell, quien anunció que realizará inversiones anuales por 300 millones de dólares hasta el año 2020, que se destinarían tanto para el área de upstream (exploración y extracción de petróleo) como la de downstream (refinación, distribución y ventas). El anuncio fue presentado por parte de la presidencia de la nación, como un preámbulo de la tan mentada “lluvia de inversiones”.
Esta noticia, reafirma que la multinacional angloholandesa está en la búsqueda de más recursos y tira por la borda lo manifestado semanas atrás por Van Beurden sobre los análisis de proyectar un plan de desinversión en el país, como parte de un plan global. A esto hay que sumar la tajada que obtiene de la concesión obtenida en 2015 hasta el 2035 en Vaca Muerta, donde no sólo sigue con planes pilotos para la exploración sino que también avanzaría con la adquisición de un bloque, Coirón Amargo, un yacimiento prometedor lindante a las instalaciones que Shell inauguraría a fin de año.
Ben Van Beurden, CEO de Royal Dutch Shell
Shell es la garante del 3% de la energía mundial. Cuenta con denuncias internacionales como la de los destrozos ambientales ocasionados en el Delta del Níger en Nigeria, uno de los 10 lugares más contaminados en el mundo, y también en Argentina, el caso del mayor derrame de petróleo en agua dulce que se conoce en la historia ocurrido en Magdalena. Aunque en la refinería que tiene en Dock Sud, en la zona sur del conurbano bonaerense, se destaca por llevar adelante una política antisindical, que tiene como objetivo golpear contra un grupo de activistas y militantes que habían comenzado a organizarse en la planta para pelear por mejoras en las condiciones laborales de conjunto. Estos trabajadores fueron despedidos en el 2014, algunos siguieron la contienda y fueron reinstalados a sus puestos de trabajo y continúan organizándose a pesar de la falta de democracia sindical dentro de la planta que se reflejó tras el fraude electoral realizado por parte del sindicato petrolero que dirige el diputado Alberto Roberti, quien ingresó con una patota a la refinería, el día en que se elegían delegados para la comisión interna, con el aval de la empresa.
Desde adentro
“Al contrario de lo que el gobierno anuncia como una salvación con la supuesta ’lluvia de inversiones’, estas empresas buscan lucrar explotando los recursos naturales del país, contaminando las áreas donde produce, y además, casi sin generar fuente de empleo y fomentando la tercerización laboral como práctica recurrente”, fueron las palabras que Gustavo Michel, trabajador de Shell, miembro de la lista Naranja-Celeste opositora a la conducción del gremio expresó al consultarlo. A la vez recordó que “la empresa ya realizó despidos y que sumarían más de 10 mil a nivel mundial. Ellos quieren mantener el lucro de la energía sobre los servicios esenciales, su exCEO de Argentina, Juan José Aranguren, lo manifiesta aplicando un tarifazo con aumentos de 300% en las tarifas”.
Este anuncio de inversiones sólo es nuevo para la foto, no implica cambios radicales.
Pero si queda claro que estos negocios alimentan los lazos de dependencia de Argentina con grupos económicos imperialistas, en este caso, para la exploración y extracción de petróleo, que a la vez brinda trabajo tercerizado, fuera de convenio, como en la refinería de Dock Sud, donde la mitad de sus trabajadores pertenecen a empresas contratistas. La salida que da Michel, quien fuera uno de los despedidos que peleó por su reinstalación hasta lograrla: “Nosotros planteamos que hay que estatizar bajo control de los trabajadores la extracción y producción de la rama del petróleo y el gas”. Palabras de un trabajador petrolero.