"Con el tiempo demostraré que soy capaz y que fue muy injusto que me juzgaran" dijo ayer la Ministra Santelices. Cualquiera que no supiera su historia, podría conmoverse con sus palabras y reclamar justicia para la pobre. Pero quienes la conocemos, no podemos hacer otra cosa que admirarnos por tanta hipocresía.
Miércoles 13 de mayo de 2020
Es que si hoy día la llegada de la Ministra ha sido tan acontecida, es precisamente porque la conocemos. Conocemos su defensa a la dictadura, su militancia en la derecha más conservadora, su paso por Morandé con Compañía y sus dichos sobre los migrantes. Migrantes, que también son mujeres. Es decir, conocemos su curriculum a la perfección y las ideas por las cuales le concedieron, como una provocación que no olvidaremos, la cartera de la Mujer.
¿Qué nos podríamos esperar de ella sino consecuencia?
Si hoy día queremos que se vaya Santelices, es porque defiende todo aquello que odiamos, todo aquello que queremos echar por tierra. Todo aquello que va en contra de la lucha por la justicia y la verdad de nuestras compañeras y compañeros, todo aquello que va en contra de que podamos decidir sobre nuestros cuerpos, todo aquello por lo que venimos saliendo a las calles y organizándonos hace años como movimiento de mujeres y hace siglos con nuestras compañeras.
Es por eso, que haremos su camino pedregoso.
Porque Santelices es ministra de todas aquellas que nos obligan a abortar en clandestinidad.
Es ministra de todas aquellas que defienden la dictadura.
Es representante de todas aquellas que mantienen la desigualdad salarial.
Y de todas aquellas que mantienen a nuestras compañeras migrantes en los puestos y en las vidas más precarias.
Santelices representa a otras mujeres; no a quienes somos trabajadoras, estudiantes, pobladoras, endeudadas, violentadas por este sistema capitalista y patriarcal que ella misma defiende. Es por eso, y no por otra cosa, que queremos que se vaya.