Un presidente referente de la "unidad de izquierda" que es útil a los intereses imperialistas.
La visita de Alberto Fernádez dejó postales para todos los gustos. Desde la reunión con Piñera, a quien reconoció como un importante aliado, la visita a Ricardo Lagos, visita a empresarios locales hasta el abrazo con Jorge Sharp en Valparaíso. Lejos queda el Fernández que en 2019 criticó a Piñera por la brutal represión en aquellas jornadas [1], el Alberto que vino de visita es el “amigo de todos”.
No es raro que el Presidente argentino despierte expectativas en sectores de la centro izquierda y los círculos frenteamplistas. “Eso es lo que le hace falta a Chile, que vuelvan a unirse, que zanjen diferencias para poder recuperar el poder”, sostuvo el presidente argentino durante una reunión sostenida en abril por Fernández con dirigentes de la Ex-Concertación, el Partido Comunista y del Frente Amplio [2].
Puede parecer un tanto errático este sujeto que aconseja a la oposición parlamentaria y luego considera como aliado a Piñera, y también nos puede parecer raro una oposición que constantemente busque alianzas con un quien personifica lo más “al centro” del peronismo. Sin embargo, como intentaremos mostrar en este artículo, para ambos este vínculo ofrece para las burguesías una vía de estabilidad política mediante la cooptación de las expectativas de las masas.
¿Quién es Alberto Fernández?
Pongamos un poco de contexto. El primer semestre de 2019 finalizaba el gobierno de derecha de Mauricio Macri con cifras espeluznantes: la pobreza había alcanzado el 40,8% y la indigencia un 9,8% [3] junto a una deuda por más de USD$320.000 [4]. Dichas cifras, sumadas al hartazgo generalizado, llevó a la presidencia a Alberto Fernández con un programa para recomponer garantías sociales que se perdieron durante la era Macri, pero por sobretodo de manejo “responsable” de la crisis heredada del macrismo. Un manejo responsable para los ojos del FMI.
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Es que la deuda con el fondo monetario internacional ha terminado definiendo gran parte de la política del gobierno argentino. Bajo el manto de pagar al FMI y del manejo “responsable” el gobierno de Fernández ha justificado políticas que Octavio Crivaro lo resume así: “(La capitulación de la expropiación de) Vicentin y los aumentos a los jubilados por decreto, que empeoraron la fórmula del ajuste macrista, fueron las bandas soporte de un recital de claudicaciones que adquirieron un volumen muy superior, concentrado en dos actos: los palos en Guernica y la media sanción del presupuesto del FMI” [5]. En otras palabras, atender los requerimientos del FMI significa retroceder y capitular a favor de los empresarios, y atacar a los trabajadores y sectores populares que estén dispuestos a tomar la iniciativa.
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En latinoamérica la situación no es tan distinta, recordemos las protestas desatadas en Ecuador, cuando en 2019 el gobierno de Lenin Moreno firmó un acuerdo por USD$4200 millones con el organismo financiero [6] o la solicitud por USD$23.000 millones firmado por el gobierno de Sebastian Piñera [7] hecha en mayo. Para el FMI y para el capital imperialista, latinoamérica resulta un área particularmente atractiva, no solo por ser una zona particularmente rica en recursos naturales importantes para el mercado mundial como el litio, sino también, por una burguesía local siempre dispuesta para aplicar los planes y políticas del organismo.
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Este escenario podría ser color de rosa para el FMI sino fuera por un viejo conocido: la lucha de clases. Los fenómenos que estallaron en Chile, Perú y Ecuador representan una verdadera amenaza a los intereses anticipando que no será fácil para la burguesía aplicar planes que ataquen los intereses de la clase trabajadora.
En este marco, Alberto resulta útil para los intereses del FMI. A nivel latinoamericano Fernández ha buscado posicionarse al centro (vaya sorpresa). Con respecto a Venezuela Alberto Fernández votó en la ONU la Resolución L 43 respaldando la injerencia imperialista del gobierno de Donald Trump, de la mano de Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera y el resto de miembros del grupo de Lima [8]. En la carta que escribió a Biden tras asumir la presidencia señaló su completa disposición a trabajar en conjunto: "El Gobierno de la República Argentina se encuentra listo y esperanzado en poder cimentar con su administración una agenda de trabajo compartida, creativa e innovadora que ponga énfasis en el futuro y esté nutrida de valores comunes" [9].
“Él nos planteó que considera muy relevante el mantener las relaciones sociales, políticas, económicas con nuestro país” Señaló Carol Cariola a propósito de una reunión sostenida con Alberto Fernandez. Esta apertura a buscar “consejo” en el presidente argentino ha sido un continuo para sectores de la oposición que ven en él un referente de “unidad” que representa ese Alberto Fernández que derrotó electoralmente a la derecha macrista, pero más allá del relato épico que se intenta vender, buscar asimilar una imagen de “Fernández a la chilena” significa buscar (de manera consciente o no) desviar las expectativas de las masas en una plataforma electoral dispuesta a ceder a los capitalistas y claudicar a las demandas de la rebelión.
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