El único imputado en la causa rechazó que la misma pase al fuero federal. Furia en la “Corpo” mediática.
Martes 8 de marzo de 2016
Los periodistas estaban furiosos. No dejaban de repetir que la causa por la muerte de Alberto Nisman volvería a “demorarse meses”. Lagomarsino era el blanco de sus críticas. Pero también la Cámara del Crimen, que ahora tendrá en sus manos la decisión de si acepta o no el pedido hecho por la jueza o atiende la continuidad que pide quien entregó el arma con la que se produjo el disparo que le quitó la vida al fiscal.
Resulta lógico que el hombre se quiera defender. Todos los dedos apuntan hacia él. Al crecer la idea de que se trató de un asesinato y no de un suicidio, aparece en el centro de las acusaciones.
Tropiezos y caídas
Lo “operación Nisman”, como se la denominó desde el kirchnerismo, había empezado hacia dos semanas, cuando el fiscal Roberto Sáenz afirmó que Nisman “fue asesinado”.
Luego vendrían las declaraciones de Stiuso, recién vuelto al país, reafirmando la idea y sosteniendo que fue realizado por un grupo “ligado al kirchnerismo”. Eso sí, del hecho no aportaría prueba alguna. Solo porque no las posee. Eso dijo su abogado.
Lo más insólito del asunto vendría menos de 48 horas después, cuando la jueza Fabiana Palmaghini declarara su “incompetencia” en la causa pero en base a los argumentos –infundados- de Stiuso.
Así, todo parecía marchar sobre ruedas para una operación que, como dijo el periodista Carlos Pagni ayer, tiene “un desenlace (que) se puede prever: Nisman fue víctima de un asesinato en el que participó el gobierno de Cristina Kirchner, en combinación con agentes iraníes”.
Lagomarsino, intentando no ser el pato de la boda (o algo aún peor), le puso una piedra en el camino a ese objetivo. Sin embargo, el llamado “partido judicial” parece estar decidido a avanzar hacia allí. Un tropiezo no es caída. En todo caso, cronistas y periodistas de TN y Clarín deberán esperar un poco más y controlar su ansiedad.
Por su parte, el kirchnerismo sangra por una herida autoinfligida. Espías como Stiuso y jueces como Palmaghini son parte de la “herencia” y la constatación más palpable de que, después de 10 años de “relato progresista”, mucho de lo “viejo y noventista” quedó en pie.