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Red Internacional
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Larrañaga, un representante de la política de mano dura y represión

Murió Jorge Larrañaga. Todo el régimen político, incluido la dirigencia del Frente Amplio, llora su pérdida y elogia la figura del ex ministro del interior; el mismo que en estos últimos años eligió ser el portavoz de los que piden mano dura y represión. ¿Qué representa su figura para los trabajadores y sectores populares?

Martes 25 de mayo de 2021

El fin de semana se vio sacudido por la inesperada muerte del Ministro del Interior del gobierno de la coalición multicolor, Jorge W. Larrañaga.

Originario de Paysandú desde joven participó en política, siempre en el Partido Nacional, donde era el líder del sector Alianza Nacional desde 1999.

Edil en su departamento desde el año 85; a los 32 años fue electo Intendente y reelegido para el siguiente periodo.

Posteriormente en el año 2000 fue electo Senador, cargo para el que volvió a ser reelegido por 3 periodos consecutivos más.

Busco acceder a la presidencia del país desde 1999 de manera ininterrumpida pero nunca pudo lograr su propósito, siendo derrotado por el Frente Amplio o por el herrerismo de los Lacalle (padre e hijo).

Su accionar político

Su trayectoria política se desarrolló desde poco antes del retorno de la democracia hasta el presente; es decir que atravesó casi 40 años de la vida política del país.

Habiendo sido cercano a los sectores del Partido Nacional que se definían como más “progresistas” dentro de su partido (el wilsonismo) sus últimos años lo vieron militar fervientemente por el punitivismo, la represión y la mano dura.

Negando y desconociendo los vínculos entre la delincuencia y las problemáticas sociales producto de este injusto sistema económico; Larrañaga se convirtió en un ferviente perseguidor de “la delincuencia” y el “narcotráfico”. Obviamente en su definición de delincuencia solo entraban los pobres y excluidos, hizo sistemáticamente la vista gorda frente a los ladrones de guante blanco y a la violencia estructural de este sistema social; y jamás se metió con los sectores poderosos que están detrás del narcotráfico. Su obsesión parecía ser las “bocas” de los barrios que son el último eslabón de una larga cadena que comienza por el poder y está siempre en connivencia con sectores corruptos de las fuerzas represivas.

Su campaña “Vivir sin miedo” y sus acciones como ministro del Interior fueron los puntos culminantes de esta perspectiva punitivista.

La iniciativa de reforma de la Constitución que impulsó el ex ministro incluía la creación de una Guardia Nacional militar con efectivos de las Fuerzas Armadas, la prohibición de la libertad anticipada para determinados delitos, la inclusión de la cadena perpetua y la posibilidad de realizar allanamientos nocturnos. Todo un decálogo de medidas represivas que ponían el foco en el castigo, el autoritarismo y el mayor control estatal; y que profundizaban el enfoque que todo el sistema político venía sosteniendo desde hace décadas sobre la temática de la “seguridad nacional” .

A pesar que la propuesta fue rechazada, al asumir como Ministro impulsó esta misma perspectiva en su mandato. La Ley de Urgente Consideración fue el paraguas legal desde el cual se intentó nuevamente avanzar en la mano dura, dejando vía libre para el gatillo fácil y un accionar policial sin controles. Sus apariciones públicas y su gestión terminaban siempre remarcando este enfoque; proponiendo mayor intervención policial, más equipamiento para las fuerzas represivas, el hostigamiento a la juventud pobre, los operativos, la persecución y el ensañamiento hacia los excluidos de este sistema social.

Una casta política al servicio de este régimen social

El fallecimiento del ex ministro del interior generó una importante repercusión en la clase política del país.

Referentes de todos los partidos prodigaron toda clase de elogios y muestras de pesar y congoja por la muerte del líder nacionalista

Nadie pone en duda que Larrañaga dedicó su vida a la defensa y consolidación de este injusto y podrido régimen social. Su compromiso fue con la clase social que está en el poder de este país desde siempre y a ella le dio todos sus servicios.

En este sentido fue un fiel representante de la casta política que gobierna el Uruguay y que no distingue entre blancos ni colorados ni cabildantes y a la que lamentablemente también se le ha sumado la dirigencia del Frente Amplio.

Alcanza con ver las declaraciones de referentes frenteamplistas, que se llenan la boca de elogios, que dicen que es un día duro para la República (Orsi) o que es una pérdida para el país y para todo el sistema político (Mujica).

Dirigentes del PIT-CNT se han sumado también a esta postura y ahora resulta que un integrante central de este gobierno antiobrero y antipopular se convierte en un “profundo demócrata” y “ un buen tipo”.

La dirigencia frenteamplista está tan integrada a este régimen y se siente tan parte de esta casta política que gobierna el país que parece olvidarse de los intereses que defendía Larrañaga.

Por el contrario podemos preguntarnos que significó su figura para los trabajadores, los pobres y los excluidos.

Que pensará de él la juventud pobre que sufre en carne propia la prepotencia policial, que es hostigada sistemáticamente por una policía que con este ministro se sentía a sus anchas para mostrar su faceta más represiva y autoritaria.

Este gobierno multicolor que viene profundizando la degradación de las condiciones de vida de las mayorías, precarizando trabajos, recortando derechos, disminuyendo las políticas sociales tiene en el Ministerio del Interior al garante de la tranquilidad interna, el encargado de evitar la protesta social y de mantener el control social. Al frente de este Ministerio es que estuvo Larrañaga, declarado partidario de la mano dura y la represión.

Las clases dominantes, y sus representantes políticos, rinden homenaje a su figura e intentan construir un símbolo de unidad nacional.

Los trabajadores no podemos olvidar que el accionar político de Larrañaga estuvo al servicio de intereses opuestos a nuestra clase.