
Celeste Vazquez @celvazquez1
Jueves 23 de junio de 2016 04:58
A mediados de los 70 en Argentina se empezó a utilizar el concepto de “patria contratista” para definir un grupo de grandes empresas proveedoras del Estado que se enriquecieron gracias a increíbles negociados, sobre todo con la obra pública. Uno de los exponentes emblema de esa “generación” es el propio grupo Macri, que comenzó su relación comercial con el Estado argentino bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía y que fue altamente beneficiado por la última dictadura militar del 76.
» La coima. Hasta el ex titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, lo reconoció al afirmar que los empresarios llamaban Movicom “porque va con el 15 adelante” a la obra pública. El “15 adelante” no es otra cosa que la coima que privados le deben pagar a funcionarios públicos para obtener licitaciones. Hay algunos que tienen la suerte de “ahorrarse unos manguitos” y no pagar coimas, ya que en vez de tener que pasar por una licitación pública, son beneficiarios de adjudicaciones directas.
» Sobreprecios: van de la mano con la coima. En algunos casos, como es el caso de algunas de las obras ejecutadas por Austral Construcciones -la empresa de Lázaro Báez-, los sobreprecios pueden llegar al 150%. Del sobreprecio, y no de la ganancia, sale la plata para la coima. Si la obra cuesta 100, se “arregla” que se factura por 130 y ese 30 de más se lo reparten entre el coimeado (funcionario) y el coimeador (empresario). Así el que paga es “usted con los impuestos”.
» Adelanto por certificación de obra: el caso López revelo que en muchos casos se adelantaba dinero cuando funcionarios (como López) certificaban el avance de la obra. La secretaría de Obras Públicas, en manos de José López, llegó a pagar el 100% de obras que nunca se terminaron de hacer.
» Testaferros: muchas veces funcionarios son al mismo tiempo los empresarios “encargados” de llevar adelante las obras. Para eso, utilizan una intrincada red de amigos, hermanos, que actúan de testaferros.