El martes 7 de septiembre de 2021, El Salvador se convirtió en el primer país en adoptar el bitcoin como moneda legal, por lo que la población está obligada a aceptar la criptomoneda como medio de pago. Dejando de lado ‒por lo pronto‒ las implicaciones locales de esta implementación, desde la teoría del valor expuesta por Karl Marx en "El Capital" se pueden aportar diversos elementos para el análisis de las criptomonedas.
"El dinero sólo funciona como signo de sí mismo y, por lo tanto, también puede ser sustituido como signos."
Karl Marx
¿Las criptomonedas tienen valor?
Sí, las criptomonedas contienen un valor por el hecho de ser producto del trabajo, es decir, no es un modelo en la cabeza de algunos, sino que ya se ha objetivado (exteriorizado) tal como el software en los dispositivos digitales.
A las y los trabajadores que hacen posible las transferencias, su seguridad y la existencia del producto mismo se les conoce como “mineros” los cuales desgastan su fuerza de trabajo como intelecto que resulta en la creación de software el cual no podría existir sin los miles de computadores conectados en red desde donde se programan sus códigos.
Cabe destacar la relación interdependiente entre trabajo manual e intelectual, en nuestro caso producción de computadoras y software, pues uno no puede existir sin el otro. La importancia de la relación es tal que a Marx le sirvió para distinguir a la humanidad de otras especies animales:
"Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera." [1]
Con el desarrollo de las fuerzas productivas, ramas como la informática han modificado esta composición, en 1984 ‒por ejemplo‒ el costo de un computador dependía en un 80 % de las partes físicas (hardware) y el 20 % en software, para 1990 se invirtió la proporción [2], eso no implica que el trabajo manual tienda a desaparecer, sería tan absurdo como “producir” un computador de puro software, sin hardware [3].
El valor como trabajo humano en general
Como exhibimos, las criptomonedas tienen valor por ser productos del trabajo, gasto humano de fuerza de trabajo o trabajo abstracto. Esto supone que estamos identificando valor con trabajo. Es así que “el aire, la tierra virgen, las praderas y bosques naturales” [4] no tienen valor, ya que no se experimentan como productos del trabajo humano, sino como naturaleza [5]. Sin embargo, es una definición incompleta, ya que excluyendo los medios de trabajo que son tomados directamente de la naturaleza, todo lo producido por el humano, que habría emergido hace 200 mil años aproximadamente, tendría valor, lo cual ‒en términos económicos‒ es inexacto, pues el concepto de valor se reserva para los intercambios en las sociedades mercantiles.
Estos intercambios se diferencian radicalmente de otros en que logran equipararse según el tiempo de trabajo que encierra su producción. Si la producción de un teléfono celular encierra el mismo tiempo de trabajo que un televisor led, estos se pueden cambiar ya que son mercancías equivalentes. En cambio, quien otorga un regalo no espera una retribución de similar valor. Así expresa Marx la cualidad del valor:
"Bajo todas las condiciones sociales el producto del trabajo es objeto para el uso, pero sólo una época de desarrollo históricamente determinada ‒aquella que presenta el trabajo gastado en la producción de un objeto útil como atributo ‘objetivo’ de este último, o sea como su valor‒ transforma el producto del trabajo en mercancía." [6]
Como se ve, en las sociedades mercantiles se experimenta el trabajo humano como un atributo extraíble de los productos destinados al intercambio. Y al experimentar el gasto humano de fuerza de trabajo como atributo exteriorizado (objetivo), se desarrollan procesos que parecieran no ser producidos por la humanidad, como las fuerzas productivas en las sociedades premodernas. He aquí una de las complejidades del valor, la humanidad añade, junto al trabajo humano, otras propiedades nacidas de su entorno histórico-social, y como no es consciente de ello, a sus propios añadidos les atribuye una exterioridad misteriosa, convirtiendo a las mercancías como si fueran cosas con vida propia “no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario como relaciones propias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre las cosas. [7]”
Con lo dicho hasta aquí, cabe retener cuatro aspectos de las mercancías: 1) son productos que como satisfactores de necesidades humanas (valores de uso) se destinan al intercambio como valores de cambio; 2) tienen valor, que siendo trabajo humano en general, no se experimenta como tal, diáfanamente; 3) cuantitativamente el trabajo se puede medir con el tiempo, en las sociedades desarrolladas, como la capitalista, la competencia impone un promedio de tiempo de trabajo para elaborar cada mercancía, si se rebasa o se disminuye trae consecuencias negativas o positivas para el productor (o para las naciones); 4) las mercancías se intercambian en tanto se compara el tiempo de trabajo necesario para su producción, en sociedades con un capitalismo desarrollado, sin considerar perturbaciones, se intercambian tiempos de trabajo equivalentes [8].
La teoría del valor-dinero
Dado que el intercambio mercantil no fue planificado históricamente, sino que emergió del propio desarrollo de las comunidades que comenzaron a contar con productos excedentes [9], el dinero no fue colocado por fuera del proceso, sino que es un resultado del mismo.
Tuvieron que desarrollarse innumerables intercambios, así como la expansión de las propias comunidades, que posibilitaron la creación de equivalentes generales, es decir, de entre el cúmulo de mercancías las que más circulaban comenzaron a jugar el papel del dinero, tales como “la sal, los cueros, el ganado, los esclavos” [10]. Estos equivalentes generales, que en su origen se obtenían del conjunto de las mercancías circulantes, a la postre fueron sustituidos por productos especiales que se elaboraron para tales fines. Las características físicas de los metales (fraccionarse y reunirse al fundirse) permitieron la elaboración de esas mercancías especiales: las monedas.
Como mercancías, no hay que perder de vista que las monedas son productos del trabajo, y como tales, su valor se mide por el tiempo de trabajo social promedio (o tiempo de trabajo socialmente necesario) que se requiere para su producción. Puesto que la obtención de oro y plata es más costosa que la obtención de otros metales, como el cobre, menor cantidad de oro o plata contiene más cantidad de valor que la misma cantidad de cobre. Por esta razón, también a la larga estos metales jugarán el papel de equivalentes generales en su forma de moneda y por lo tanto de dinero en el intercambio de mercancías en general. Hasta 1946, el intercambio mercantil mundial se valió del oro como forma de valor.
Si para el intercambio mundial se usó el oro como dinero mundial, a nivel local-nacional son los estados quienes acuñan monedas y billetes, sin la necesidad que estos sean oro o plata.
Es así que podemos distinguir tres hitos históricos en el comercio: El primero fue fijar equivalentes generales, como la sal o los esclavos; el segundo se presenta cuando se separan mercancías con características especiales para cumplir la función de equivalentes generales, es la época del oro y los metales preciosos. El tercer hito se da cuando el oro (o la plata) puede ser sustituido por monedas y billetes como meros representantes de su magnitud de valor.
Precio y dinero
Cuando se cambian mercancías se comparan sus valores, que la experiencia fija en cantidades de trabajo, pero no de manera transparente a ojos del vendedor o del comprador, sino a sus espaldas, “No lo saben, pero lo hacen” [11]. El precio de una mercancía expresa en una cantidad la magnitud de trabajo que contiene, cuando el dinero mundial era oro, esa cantidad se fijaba en base a ese metal. Cuando el patrón cambió al dólar (más adelante volveremos a ello), la cantidad se fija en base a la divisa norteamericana.
La peculiaridad de la forma precio, posibilita una incongruencia cuantitativa entre la magnitud de valor y el precio, el cual puede diferir; también admite una contradicción cualitativa:
"Cosas que en sí y para sí no son mercancías, como por ejemplo la conciencia, el honor, etc., pueden ser puestas en venta por sus poseedores, adoptando así, merced a su precio, la forma mercantil. Es posible, pues, que una cosa tenga formalmente precio sin tener valor." [12]
Estas dos contradicciones son parte de 15 que pudimos detectar en el capítulo III de El Capital, las cuales en su conjunto hacen comprensible la escisión entre la mercancía y el dinero, además que permiten mostrar “la posibilidad, pero únicamente la posibilidad, de las crisis” [13] que nacen de la circulación mercantil simple, no como “defecto de esa forma” sino como consecuencia de su despliegue.
De la forma mercantil a la forma autónoma de valor
Para el análisis de las criptomonedas, requerimos añadir, aunque sea esquemáticamente, otras de las contradicciones, las cuales permiten visibilizar cómo la forma mercantil se desdobla en forma autónoma de valor (como la denominó Marx), es decir, figuras dinerarias que, sin poder desligarse del valor, se autonomizan como sus representantes:
1. El oro o la plata se desgastan en su circulación, es por ello que los estados (de manera local, no mundial) recurren a la acuñación legal de monedas o billetes que representan la magnitud de esos metales. “Objetos que, en términos relativos, carecen de valor, billetes de papel, quedan pues en condiciones de funcionar sustituyendo al oro, en calidad de moneda” [14].
2. “Como el dinero no deja traslucir qué es lo que se ha convertido en él, todo, mercancía o no mercancía, se convierte en dinero” [15] en virtud de su precio. La sociedad capitalista se distingue de otras sociedades mercantiles en que, al mercantilizar la fuerza de trabajo, vuelca toda su potencia social a la acumulación de dinero-capital [16].
3. La venta de una mercancía no siempre garantiza el pago completo de su comprador. El dinero, que funciona como medida del valor y como el medio de circulación de las mercancías, en este caso se desenvuelve como medio de pago, sustituyendo a los billetes o la moneda como “la forma de un título jurídico privado que lo habilita para reclamar el dinero” [17].
El cuarto hito en la historia del comercio mundial
Como parte de los acuerdos de Bretton Woods, realizados en 1944, en 1946 el dólar sustituyó al oro como patrón de referencia mundial de valor. Entre las condiciones que hicieron posible este cambio nos interesa destacar una que se puede alertar desde El Capital de Marx: dado su posicionamiento como potencia imperialista, EEUU se comportó con el mundo como su Estado global acuñando billetes ante una mayor necesidad de circulante y decide sustituir oro por materiales que “carecen de valor” [18]. En este caso, la necesidad mundial de circulante ante una mayor velocidad en los intercambios surgió de las naciones que tuvieron que cubrir con los gastos ‒sobre todo los bélicos‒ surgidos durante la Segunda Guerra Mundial [19].
EEUU, con el respaldo de su producción industrial y un poder militar que ha obligado a “respetar” el intercambio y los circuitos de su circulación mercantil, impuso el dólar como medida del valor, medio de circulación y medio de pago, es decir, como la forma del valor: el dinero. Sin embargo, no se divorció por completo del oro como medida del valor, se acordó un tipo de cambio fijo a 35 dólares por onza. Fue hasta 1971 que la escisión se consumó y el dólar comenzó a operar como dinero fiat o dinero por decreto [20]. Para Marx, esta situación ya es posible desde la circulación mercantil simple [21]:
"Como el patrón dinerario por una parte es puramente convencional y por la otra requiere vigencia general, a la postre se lo regula por la vía legal." [22].
Es así que se inaugura un cuarto hito en la historia del comercio mundial, el papel-moneda dólar se impone como representante autónomo del valor, como dinero mundial.
Dotado de autonomía, ¿qué pasaría si se satura el mercado de dólares? O ¿se podría acabar con la pobreza produciendo más billetes? Desde la circulación simple, podemos destacar la siguiente observación.
El Estado tiene que fijar por la vía legal un dólar como representante de una cierta cantidad de trabajo, para simplificar digamos que fija 23 dólares por 1 hora de trabajo, con esos 23 dólares se pueden intercambiar mercancías que contengan ese mismo tiempo de trabajo. Si los indicadores económicos no se alteran y el Estado decide producir el doble de billetes que antes, entonces ahora 23 dólares equivaldrán a media hora de trabajo en tanto que representa la magnitud del valor del trabajo. Así, al devaluar el dólar, los precios de las mercancías aumentarán al doble. En vez de acabar con la pobreza, tenemos un fenómeno inflacionario debido a la impresión desmesurada de papel moneda.
Por supuesto, la complejidad de la circulación simple alberga diversas posibilidades que disparan el precio de los productos, los disminuyen o en su combinación los mantienen inalterados. Lo que nos interesa mostrar es que, aunque el dólar se ha autonomizado como la forma del valor, sigue anclado a la cantidad de tiempo de trabajo que dice representar como signo.
Otra contradicción que se vislumbra desde la circulación simple es que ‒según Marx‒ la masa de dinero circulante no tiene que exceder la masa de la magnitud total del valor de las mercancías. Si se llegara a un extremo, por ejemplo, que la masa de dinero circulante fuera igual a la suma del precio de todas las mercancías (suponiendo por ahora que el precio es igual a la magnitud de valor), esto querría decir que, al hacer todas las compras al mismo tiempo, a nadie le faltaría dinero para tal fin. Un exceso de circulante en manos de los compradores puede estar indicando que no necesariamente tuvieron que vender, pues todos tenían dinero, y ¿de dónde obtuvieron dinero si no vendieron mercancías? [23]
El extremo nos plantea el escenario de la especulación financiera, comandada por la banca (quien impone sus intereses en la acuñación de papel-moneda), la cual ha creado burbujas especulativas que rebasan hasta 12 veces la llamada economía real [24]. En la actualidad, la cantidad de circulante a nivel mundial equivale a 6 billones de dólares [25], con esa cantidad se podría adquirir aproximadamente ¼ del mercado mundial valuado en 24 billones de dólares [26].
Desde 2008, a causa de la crisis, el Banco Central de los EEUU ha acrecentado descomunalmente la impresión de dólares para que las corporaciones puedan solventar sus deudas monumentales y así evitar otro colapso financiero, ello sin importarle las consecuencias catastróficas hacia las poblaciones que se ven afectadas directa o indirectamente por la inflación o por la devaluación de sus monedas, entre otros problemas. Según el portal de la Economic Research del Banco Federal de la Reserva de St. Louis, tan solo de 2008 a mayo de 2021, se ha impreso 77 % de los dólares que circulan desde que EEUU terminó con los acuerdos de Bretton Woods.
El papel de la especulación es tal que no puede absorber los montos de los activos que dice representar. Los títulos jurídicos (de deuda, hipotecarios, u otros) en manos de las fianzas son intercambiables por divisas solo pasando de mano en mano, pero el proceso no es infinito como mostró la crisis financiera de 2008; en el último eslabón, ¿quién los compra? Se queda el título, pero no la divisa. Y el título no es dinero, es un papel en manos del acreedor, pero con un deudor al cual le es imposible solventar el monto de la especulación.
Si esta situación se generaliza, estalla una crisis de impagos y con ella la posibilidad de una crisis financiera. De esto se desprende que el dinero, como medio de pago, ya encierra la posibilidad de una ruptura del ciclo mercantil descrito con el esquema Mercancía-Dinero-Mercancía (M-D-M), es decir, los especuladores [27] impiden que continúe el ciclo, el cual se mantiene en el esquema M-D-D’-D’’-D’’’-D’’’’-... hasta que la burbuja se rompe [28].
Las criptomonedas en la lógica de la teoría del valor de Marx
Con estas consideraciones, que nos sirvieron para hacer un repaso de nuestros estudios colectivos de El Capital de Karl Marx, podemos acercarnos a la forma del valor que representan las criptomonedas. La contradicción que se muestra de inmediato es la incongruencia entre su valor y el valor que dice representar, cuando empezamos a escribir el artículo, el bitcoin, por ejemplo, como signo de valor decía representar 47,942 dólares [29]; los costos de producción seguramente están muy por debajo de ese monto. Por otro lado, no es un equivalente general mundial, y al no serlo, entra en contradicción inmediata con la triple función del dinero, sólo puede oficiar de medio de circulación y medio de pago.
Por lo que, desde esa perspectiva, una criptomoneda no es dinero mundial.
Si una criptomoneda no consigue consolidarse como un equivalente general, no podrá sustituir al dólar, una de las vías para alcanzar ese estatus es que algún estado imperialista lo imponga por la vía legal, mientras eso no ocurra seguirá fluctuando tanto como se lo permita la especulación.
Actualmente hay alrededor de 4 mil criptomonedas en el mercado, eso las enfrenta unas a otras en la lucha por convertirse en el equivalente general, pero la existencia de 3999 anula esa pretensión. Las condiciones de su aparente asenso no apuntan a resolver esa contradicción, sino que se inscriben en la crisis de confianza del dólar como moneda mundial ‒devaluado por su monumental impresión sin respaldo en la economía real‒, siendo las criptomonedas una “alterativa” parcial y temporal aprovechada por especuladores [30].
A estas contradicciones, se agrega una de mayor calado: la estanflación, estancamiento de la economía con inflación. Si las criptomonedas se están añadiendo de forma irregular ‒por ahora‒ al circulante, sin sustituirlo, quiere decir que aumentan su masa. Si el incremento es significativo, puede generar una devaluación generalizada, como ya vimos, y por lo tanto fenómenos inflacionarios. Con datos recientes [31], el bitcoin hace aumentar el circulante en un equivalente de 804.199 mil millones de dólares, y 1.149 billones si agregamos la segunda criptomoneda más usada, la Etherum. Si las sumamos a los 6 billones de circulante que ya teníamos, casi se podría comprar ⅓ del mercado mundial, agravando los problemas de especulación y estancamiento, pues son montos que no absorbe la esfera productiva ni están a disposición para el consumo de la población trabajadora mundial.
Mientras las criptomonedas no sean dinero mundial, el nivel de especulación fluctuará en paralelo a la especulación que se hace con el dólar. El resultado seguirá siendo el incremento artificial de la masa de circulante en contradicción con el mercado mundial, ahora contraído por la crisis.
Es así que se ponen en juego las tensiones comerciales entre China y EEUU, pues la implementación de las criptomonedas tiene un impacto desigual en sus economías, tampoco están exentos los intereses del capital financiero, quienes dominan las transacciones, nacionales e internacionales, mediante cobros y pagos digitalizados que hacen innecesario el uso de criptomonedas [32].
Los estados imperialistas, así como los grupos financieros globales y sus organismos, pueden dar manotazos para impedir el uso de las criptomonedas, como el caso del capitalismo chino volcado a la esfera productiva. O, en caso contrario, controlarlo como lo ha insinuado el capitalismo norteamericano, cuyo crecimiento está anclado a la especulación financiera. Apenas en julio el presidente del Sistema de la Reserva Federal de EEUU, Jerome Powell, afirmó: “No se necesitarían las criptomonedas estables ni las criptomonedas normales si existiera una moneda digital estadounidense” [33].
En un escenario de tensiones imperialistas multipolares, que fracturan el dominio hegemónico estadounidense, cuyo telón de fondo es la crisis estructural del capital [34], las criptomonedas solo auguran más expresiones de la crisis.
COMENTARIOS