Los alcances del anuncio de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Cuál es el tamaño de la desilusión de Macri? El espejo en el que se miran Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Los dueños del país siguen ganando mientras cruje el sistema político. ¿Qué hacemos con el malestar?

Jesica Calcagno @Jesi_mc
Martes 11 de abril de 2023 04:48

Macri dijo que es una "profunda desilusión" la decisión de Larreta sobre las elecciones porteñas l Foto: Telam
La incógnita PRO
Se recalienta la interna en el PRO tras la decisión de Rodríguez Larreta de separar la boleta porteña (por medio del voto electrónico) de la nacional, aunque los comicios se hagan en las mismas fechas. El partido amarillo es parte del paisaje de una política tradicional que cruje desde adentro de sus propios espacios. Un sello de época transversal al Frente de Todos y Juntos por el Cambio: dos coaliciones que generaron expectativas, y después de gobernar dejan al país peor que al inicio de sus mandatos. Más que incumplir promesas: empeoraron las condiciones de vida de las mayorías.
El paso que dio Horacio Rodríguez Larreta este lunes tiene diversas lecturas. Algunas en el terreno electoral y otras mirando el día después de las elecciones si llega a la Casa Rosada. Con la intención de mostrar “autoridad”, quedó más recostado sobre el radicalismo y la Coalición Cívica que sobre su propio partido, reafirmando su alianza con Martín Lousteau y Gerardo Morales. El gobernador de Jujuy tiene trayectoria en maniobras políticas de todo tipo para ejercer el poder como en un feudo. Ahora por ejemplo, está en pleno proceso de proscripción de candidatos opositores, con la infaltable colaboración del PJ provincial.
Lo que se abre es toda una serie de incógnitas sobre los alcances que tendrá en la reconfiguración de Juntos por el Cambio. ¿Puede haber ruptura en el PRO? ¿Habrá candidatura de Patricia Bullrich con el respaldo de Macri y buena parte del partido que fundó? ¿Qué ala va a prevalecer en Juntos por el Cambio? ¿Los que están más cerca de Javier Milei o los que apuestan por “el centro” de la mano de Larreta, el radicalismo y la Coalición Cívica? Si Juntos por el Cambio retorna a la Casa Rosada este año, ¿repetirá el cascoteo interno que marcó el experimento del Frente de Todos?
El panorama electoral, a dos meses del cierre de listas, es un permanente barajar y dar de nuevo. Una incertidumbre que genera ansiedad en un poder económico que se relame con el saqueo y sueña con hacer gobernable el ajuste para el “siga siga” de sus negocios. El establishment tiene puestas sus fichas tanto en candidatos de Juntos por el Cambio como del Frente de Todos para sus objetivos. Las promesas de negocios, fuga y saqueo con el estafa del FMI no aparecerán en spots electorales, pero siempre están en encuentros privados, eventos en lujosos hoteles o los viajes a Washington como el quinto que hará Massa desde que es ministro por estos días. Si las mayorías trabajadoras no hicieron más que empeorar sus condiciones de vida con los últimos gobiernos, es porque grandes empresarios y dueños de la tierra, bancos, sí vieron sus promesas cumplidas.
En espejo
Muchos se están preguntando por el tamaño de la “profunda desilusión” que tuiteó Macri, qué forma puede adquirir su respuesta a Larreta. Aunque cuando ejerció el poder, utilizó las mismas maniobras electorales que hoy lo desilusionan. Un Macri que, en pocas semanas, pasó de renunciar a su candidatura como “un acto de sabiduría” para algunos, a ser desautorizado (y ni siquiera consultado) por el jefe de gobierno porteño. Uno que habló contra “las figuras mesiánicas”, pero dejó en claro que pretende ser él quien tenga la última palabra.
La desilusión con sus elegidos se volvió un sentimiento compartido por las dos figuras emblemáticas de la grieta. En el caso del PRO, se desata por el control de su distrito estrella: la Ciudad de Buenos Aires. Macri apuesta a retenerla con su propio apellido en la boleta, por eso entronó a su primo Jorge (intendente de Vicente Lopez desde el 2011). El radicalismo no tiene figura competitiva a presidente, pero sí para disputar la ciudad con Martín Lousteau. Larreta aparece como una amenaza para el ex presidente: sea por la disputa del liderazgo del partido que fundó, por arriesgar la trinchera porteña a manos del radicalismo, por cómo se terminará de reconfigurar la relación de fuerzas al interior de Juntos por el Cambio. Larreta agrega su propio condimento cuando deja trascender que “no quiere ser el Alberto de Macri”. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio se miran a sí mismos en un espejo viejo y astillado.
En Cristina Fernández también aparece la desilusión con el presidente que ella misma eligió. Hace apenas un mes, el “Cuervo” Larroque usó casi las mismas palabras que Macri para referirse a cómo se siente la vice respecto a Alberto Fernández. En su caso, fue desatada por la crónica de una desilusión anunciada: a la medida de la moderación que se buscó con “la jugada maestra” (como la calificaron muchos cuando anunció la fórmula). Con la diferencia de que, siendo parte del mismo gobierno, el único “cambio de rumbo” que promovió su tribu fue la llegada de Sergio Massa a la cartera de economía. Un ministro que, aún haciendo un ajuste más drástico, les genera todo lo contrario a la desilusión. Más bien colaboran a construir la imagen casi de un “Massa salvador del abismo” cada vez que pueden. Un relato que ayuda a mantenerlo en la carrera presidencial, a pesar de que los números de la economía no lo ayudan en nada.
Desenganchados
En paralelo a este nuevo episodio de la interna de Juntos por el Cambio, en el Frente de Todos están consumidos por el debate de las PASO. El cristinismo y La Cámpora aparecen resignados a la imposición de un disminuido presidente, y su nueva “batalla” está centrada en redoblar la apuesta y proponer PASO en todas las categorías, mientras siguen con una agenda que solo interpela a los propios. Este jueves marcharán a Tribunales “contra la mafia judicial” y el fin de “la proscripción” a Cristina. Será un día antes de que el Indec publique la inflación de marzo que todos calculan en 7% o más. Y en la misma semana de entrada en vigencia de la tercera versión del dólar agro de Sergio Massa, que implica una nueva transferencia de recursos a los sectores más concentrados de la economía.
Horacio Rovelli detalló algunos cálculos en El Cohete a la Luna: los subsidios al campo (con las tres versiones del dólar diferencial) y a los bancos (por Leliqs y otros instrumentos financieros) representan el 75% de toda la asistencia social prevista en el presupuesto 2023. Con una particularidad: los primeros beneficios son recibidos por 209 empresas exportadoras y 10 bancos privados, mientras que del lado de la asistencia social hay un universo de más de 18 millones pobres y casi 4 millones de indigentes. La cuenta a favor de grandes empresarios es más abultada todavía: hay otros sectores que reciben millonarios beneficios del Estado. Automotrices, la construcción, petroleras, empresas mineras, tecnológicas como Mercado Libre.
¿Qué hacemos con el malestar?
Eso que llaman desilusión desde el poder, no es más que una cortina de humo de la crisis de un sistema político enfocado en su autopreservación, porque no tiene más recetas para ofrecer que variantes de un ajuste al pueblo trabajador.
Las elecciones provinciales, que comienzan este domingo en Neuquén y Rio Negro, son una prueba de esa crisis y que las dos coaliciones pueden coincidir mucho más de lo que aparentan. En Rio Negro comparten un mismo proyecto y lista una parte del Frente de Todos (fracturado en tres) y la UCR, con el actual oficialismo provincial (Weretilneck). En Neuquén se subieron juntos a la ola de Rolando Figueroa (un ex MPN que puede disputarle la gobernación al mismísimo MPN): el PRO, un sector del PJ, y hasta un grupo de liberales que apoyan a Milei en la presidencial. Hay otros casos curiosos, como la alianza en Salta entre un diputado del Frente de Todos y otro del interbloque de Juntos por el Cambio (del espacio de Olmedo “campera amarilla”).
No hay maniobras ni jugadas maestras que valgan cuando lo que está agotado son años acumulados de herencias neoliberales que degradan la vida de las mayorías. La campaña electoral se va a intensificar, con más internas y disputas entre la política tradicional, las clásicas promesas en spots épicos y motivacionales. El Frente de Izquierda quiere poner en el centro del debate la necesidad de reorganizar el país para los intereses de la clase trabajadora y las mayorías. Será una pelea desde abajo para poner en movimiento nuevas fuerzas para enfrentar lo que viene. Por los planes de ajuste del FMI y porque también estará en juego una reconfiguración del mapa político en esta elección. La disputa por transformar el malestar en una alternativa política de izquierda y otra clase, será parte del camino de enfrentar a la derecha.

Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.