La amenaza de la intersindical francesa de bloquear el país el próximo 7 de marzo ha generado una oleada de entusiasmo entre numerosos trabajadores. Por abajo, se tiene clara desde hace una semana la necesidad de “radicalizar el combate”. Sin embargo, esta convocatoria a una jornada de huelga de veinticuatro horas está lejos aún de constituir la perspectiva de la huelga renovable amplia, esencial para derribar la reforma de las pensiones.
Martes 14 de febrero de 2023 00:04
El pasado sábado 11 de febrero marcó un punto de inflexión en el conflicto por la reforma de las pensiones. Los dirigentes sindicales, en conferencia de prensa, amenazaron con “llamar a los trabajadores, trabajadoras, jóvenes y pensionistas a profundizar la lucha deteniendo toda Francia el próximo 7 de marzo” si el gobierno y los diputados se niegan a escuchar “la protesta popular”.
“Parar Francia”: un cambio de tono frente a la inflexibilidad del gobierno
Hasta ahora la intersindical se negaba a todo llamado a la “radicalización” del movimiento, rechazando cualquier idea de “bloqueo”. El 8 de febrero, Laurent Berger (dirigente de CFDT, central sindical que hegemoniza la intersindical), explicaba en un programa de TV: “ No creemos que el bloqueo sea la solución”. Una posición que encontraba un amplio consenso en la intersindical, agrupada en torno a una estrategia de presión, basada en jornadas aisladas donde la masividad contaría más que el paro efectivo de la economía. Una lógica que ha tenido como consecuencia una progresiva erosión de la tasa de huelguistas a lo largo de las tres primeras jornadas de movilización.
El discurso de la intersindical ha cambiado estos últimos días frente a la inflexibilidad del gobierno, que no cede ninguna migaja respecto a su proyecto de reforma, mientras se multiplican los llamamientos desde la base a radicalizar el movimiento. En un reportaje hecho en Marsella, la cadena Mediapart señaló: “Por parte de CGT y Force Ouvrière (Fuerza Obrera - FO), los representantes sindicales ya han transmitido a sus direcciones la perspectiva de una gran parte de los trabajadores: “ Si hay que perder salario, mejor que sea de golpe y plantear directamente un paro”. Esto se ha convertido en el debate central en cada reunión, asamblea general, cada balance de manifestación”. Una perspectiva que también transmiten numerosos afiliados de CFDT entrevistados en las manifestaciones.
Estos elementos explican el cambio de tono de la intersindical, que confronta los límites de una estrategia basada en la convocatoria de múltiples manifestaciones de masas pacíficas, de la cual la manifestación del 11 de febrero, un sábado sin llamar a la huelga, ha sido el ejemplo más claro. Sin embargo, si el tono ha cambiado, la estrategia por ahora sigue siendo la lógica de la presión.
¿Parar el país de verdad?
Si la convocatoria para “parar Francia” está lejos de ser banal, hay que tener en cuenta que por ahora tan solo consiste en una nueva jornada de huelga de 24 horas y una amenaza. Como explicó Laurent Berger el sábado: “No defendemos la idea de la huelga renovable (…) no estamos llamando a una huelga general”. Una idea que volvió a confirmar el domingo en la cadena de radio RTL: “Hemos decidido convocar el 7, nada más (…) entre el 12 de febrero y el 7 de marzo tenemos mucho tiempo para discutir”.
Sobre la cuestión de la huelga renovable, el tono cambia en otras centrales sindicales que en general suelen ignorarla. Por parte de CGT, Philippe Martinez decía el pasado sábado, al igual que el 8 de febrero, que estaba a favor de las huelgas renovables señalando que: “no se decide a nivel de confederaciones sindicales, sino en cada centro de trabajo”. Algo similar defiende la dirección del FO que decía: “ el 7 de marzo por la noche, en los diferentes sectores o sindicatos, se harán asambleas generales y decidirán que quieren hacer”.
La intersindical por tanto está lejos aún de plantear seriamente la perspectiva de la huelga renovable que movilice al conjunto de la clase obrera, y menos aún buscan colocar todas sus fuerzas en la construcción de esta perspectiva. Siguen confiando de aquí al 7 de marzo con la posibilidad de un cambio de parecer del ejecutivo o del parlamento. Por ello se interpela a que “se discuta el artículo 7” (el artículo 7 del proyecto es el que aumenta la edad de jubilación ) en la Asamblea Nacional, condenando cualquier obstrucción parlamentaria. Una política que se basa en la esperanza de que la derecha derrote a Macron, y que hace pasar la derrota de la reforma por el Parlamento.
Sin embargo, el hecho de haber mencionado la cuestión del bloqueo de la economía ya ha generado un gran entusiasmo en una parte de las bases, que han interpretado estas declaraciones de la intersindical como la promesa de una huelga renovable. El desafío es por tanto cómo aprovechar este espíritu para concretar una perspectiva que vaya más allá de los objetivos de las direcciones sindicales.
Preparar la huelga renovable desde la base apoyándose en las convocatorias sectoriales
A diferencia de las direcciones sindicales, ciertos sectores han comenzado a pronunciarse explícitamente a favor de la huelga renovable. Es el caso de CGT Ferroviarios y el sindicato Sud Rail en la SNCF (empresa pública de ferroviarios), pero también de la intersindical RATP (empresa de transporte parisino) que anunciaron la semana pasada la llamada a la huelga renovable a partir del 7 de marzo. Una perspectiva que defiende a nivel confederal el sindicato Solidaires.
Estas convocatorias funcionan como puntos de apoyo para comenzar a trabajar en esta dirección. Al mismo tiempo, está claro que la movilización dependerá de que amplios sectores se comprometan seriamente con esta perspectiva. En numerosos sectores obreros aún permanece fuerte el rechazo a las huelgas aisladas, luego de las experiencias del 2019 y 2010 dónde las direcciones sindicales no llevaron las luchas más allá de una estrategia de presionar para negociar.
En este sentido, es central llevar adelante una política activa para permitir organizar la huelga renovable amplia a partir del 7 de marzo. Esto significa organizar desde la base todos los centros de trabajo convocando Asambleas Generales que reúnan afiliados sindicales y no sindicales para utilizar las próximas tres semanas para defender la huelga en la empresa y también en el conjunto del sector: subcontratados, empresas vecinas… Un trabajo que deberá permitir desarrollar Asambleas Generales Interprofesionales que actualmente por desgracia no existen.
Por otro lado, un trabajo como este implica ir más allá de las consignas impuestas por la intersindical, que tratan de mantenerse en el terreno estrictamente reivindicativo. a retirada de la reforma por sí sola no bastaría para implicar a toda nuestra clase, incluidos los que ya sufren las pensiones miserables, en una batalla dura y costosa. En este sentido, urge establecer un programa de reivindicaciones que vincule la retirada de la reforma a la obtención de la jubilación a los 60 años para todos (y a los 55 para los trabajos insalubres), al aumento de los salarios y su indexación a la inflación, pero también a medidas para reducir el tiempo de trabajo compartiéndolo entre todos.