Esta vista de Buenos Aires a vuelo de pájaro nos permite reflexionar sobre los contrastes de una ciudad en la que se construyen miles de metros cuadrados para la especulación inmobiliaria mientras cientos de miles de ciudadanos viven hacinados en barrios precarios.
Sábado 28 de septiembre de 2019
Foto: Néstor Barbitta
La autopista Illia nos lleva directo y sin escalas a la ciudad rica pasando por encima de la otra ciudad: el Barrio 31 o Barrio Padre Mujica, antes Villa 31, y mucho antes Villa Desocupación, que podría haberse quedado con ese nombre, ya que hace décadas que no para de crecer gracias a las bondades del capitalismo.
Allá enfrente entonces, esa ciudad que empieza en la Av. Del Libertador, con las torres y el shopping hacia la derecha, y más allá los museos, la plaza Francia, Recoleta y el barrio de las mansiones y las embajadas, adonde íbamos a pasear de niños en aquellas vueltas en auto de los domingos, esas salidas a ver casas lindas. A la izquierda de la foto, más torres de lujo se alinean hasta llegar a Retiro, con la barranca de la plaza San Martín rodeada de los edificios más caros de la ciudad, allí donde comienza el distrito financiero del microcentro porteño, la city.
Hacia abajo, cruzando Libertador están las vías de los trenes que entran y salen de las tres terminales. De este lado de las vías, empieza la otra ciudad, la que sigue creciendo, la que no pudieron sacar. Tampoco pudieron taparla con arbolitos, rejas y enredaderas. Y dentro de poco el nuevo trazado de la autopista Illia ya no le pasará por arriba, la va a esquivar, acercándose a la avenida. Nunca soportaron ver la miseria tan de cerca, a tres metros apenas de las ventanillas de sus cuatroporcuatro.
Hubo intentos de arrancar de cuajo a la Villa de esas tierras valiosas. El desarrollo de Puerto Madero, que ya lleva treinta años, se iba a completar y continuar, a fines de los noventa, con el llamado Proyecto Retiro: la reubicación de las vías en una sola terminal de trenes para despejar la franja que va desde la actual terminal del tren Mitre casi hasta la calle Salguero, pasando por detrás de la Facultad de Derecho. Noventa hectáreas de torres y viviendas de lujo en una de las zonas de mayor valor inmobiliario iban a cambiarle la cara a la ciudad y la vida a los 40.000 habitantes del Barrio, que hubieran sido desalojados. Claro que además se hubieran engrosado las cuentas bancarias de los desarrolladores y las constructoras, aunque si observamos el continuo y desbocado crecimiento de Puerto Madero, no se quedaron sin negocios por hacer.
El desalojo total y de una sola vez del Barrio, como hubieran querido, se hizo inviable. La resistencia de sus habitantes encontró sustento profesional en diversos proyectos de urbanización generados desde fines de los 80 en conjunto con docentes y estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UBA. En 2009 la Legislatura de CABA finalmente aprobó, después de más de una década de idas y vueltas, el primer proyecto de reurbanización que daba marco legal a la consolidación del barrio. Pero se mantuvo cajoneado durante los últimos tres mandatos del ejecutivo porteño. Las únicas obras realizadas fueron desagües pluviales y el pavimentado de algunas calles. También se entregó pintura de colores vivos para cambiarle la cara al barrio Mugica. En el último año se empezaron a construir viviendas, aunque no está nada clara la forma de adjudicación.
A fines el año pasado la Legislatura (la bancada del PRO con la ayuda del Bloque Peronista, el Socialismo y la Coalición Cívica) aprobó en una sesión escandalosa, custodiada por vallas y un grueso cordón policial, un nuevo proyecto, resistido por los vecinos y hecho a la medida del líder del PRO y sus amigos desarrolladores, por el cual se entregarán títulos de propiedad a cambio de hipotecar las viviendas. Quien se atrase en las cuotas, se quedará en la calle y se le rematará su casa. Otra forma de desalojo: gran parte de los habitantes históricos tendrán que irse del barrio, en una gentrificación forzada.
Te puede interesar: Villa 31: vidas precarias despreciadas por todos los Gobiernos
A pesar de todo, este barrio popular que no para de crecer desde hace cuarenta años, habiendo sobrevivido a la represión de la dictadura, demostró que el urbanismo real se hace a pesar de los urbanistas. Cuando no hay planificación, o cuando no se destinan los fondos necesarios porque se priorizan pagos de deudas fraudulentas y se financian fugas de capitales, el impulso de las familias explotadas y pauperizadas por hacerse de un lugar donde vivir no se detiene.
¡Es el capitalismo, estúpidos! podríamos exclamar ante las miles de excusas que se han puesto para no resolver el problema habitacional en el país quienes gobernaron y administraron esta democracia para ricos desde 1983 hasta la fecha. Lo que demuestra que no hay manera de resolver el problema de la vivienda sin afectar los intereses de las grandes desarrolladoras inmobiliarias.
La foto aérea muestra crudamente a las dos ciudades que no se juntan, con la autopista que saltea a la otra ciudad, la de los explotados y postergados, y le pasa por arriba para no verla, para seguir de largo rápido y hacer como que no existe.