Las maestras y maestros, junto con las madres y padres de familia, debemos organizarnos para demandar que las escuelas cubran las necesidades de nuestros estudiantes, incluyendo la alimentación.
Miércoles 17 de mayo de 2023
Todos los días, alguno de nuestros alumnos llega al escuela sin desayunar. ¿A cuántos nos ha tocado presenciar que no traen lunch, ni un poco de dinero para comprar algo en la cooperativa escolar? Incluso, hemos escuchado a nuestros estudiantes expresar que tienen hambre y darnos cuenta que no atienden la clase por estar pensando en qué podrán comer. De hecho, estas situaciones cada vez son más frecuentes y no solo le pasan a uno o dos alumnos sino que son varios quienes lo padecen en una misma aula.
También en las escuelas se puede observar que nuestros alumnos tienen problemas de desnutrición, anemia, sobrepeso u obesidad. Se suele responsabilizar a las escuelas y a los maestros de esta problemática, con el argumento -real- de que en las cooperativas escolares se vende pura comida chatarra. También se culpabiliza a las madres y padres de familia por no asegurarles una buena alimentación a sus hijas e hijos.
Sin embargo, es sabido que las cooperativas escolares en muchos casos sirven como ’caja chica’ de los directivos y que transfieren parte de sus ganancias a la SEP, por lo que se antepone el interés económico de unos cuantos funcionarios, empresas y concesionarios, a la salud y el bienestar de millones de estudiantes.
En tanto que a las madres y padres de familia, con sus raquíticos salarios y los elevados precios de los alimentos, a pesar de laborar jornadas extenuantes o de tener más de un trabajo, cada vez les resulta más difícil cubrir las necesidades alimentarias de sus familias.
Por lo que habría que buscar a los verdaderos responsables en las instituciones de gobierno, que no garantizan el derecho humano a la alimentación, así como en los empresarios que pagan bajos salarios y aumentan los precios para seguir acumulando ganancias.
Cifras de la mala alimentación de las niñas, niños y adolescentes
De acuerdo con datos de la UNICEF, en México 1 de cada 8 niños y niñas menores de 5 años presentan una talla baja (moderada o severa) para su edad. Además, este organismo menciona que cuando padecen desnutrición son más propensos a morir por enfermedades y presentar retraso en el crecimiento durante el resto de su vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que nuestro país ocupa el primer lugar en obesidad infantil en el mundo. Al menos 1 de cada 20 niños y niñas menores de 5 años padece obesidad, lo que favorece el sobrepeso durante el resto de su vida y los pone en riesgo de sufrir enfermedades circulatorias, del corazón y de los riñones, diabetes, entre otras. La proporción de niños y niñas mayores de 5 años con sobrepeso u obesidad aumenta a 1 de cada 3. El principal problema de nutrición que padecen niñas y niños de entre 6 a 11 años es la presencia de ambos padecimientos, obesidad y sobrepeso.
La inflación, un enemigo para la buena alimentación
La inflación -aumento de precios- se incrementó significativamente desde hace ya muchos meses y se mantiene alta, como consecuencia de la guerra en Ucrania y de las dificultades que enfrentan las cadenas de comercio y producción internacionales.
Este fenómeno se ha mostrado como un terrible enemigo para las familias trabajadoras mexicanas, ya que los precios de los productos de la canasta básica aumentan constantemente y, con los bajos salarios, cada vez disminuye más su poder adquisitivo. Además, la población tiene otras necesidades que cubrir (como alquiler, transporte, salud, educación, ocio, etc.), para las que no alcanza.
Los 24 productos que integran el Paquete de Alimentos Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) que determinó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en vez de cumplir su objetivo se encareció 61.72%, a 10 meses de su puesta en marcha. En enero de este año, dicha canasta costó 1,100.08 pesos, pero en marzo su precio aumentó a 1,542.50 pesos, es decir, 442.42 pesos más, esto es un 40.22%.
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Los tratados comerciales con las trasnacionales y los gobiernos extranjeros han afectado la soberanía alimentaria de nuestro país. Un ejemplo de ello fue el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) que se puso en marcha en 1994, el cual generó múltiples problemáticas en el campo como la creciente privatización de los ejidos y tierras comunales, el acaparamiento de tierras por caciques y empresas, el abandono del campo y la migración forzada de los campesinos, una brutal explotación de los jornaleros agrícolas, la pérdida en la diversidad de granos mexicanos (frijol y maíz), entre otros.
Investigadores aseguran que, antes de este tratado, México tenía autosuficiencia alimentaria en granos básicos. Ahora, la mayoría de estos granos son importados. Además, el TLCAN aumentó el uso de pesticidas y cultivos transgénicos que agravan el medio ambiente y la salud de los consumidores. Este tratado también favoreció a las empresas trasnacionales y grandes marcas que venden millones en comida chatarra. El TLCAN se renegoció y se le cambió el nombre a T-MEC, el cual entró en vigor en 2020, avalado por los gobiernos de AMLO y del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
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Exijamos comedores gratuitos en las escuelas
Algunos de mis alumnos me han preguntado, ’¿por qué aquí en la escuela no hay comedores, como pasan en las películas?’ Los comedores gratuitos serían una solución para muchas de las problemáticas de la alimentación de nuestros alumnos. Estos tendrían que estar subsidiados por el gobierno, además de contratar a nutriólogos que puedan monitorear los problemas de alimentación de los estudiantes y propiciar que se puedan corregir a tiempo, en conjunto con médicos, enfermeros y psicólogos, personal que debería de haber en cada escuela.
En el caso de los hogares de nuestros estudiantes, para poder asegurar una alimentación saludable, balanceada, nutritiva así como suficiente, debemos de impulsar un gran movimiento tanto de maestr@s, madres y padres de familia, que en conjunto con las organizaciones obreras y populares, luche por un aumento general de salarios, para que todos cubran como mínimo las necesidades básicas de las familias y que aumenten más que la inflación automáticamente cada que ésta se incremente.