En medio de los múltiples ataques hacia las universidades, del deterioro cada vez más agudo de las condiciones de trabajo y de estudio, las huelguistas de la Universidad de Saint Denis encarnan el rostro mayoritario de la precariedad, el de las mujeres, un rostro lleno de determinación y combatividad.
Malena Vrell Paris | @MalenaVrell
Sábado 28 de febrero de 2015
Fotografía: Foto LID-Malena Vrel}
Fotografía: Foto LID-Malena Vrel
La lucha del personal de la Universidad de Saint Denis se sitúa en la continuidad de las luchas que estallaron tras la ley de autonomía de las universidades (LRU), iniciadas bajo Sarkozy y continuadas a través de la Ley Fioraso bajo el gobierno de Hollande. Leyes cuyo objetivo no es sino someter la educación superior a un poder cada vez más alejado de la enseñanza y más cercano a la financiación privada y a los dictados del mercado.
Inicialmente relegadas a los cuatro muros del hogar, la entrada de las mujeres al mundo laboral se hizo al calor de las luchas y de las necesidades capitalistas de mano de obra barata. Pero si su presencia en el mercado de trabajo francés no ha dejado de aumentar (47,7% en el 2012 en comparación a 34% en 1960), en los hechos, esto no implicó el mismo vuelco en cuanto al trabajo reproductivo efectuado gratuitamente ni en la repartición sexuada del trabajo.
Explotadas y oprimidas, a las diferencias salariales (25% en Francia), a la doble jornada laboral y al techo de cristal, se tiene que agregar la discriminación sectorial que encierra a la mayoría de las mujeres en los trabajos donde se considera que mejor pueden encarnar las “virtudes femeninas” (administración, salud, social, servicios de ayuda a la persona).
Las mujeres constituyen el 73% del sector administrativo de la función pública, ocupando las categorías menos remuneradas, los puestos menos reconocidos y los contratos más precarios (contractuales y contratistas individuales). Aún más tratándose de mujeres de origen inmigrante, cuyas cadenas de opresión las ubican en el peldaño más bajo. Las huelguistas de la Universidad de Saint Denis son un fiel retrato de esta realidad.
Una huelga realizada por las mujeres
En un contexto de luchas contra la precariedad en la enseñanza superior, sobre todo en la universidad Lyon 2 y Paris Sur, la de la Universidad de Saint Denis es reveladora tanto del lugar como del rol motor jugado por las mujeres.
Desde el 19 de enero, el personal de Categoría C (una de las categorías más precarias), que luego se reagrupó en un “Colectivo de salarios bajos”, se puso en huelga para reclamar un aumento salarial y mejores condiciones de trabajo.
El aumento de 98 euros netos para el conjunto del personal administrativo, incluyendo a contractuales y contratistas individuales se convirtió así en la principal reivindicación. Mayoritarias entre los huelguistas, la lucha de las trabajadoras por sus salarios permitió igualmente el surgimiento de problemáticas ligadas a su condición de mujeres trabajadoras.
Los obstáculos ligados a las presiones familiares, a su invisibilización en el trabajo, a las relaciones jerárquicas y genéricas así como al conjunto de violencias que sufren dentro y fuera de sus centros de trabajo, se abren campo en las discusiones y pueden ser el punto de partida de una reflexión más profunda alrededor de la articulación entre trabajo precario y las diversas opresiones que sufren en tanto mujeres, por lo general, racializadas.
Lo privado se vuelve político, los padecimientos cotidianos dejan la esfera de lo individual, de lo anecdótico, a través de la toma de consciencia de las normas impuestas por una sociedad capitalista y patriarcal. Hay materia en abundancia para politizar las reflexiones aun más cuando del otro lado de la mesa de negociaciones, el reflejo de quien toma las decisiones en la universidad resulta diametralmente opuesto a la realidad de las huelguistas. A pesar del género que las une, esta huelga ha mostrado que son intereses de clase muy diferentes los que las enfrentan una a otras.
Huelga y gestión de las finanzas: entre opresiones e intereses de clase
“Porque no queremos una sociedad en la que el saber, la investigación y la creación sean menospreciados y sometidos a la rentabilidad contable…” Conocida por sus trabajos sobre los movimientos sociales y reconocida en tanto intelectual de “izquierda”, las palabras dichas en el 2009 por Danielle Tartakowsky, la actual presidenta de la Universidad de Saint Denis, se encuentran hoy en día más bien del lado de la ironía dramática.
Si la opresión de género golpea al conjunto de las mujeres, los intereses de clase ponen en evidencia la toma de partido que las separa en las luchas. La opacidad en las cuentas, las maniobras y amenazas escandalosas entre las cuales se encuentra la retención de salario de las huelguistas que se hará efectiva a partir de marzo, algo histórico en esta universidad hija de Mayo del 68, contribuyeron en darle nitidez a las fronteras.
Sobre este punto, las huelguistas marcaron un elemento mayor mediante la exigencia de transparencia en la gestión del presupuesto de su universidad, cuya opacidad actual ha permitido postergar arbitrariamente las reivindicaciones salariales así como esconder las diferencias abismales de salarios y las irregularidades en la distribución del presupuesto estatal. Se trata de un paso adelante hacia la gestión de los trabajadores y estudiantes de su propia universidad, actualmente bajo el yugo de una lógica de clase excluyente y de intereses empresariales.
Solidaridad de clase contra los ataques hacia las mujeres trabajadoras
Convencidos de que para que la lucha sea victoriosa, la solidaridad de clase era necesaria, el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) de la Universidad de Saint Denis apoyó activamente y desde sus inicios esta huelga y abogó sobre todo por la construcción de solidaridad y la convergencia con otros sectores de trabajadores y estudiantes.
El momento más fuerte de ésta se realizó el 19 de febrero, durante la fiesta de apoyo a los huelguistas de la universidad, en la que los mensajes de solidaridad llegaron desde diversos rincones del mundo. Desde la Universidad de Sao Paulo pasando por Atenas, Lyon 2 y la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, así como por parte de trabajadores del correo, ferroviarios, de la Alcaldía de Saint Denis y trabajadoras de limpieza del Hotel Royal Monceau, las experiencias de lucha y el apoyo internacionalista mostraron hasta que punto la alianza de clase puede marcar un antes y un después en la relación de fuerzas y se vuelve en este sentido determinante para la lucha.
A pesar de que la presidenta continúa rechazando el aumento de 98 euros, es precisamente la relación de fuerzas construida al calor de la huelga la que logró arrancarle la promesa de aumento de 70 euros brutos, para el conjunto del personal, contractual y contratista individual, lo que está muy lejos de ser insignificante.
Las huelguistas de la Universidad de Saint Denis son por lo tanto un ejemplo de lucha contra los ataques hacia la enseñanza superior, pero también, contra la alianza entre patriarcado y capitalismo. Alianza que, apoyándose sobre el conjunto de las opresiones, busca dividir, incluso al interior de nuestra clase, para explotar mejor, y que encuentra en la precariedad femenina, invisibilizada, legitimada, uno de los puntos de apoyos más confortables.
A escasos días del 8 de marzo, no podemos pensar en la lucha de las huelguistas de Paris 8 sin recordar a quienes antes que ellas tomaron las calles en Petrogrado en 1917, las que combatieron y continúan haciéndolo por el derecho al aborto libre y gratuito, las que estuvieron en las primeras filas de los procesos revolucionarios árabes, las que luchan en Grecia contra la austeridad y los despidos, a imagen de las trabajadoras de limpieza del Ministerio de Finanzas, y las que hoy en día pueblan las calles de Turquía contra la violencia hacia las mujeres.
Todas estas mujeres cuya determinación, lucha y a veces incluso la vida fueron necesarias para las conquistas de hoy y en nombre de quienes continuaremos luchando por nuestras victorias de mañana.