Largos periodos de espera a los que se deben enfrentar miles de pacientes en los diferentes sistemas de salud. Un problema de financiamiento. La crisis se profundiza.
Martes 27 de junio de 2017
La situación en la Salud Pública es crítica. En los últimos meses se ha acentuado la discusión en torno al actual estado en que se encuentra la salud en nuestro país, y se han develado incluso casos de corrupción dentro de centros de atención.
Uno de los temas que por más años se ha arrastrado en el fondo de las críticas al sistema de salud son las horas de espera en los servicios de urgencias, que, si bien han disminuído en lo últimos seis años, aún no alcanzan los estándares mínimos con que debieran contar los pacientes para que la atención que reciban sea adecuada y oportuna, actualmente con un tiempo de espera superior a las 12 horas en servicios de urgencias para acceder a una cama, para alrededor de un quinto de los pacientes de la red pública.
Ahora bien, sabemos que esto no depende de la atención brindada por el personal de salud en los distintos centros, quienes, en condiciones de precarización laboral como muchos otros trabajadores del país, logran entregar, en la medida de lo posible y permitido por el sistema mismo, atención pública a quienes lo necesitan.
Sin embargo, el problema subyacente continúa siendo la falta de acceso a salud oportuno y universal, enfrascado en un profundo problema de financiamiento, con desvío de recursos en mayor porcentaje al sector privado, lo que se traduce en falta de insumos y recursos en los diversos centros asistenciales.
A esto se suma un problema de cobertura, debido a que si las patologías no están dentro del programa de Garantías explícitas en salud (GES), no empuja al sector público, focalizando las prestaciones y oportunidad de atención.
Todo en marco de una falta de regulación. Cuando los pacientes que requieren camas no pueden acceder a ellas en un determinado centro por falta de éstas, lo que ocurre generalmente es que se realicen compras de servicios a otros centros o al sector privado, lo que ha sido nicho de variadas irregularidades ligadas con centros de atención privada.
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El problema de fondo sigue siendo, la importancia que han dado los distintos gobiernos al problema de salud, sin querer hacerse cargo hasta el final del problema de financiamiento y regulación profundo que existe. Mientras siga estando al centro, la ganancia de aquellos empresarios del sector privado de salud, en desmedro permanente de la salud pública, y sin garantías ni interés real del Estado de modificar en ningún sentido la calidad de atención en salud que recibe el 80% de la población, la crisis en salud solo podrá profundizarse.
Pero nuestra salud vale más que sus ganancias, y nadie más que el pueblo trabajador es quien debe, por medio de la organización, levantar las grandes demandas para disputar la conquista de una salud pública de calidad y con acceso universal, a la minúscula parte de la población que gobierna y dirige el país.
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