Las trabajadoras de limpieza de los centros sanitarios y hospitales están en pie de guerra. Exigen ser consideradas personal de primera línea, estar incluidas en los planes de vacunación dentro del grupo de personal sanitario y que se reconozca también para ellas la Covid como enfermedad laboral.
Raquel Sanz Madrid
Viernes 12 de febrero de 2021
Las trabajadoras de limpieza de los centros sanitarios están en pie de guerra, los motivos: que no han sido incluidas en los planes de vacunación contra el virus de la Covid-19 para los profesionales de los hospitales y centros sanitarios, y además, la decisión del Gobierno en la que reconoce el Covid-19 como enfermedad laboral para todo el personal socio sanitario que trabaje directamente para los centros hospitalarios, pero que deja fuera al personal de contratas, como es en este caso las limpiadoras de muchos hospitales. Todo un despropósito por parte del “Gobierno mas progresista de la historia”. En concreto, ha desarrollado este plan el Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Jose Luis Escrivá.
Las trabajadoras del Hospital de la Fe en Valencia —uno de los más saturados por la crisis de la Covid—, nada más enterarse de esta discriminación por parte de sus responsables, se organizaron, convocaron una reunión improvisada a las puertas del hospital y decidieron concentrarse con mensajes que denunciaban esta situación.
En la protesta participaron la totalidad de las trabajadoras del hospital, concretamente 310 mujeres en tres turnos.
«Con esta acción quisimos hacernos visibles, porque siempre somos invisibles y en algún momento tenían que darse cuenta de que existimos. Es todo muy frustante e indignante.» Han contado las trabajadoras en algunos medios.
Muchas de las trabajadoras denuncian las condiciones de precariedad impuestas por las externalizaciones. Las externalizaciones son fruto de años de políticas privatizadoras en los servicios públicos y permiten un avance en las condiciones de precariedad de las y los trabajadores de estos servicios como la sanidad, educación o servicios sociales.
Con esta forma de explotación y maltrato todos ganan menos las trabajadoras que ven aumentada su precarización mientras se hace negocio con los servicio públicos y con sus condiciones laborales. La lógica con la que funcionan las externalizaciones es muy perversa y tiende a la degradación de las condiciones de trabajo de manera permanente en servicios que antes eran públicos. También avanza en el intento de dividir a los trabajadores entre fijos y subcontratados.
Estas externalizaciones son posibles gracias a las leyes que permitieron avanzar en el proceso privatizador de la sanidad como la ley 15/97 que contaron con el apoyo del PSOE.
Desde siempre los capitalistas y sus gobiernos han seguido la estrategia de dividir a la clase trabajadora entre hombres y mujeres, nativos y extranjeros, fijos y contratados, por orientación sexual. Nosotras, las trabajadoras consideradas esenciales, como las limpiadoras, las Kellys, las trabajadoras de atención a domicilio, jornaleras, enfermeras, profesoras, etc., tenemos que organizarnos para pelear en contra de la precariedad. Tenemos que demostrar nuestra fuerza este 8 de marzo y luchar por un feminismo anticapitalista, antiracista y de clase, y pelear por unos servicios públicos, bajo el control de las trabajadoras y trabajadores, libres de empresas que roban el dinero público.