Los empresarios financian millonarias campañas a sus candidatos, quienes votaran leyes a sus beneficios. Frente al poder económico, es necesario fortalecer una campaña con militante que exprese a voz del pueblo trabajador.

Néstor Vera Médico.
Miércoles 13 de septiembre de 2017
El estallido de casos sobre financiamiento irregular a la política, donde grandes empresarios y grupos económicos financiaban a partidos, candidatos y sus campañas para así tener agentes a sueldo en el parlamento, implica cambio a la ley sobre Transparencia, Límite y Control del Gasto Electoral. Con estas modificaciones los candidatos a diputado por el distrito 3 tiene un límite de $196.208.875 y quienes postulan a CORE tiene como tope $79.312.153.
Dentro de la campaña financiera los partidos empresariales y sus candidatos llevan la delantera, con millonarios financiamientos. La actual diputada de RN, Paulina Nuñez, proyecta un gasto $80.000.000, mientras que Marcela Hernando anuncia que su campaña bordeara los $98.000.000.
Sin duda en las elecciones el financiamiento económico tiene un peso fundamental, determina la capacidad de producir material gráfico, viajes, posicionarse en redes sociales, comprar espacios en los medios de comunicación e incluso contratar “voluntarios” (como hacen habitualmente los partidos empresariales). Es decir, es la forma material por la cual los empresarios instalan a sus figuras, sus ideas y su política, logrando abarcar a amplios sectores de trabajadores y pobladores.
Por estos medio (y tantos otros) es que los empresarios hacen hegemonía, logrando que trabajadores terminen incluso votando por candidatos que representan a sus jefes, a los patrones que día a día los explotan en trabajos precarios, con sueldos de hambre, inestabilidad laboral, sin educación de calidad y sin derecho a la vivienda digna.
En esta contienda los candidatos anticapitalistas del Partido de Trabajadores Revolucionarios tiene una gran tarea, el desafío es posicionar programa socialista y anticapitalista dentro ciclo electoral, logrando disputar no solo el voto, sino que la conciencia el miles de trabajadores, mujeres y jóvenes para una perspectiva revolucionaria. Que enfrente a los dueños de Antofagasta como Luksic y las grandes transnacionales como BHP Billiton, y a sus aliados en el parlamento de la Nueva Mayoría y Chile Vamos.
Esta gran batalla no cuenta con el financiamiento millonario de los políticos empresariales, no cuenta con “voluntarios” pagados, su fuerza está en los sindicatos, fabricas, universidades, escuelas y liceos. Su potencia es la militancia activa y la convicción por estas ideas, que también cientos de trabajadores, jóvenes y mujeres tomen en sus manos para impulsar activamente este programa y esta campaña.