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Red Internacional
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A 100 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA. Las mujeres a cien años de la Revolución rusa

La agrupación Pan y Rosas culminó la primera parte del taller de debate sobre feminismo y marxismo al calor del #NiUnaMenos, basado en el libro “Pan y Rosas. Pertenencia de género, antagonismo de clase en el capitalismo”, de Andrea D’Atri.

Lunes 16 de enero de 2017 19:05

Este tercer encuentro, que se realizó en Ramos Mejía, recorrió principalmente el capítulo cinco del libro, destinado al rol y experiencia de las mujeres en el primer estado obrero de la historia. A semanas de cumplirse 100 años de aquel 8 de marzo que inició la Revolución rusa, recuperar esta experiencia es esencial por el aporte de las bolcheviques a la lucha de las mujeres por su emancipación.

En el encuentro anterior, habíamos abordado la contribución del marxismo revolucionario, desde mediados de siglo XIX hasta la primera guerra mundial. Continuadoras de esa experiencia serán las bolcheviques rusas.

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Las mujeres rusas frente a un nuevo siglo (XX)

El capítulo del libro en el que estuvo basado el taller, comienza con una inspiradora descripción de las luchas y huelgas protagonizadas por las mujeres trabajadoras de la Rusia del naciente siglo XX. En esos años es que Alejandra Kollontai, adelantándose a la historia, escribió: “cada nuevo objetivo de la clase trabajadora representa un paso que conduce a la humanidad hacia el reino de la libertad y la igualdad social: cada derecho que gana la mujer le acerca a la meta fijada de su emancipación total”.

Ya en 1907, la militante bolchevique, brindará en sus textos de avanzada, cuenta de la degradación de las relaciones sociales que sufren las personas en el seno de la familia, por la falta de autonomía material y por ende espiritual (en el sentido de “subjetiva”) de las mujeres. Explicará cómo sobre esas células familiares, se asienta el poder de la sociedad y el Estado capitalista. Y dejará en claro, el camino a recorrer por las socialistas, que levantan en alto las banderas de la libertad de la mujer, con el horizonte de liberación de la humanidad hermanadas con la clase trabajadora mundial.

Kollontai, sostenía que sólo reformas radicales que afecten las relaciones sociales darían paso a la liberación material y subjetiva de las mujeres. Esas reformas radicales eran por ejemplo que las obligaciones familiares pasasen a ser tareas llevadas a cabo por la sociedad y el Estado.

Las bolcheviques, como Alejandra, fueron continuadoras de la tradición del marxismo revolucionario. Pero se presentó ante ellas un nuevo mundo que nacía entre la guerra imperialista y la primera revolución proletaria. Con creatividad y audacia de aires libertarios, dieron respuestas a grandes y nuevas realidades.

Las mujeres en la revolución

Las trabajadoras, principalmente las textiles, dieron inicio a la revolución rusa, cuando el 8 de marzo (del calendario occidental) protestaron reclamando pan, paz y libertad.

Inmediatamente, y antes que los países más adelantados del mundo, las mujeres rusas conquistaron el derecho al voto, y ser votadas. Luego de la toma del poder, en octubre de 1917, accedieron al derecho al divorcio, al aborto, a la eliminación de la potestad marital, y la igualdad entre el matrimonio legal y el concubinato. ¿Cuantos años tuvieron que transcurrir para que solo algunos derechos se conquisten en los países capitalistas?

Wendy Z. Goldman, en su valiosa investigación sobre este periodo, aclara que “a pesar de las innovaciones radicales del Código de 1918, los juristas señalaron rápidamente ‘que esta legislación no es socialista, sino legislación para la era transicional’. Ya que este Código preservaba el registro matrimonial, la pensión alimenticia, el subsidio de menores y otras disposiciones relacionadas con la necesidad persistente aunque transitoria de la unidad familiar. Como marxistas, los juristas estaban en la posición extraña de crear leyes que creían que pronto se convertirán en irrelevantes”.

Crear estas leyes era necesario, pero no suficiente para liberar a las mujeres que estaban esclavizadas al trabajo doméstico, oprimidas por costumbres ancestrales, que era necesario erradicar de la cultura y la vida social. Una transformación radical era necesaria.

Educación, tareas domésticas y familia en la revolución

León Trotsky en 1923 problematiza en “Problemas de la vida cotidiana” las transformaciones en el seno familiar, cómo asumir una educación colectiva y la socialización de las tareas domésticas. Allí afirma que “la preparación material de las condiciones para un nuevo modo de vida y una nueva familia, no puede separarse tampoco del trabajo de la construcción socialista. El estado de los trabajadores necesita mayor prosperidad (...) El lavado debe estar a cargo de una lavandería pública, la alimentación a cargo de comedores públicos, la confección del vestido debe realizarse en los talleres. Los niños deben ser educados por excelentes maestros pagados por el estado y que tengan una real vocación para su trabajo. Entonces la unión entre marido y mujer se habrá liberado del influjo de todo factor externo o accidental y ya no podrá ocurrir que uno de ellos absorba la vida del otro. Una igualdad genuina será al fin establecida. La unión dependerá de un mutuo afecto”.

La creatividad de los revolucionarios era tan superior que hasta llegaron a delinear la idea de crear ciudades para niños y niñas, autogobernadas, y asesoradas por docentes y trabajadores de la salud.

“La revolución trató heroicamente de destruir el antiguo hogar familiar corrompido, institución arcaica, rutinaria, asfixiante, que condena a la mujer de la clase trabajadora a los trabajos forzados desde la infancia hasta su muerte. La familia, considerada como una pequeña empresa cerrada, debía ser sustituida, según la intención de los revolucionarios, por un sistema acabado de servicios sociales (...). La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer, y en consecuencia, a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular”. Así era como reflejaba León Trotsky, en La Revolución Traicionada, la dinámica revolucionaria donde se destruyen las reaccionarias relaciones sociales de dominación del pasado, y empiezan a sentarse las bases de otras nuevas, radicalmente opuestas.

Pero dar pasos en una verdadera emancipación no era posible en medio de la miseria socializada, consecuencia de la guerra civil y guerras imperialistas. La única posibilidad se encontraba en el desarrollo de la revolución internacional.

Las mujeres en el stalinismo

Con el stalinismo comenzó la etapa de reacción sobre lo que habían sido las conquistas de la revolución. Se limitó la socialización de los servicios de guarderías, lavaderos y comedores, se desterró el culto a la familia, y se estableció el matrimonio civil como única forma legal de unión frente al Estado, y hasta se suprimió la sección femenina del Comité Central del Partido Bolchevique, se volvió a penalizar la homosexualidad, a criminalizar la prostitución y prohibir el aborto.

Primero la oposición de izquierda, y luego la IV Internacional fundada por Trotsky, continuó la tradición del marxismo revolucionario, y las bolcheviques, en ese grito que dice “Paso a la mujer trabajadora”, mientras enfrentaba desde las fuerzas imperialistas hasta la burocracia contrarrevolucionaria del stalinismo.

100 años

Un siglo después aquella experiencia tiene toda su vigencia. Ni siquiera los más desarrollados estados capitalistas concedieron semejantes derechos. Pero, teniendo en cuenta las condiciones del momento, fue el lugar en que más alto se llegó en el terreno de las ideas y la imaginación, ya que hasta cuestionaba el “modelo del amor romántico burgués, que no es nada menos que el sentimiento de propiedad trasladado a las relaciones personales, cosificando a las personas y engendrando los celos y también la violencia” . Donde las y los bolcheviques “se atrevieron a imaginar y crear relaciones sociales despojadas de coerción, represión, despotismo y mezquindad familiar” (D’Atri; Amor y Revolución).

Este próximo 8 de marzo, preparamos un dia de lucha, donde apostamos desde Pan y Rosas a que se desarrollen comisiones de mujeres en los lugares de estudio y trabajo, para impulsar y exigir un gran paro nacional por nuestros derechos, para frenar los ataques que ya estamos padeciendo. Pero también es un dia en donde en las calles y otras iniciativas conmemoramos los 100 años del inicio de esa grandiosa revolución que nos hace concientes de que si ellas se atrevieron, nosotras también.