“Estamos cansadas de jefes acosadores, no queremos miserables sueldos. Queremos que nos traten con respeto, igualdad laboral y sexual", exigen trabajadoras de la empresa estatal.
Lunes 18 de julio de 2016
Desde La Izquierda Diario, entrevistamos a dos mujeres trabajadoras de Correos Chile: Claudia, quien se desempeña como cartera en la zona poniente de Santiago y Silvia, quien trabaja como operadora postal en una de las dos plantas de distribución (CTP) que la empresa tiene.
Ambas nos relataron la cotidianidad laboral que desarrollan jornada a jornada, compartieron con nosotros las diferentes problemáticas y complejidades que viven como mujeres trabajadoras ahí, y a la vez sus visiones de qué hacer para terminar con esta situación, de cara al actual proceso de negociación colectiva que viven.
Todos los días hacemos lo mismo
Claudia y Silvia a diario, en sus diferentes funciones, deben lidiar con más de 16 kilos de cartas cada una.
Claudia, quien es cartera, nos cuenta con cansancio en sus palabras, pero a la vez con un orgullo de poder realizar un trabajo considerado para solo hombres, que cada mañana llega cerca de las 9 de la mañana a Correos, al Centro de Distribución Postal (CDP), donde debe ordenar los kilos diarios de cartas, certificados y paquetes (PPI) que llegan desde la Planta de Distribución. Este orden se realiza por villa, calle, de menor a mayor y de mayor a menor por numeración antes de salir a repartirlas de casa en casa en una pesada bicicleta de fierro antiguo.
Sale a reparto cerca de las 11.30 de la mañana, entre altos grados de calor en verano y días fríos en invierno, entre escapadas de perros que se abalanzan a morderla, entremedio de automovilistas irresponsables, y bajo la profundización de la sobreexigencia de números y metas productivas que arbitrariamente la Gerencia les ha impuesto a los y las trabajadoras de Correos.
Por su parte, Silvia nos relata que, como Operadora Postal, el ritmo es distinto, “acá se vive un ritmo más de fábrica”. Su rostro muestra cansancio, mientras nos cuenta que “tenemos horarios para entrar y salir, empieza la jornada desde las 7.30 de la mañana acá, si hasta para comer e ir al baño incluso tenemos horarios, el aumento de la pega es enorme, todo es más controlado incluso. Tenemos la responsabilidad de “cuartelizar” (ordenar y distribuir) la correspondencia a nivel nacional, se debe separar por comunas, todo lo que hay acá, nos exigen producción diaria, no podemos estar bajo ella, sino todo queda acumulado para el otro día”, asegura. Y continúa contando su jornada laboral: “existen secciones distintas, al menos seis. Se trabaja por turnos mañana, tarde y noche, como en fábricas grandes. Existen guardias que vigilan a los trabajadores y trabajadoras -según ellos para que no se roben cosas- acá se hacen horas extras, cargamos grades pesos, esta es un trabajo considerado uno de los más pesados que existe, somos cerca de las 300 personas quienes trabajamos, la mayoría somos mujeres, más de 180 al menos, de distintas edades”, enfatiza.
Trabajar en Correos de Chile significa pelear contra el abuso laboral y acoso sexual, sentirse todos los días a prueba, demostrarse a una misma que "se la puede".
Claudia y Silvia nos cuentan que en Correos ser mujer es duro, “a una la tienen a prueba siempre, los jefes e incluso los colegas, por ser mujer nos miran como si no pudiésemos ser capaces de hacer el trabajo, uno termina igual orgullosa al final del día, porque sabe que se la pudo”, comenta Claudia. Por ejemplo, acá en la planta, nos cuenta Silvia, “a las mujeres se nos exige mayor productividad y las lucas poco y nada aumentan”.
También nos cuentan otros problemas: “Hay supervisores acosadores, que te miden incluso dependiendo de cómo andas vestida, acá sabemos de varias ocasiones donde estos jefes se han propasado y han a acosado a colegas”, denuncian.
Por su parte, Claudia dice que siendo cartera también se vive parecido, pues “son menos las mujeres en las salas, a veces hay solo un baño común, y esa cuestión hace un poco más compleja esta situación de la que ya es. Sabemos, por ejemplo, que colegas de otros salas de distribución han dado luchas para que se vayan jefes acosadores y han logrado que esto pase. Pero la empresa sigue avalando este tipo de situaciones. El mundo de Correos es súper machista, las mujeres estamos a prueba diariamente, quienes son madres las pasan incluso peor, pues la carencia de salas cunas es un problema grande, las colegas resuelven de manera individual la mayoría de las veces”, asegura.
La negociación colectiva y las mujeres postales
Claudia y Silvia creen que en Correos debiese haber espacios destinados a las mujeres, pues “son casi nulos, debemos encontramos en alguna instancia, las carteras y las operadoras por sobre todo, si bien hacemos cosas distintas diariamente, nos unen problemas comunes, es necesario que desde los sindicatos podamos tener estas instancia. Estamos cansadas de jefes acosadores, y miserables sueldos. No queremos seguir pagando un préstamo, donde estamos endeudados hasta el día de hoy, las trabajadoras madres debiesen tener garantizado espacios de protección y cuidado para sus hijos, salas cunas por sectores donde se concentren salas de distribución para las carteras y salas cuna en las plantas. Queremos nos traten con respeto, igualdad laboral y sexual, por lo mismo debemos ser una voz fuerte en la negociación colectiva, los dirigentes sindicales han demostrado que no se la han podido y han dado respuestas que más convencen a la empresa que a los propios trabajadores, necesitamos dirigentes que velen por nuestras demandas, mujeres aguerridas”, exigen.
Silvia nos expresa que, según su visión “el petitorio no responde a las necesidades básicas de los hombres y las mujeres ’correanas’, pero por sobre todo de nosotras las mujeres. De hecho, ninguna negociación anterior las ha tomado, es como si fuésemos nosotras y nuestra realidad un tema tabú, una tema aparte, algo particular de abordar, es necesario exijamos nuestras propias demandas como mujeres, sino somos nosotras nadie lo hará por nosotras”, afirma.
A las mujeres de Correos
Si pudiéramos hablarles a todas nuestras colegas, con entusiasmo expresan Claudia y Silvia, les diríamos que “cada una de nosotras no debe bajar la mirada, somos quienes a diario nos la podemos en este trabajo que es pesado. Nosotras, no otros, dejar a un lado la competencia, actuar en unidad es necesario, organizarnos, juntarnos y confiar en nosotras, ver que somos capaces de dar vida a una empresa y que eso lo hacemos nosotras”.