Casi 300 empresas españolas se lucran en Cuba desde que la burocracia introdujo las primeras medidas restauracionistas del capitalismo. La campaña de la derecha no defiende la “libertad” de los cubanos sino la de estas empresas para seguir enriqueciéndose a costa de liquidar las conquistas de la revolución.
Carlos Muro @muro_87
Jueves 15 de julio de 2021
El presidente cubano, Díaz-Canel, del PCC, en la inauguración del último hotel de la multinacional española Meliá en Varadero, en septiembre de 2019.
Este domingo manifestaciones en distintos puntos de Cuba tuvieron una enorme repercusión internacional. Las demandas centrales fueron la protesta por el desabastecimiento, los recortes en subsidios, los precios elevados de los alimentos y los cortes de luz en medio de la crisis sanitaria causada por el coronavirus. Una situación agravada brutalmente por el bloqueo económico que ahoga a Cuba y los ajustes impuestos por la burocracia del PCC, especialmente desde el mes de enero.
La respuesta del gobierno de Díaz-Canel fue la represión de la protesta popular. Con más de 150 detenciones y una manifestante muerto. La derecha local y el imperialismo pretenden aprovechar la situación para abrir las puertas a una mayor injerencia que acelere la restauración capitalista que la misma dirección del PCC viene alentando en los últimos años.
El debate cubano no ha faltado en el Estado español. Por la relación histórica entre ambos países, el pasado colonialista español y los actuales negocios imperialistas españoles, Cuba es parte de la agenda interna. La derecha ha salido en “defensa de las libertades del pueblo cubano”. Una posición cargada de cinismo viniendo de los defensores de la democracia del 78. Las redes se han inundado de comentarios y videos que recuerdan que en el Estado español hay Ley Mordaza, raperos encarcelados, represión policial en desahucios, manifestaciones o el 1 de Octubre o tortura sistemática en comisarias y juzgados.
Lo que la derecha, y también el gobierno “progresista”, persiguen con su “política cubana” es lo mismo. Defender los intereses de las empresas españolas que se han beneficiado en la isla de las políticas de restauración capitalista. La derecha cree que lo más conveniente es por medio de una mayor injerencia que propicie un cambio de régimen. El gobierno “progre” quiere seguir la misma hoja de ruta que hasta ahora, ser un socio imperialista precedente del régimen cubano.
¿Qué empresas españolas participan del expolio restauracionista en Cuba?
Según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) en Cuba hay al menos 285 empresas españolas . Gigantes hoteleros como NH hotel, Barceló, Husa o Iberostar, grandes compañías aéreas, como IAG o Air Europa, bancos como el BBVA o el Sabadell, que observan con inquietud las movilizaciones. Todas estas multinacionales vienen desde hace años haciendo excelentes negocios en asociación con el Estado y el gobierno del PCC, y “repatriando” millones de beneficios a costa de debilitar las conquistas sociales de la revolución que aún perviven en la isla.
De estas casi 300 compañías muchas son parte del IBEX35. El grueso de ellas están relacionadas con el turismo, un sector en el que las firmas españolas dominan un 70% del mercado cubano, en un régimen mixto de gestión con el Estado cubano. Una de las últimas medidas restauracionistas del gobierno Díaz-Canel, cuestionada por sectores de la izquierda de la isla que han participado en las movilizaciones, abría la puerta a que en estos acuerdos el capital imperialista pudiera controlar más del 50% de las participaciones.
Otra de las grandes empresas más conocidas con presencia en la isla es El Corte Inglés. Paulatinamente ha ido aumentando su mercado desde que en 2018 comenzó a comercializar allí sus productos en dólares y euros. Precisamente la devaluación del gobierno de la moneda local, el CUC, en favor de este mercado paralelo de productos de importación, es una de las razones que ha hecho aumentar la carestía y desabastecimientos de productos básicos contra el que se produjeron las manifestaciones.
También embotelladoras famosas como Freixenet operan en la producción y distribución de vinos desde hace ya 33 años, recuperando así una de las actividades con más raigambre colonial del imperialismo español en la isla.
Abajo el bloqueo y fuera las empresas imperialistas de la isla.
Desde la visita de Felipe VI a Cuba en noviembre de 2019, las relaciones económicas entre el Estado español y Cuba han seguido avanzando. Las exportaciones españolas a la isla se han incrementado, hasta consolidar al capital español como el segundo de mayor importancia por delante de Venezuela y detrás de China. La deuda externa del gobierno cubano con las empresas españolas asciende ya a 300 millones de euros.
Este avance del imperialismo español en la región no lo ha hecho en contra de la burocracia gobernante, sino en acuerdo con ella. En los últimos años el gobierno cubano ha venido aprobando leyes pro mercado que a la vez que favorecían por un lado la restauración de relaciones capitalistas, la intrusión de empresas imperialistas como las españolas y el ascenso social de esta burocracia, y por el otro han ido degradando las conquistas sociales de la revolución y aumentando los niveles de desigualdad social.
Este curso restauracionista se reafirmó en el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba en 2016, con Raúl Castro a la cabeza, y en 2017 en el Parlamento cubano que ratificó las reformas pro mercado y el régimen de partido único. En estas instancias se aprobaron los documentos “estratégicos” que encaminaban al Estado en una dirección restauracionista de las relaciones de libre mercado y apertura a los capitales extranjeros. Uno de los elementos más “novedosos” fue la introducción de la forma “privada” de propiedad de los medios de producción, junto a la “socialista”, la “cooperativa” y la “mixta” que convivían hace décadas.
La grave crisis económica y social, agravada por la pandemia, el bloqueo de EEUU y las últimas medidas de ajuste del gobierno sobre productos básicos, la moneda local y la reducción de la cartera de bienes y servicios gratuitos, han provocado movilizaciones a las que el PCC ha respondido con represión. Esto es aprovechado por la derecha local y el imperialismo para reclamar hipócritamente y de forma mezquina libertad. Una libertad que no es para el “pueblo cubano” sino para que sus multinacionales puedan expoliar aún más libremente y sin siquiera tener que acordar con la burocracia del PCC.
Estas medidas restuaracionistas y pro mercado del gobierno cubano han fortalecido a este sector. Por eso las izquierda reformista y populista española que, en nombre de la defensa de Cuba y su revolución, llama a defender el gobierno del PCC y criminalizar la protesta social, está defendiendo precisamente a uno de sus sepultureros.
Las conquistas de la revolución cubana están en peligro por la injerencia imperialista y la derecha local y de Miami. No se pueden defender sin denunciar y pelear contra estas políticas criminales que, entre otras cosas, niegan el acceso de Cuba a la compra de respiradores y otros insumos sanitarios básicos en plena pandemia.
Pero a la vez hay que pelear contra quienes las socavan desde adentro con políticas restauracionistas, en asociación con otras potencias imperialistas, como el Estado español, y mantienen un régimen autoritario contra las masas, las únicas que podrían regenerar las bases sociales y políticas de la revolución y la economía planificada.
En Cuba el capitalismo avanza de la mano del PCC. Por eso la necesidad de revisar todas las concesiones al capital extranjero en el marco de una planificación democrática de la economía que se oriente a favor de los intereses de las masas trabajadoras, es una demanda básica de autodefensa de la revolución.
Por el derecho a organización y protesta de las y los trabajadores que defienden la revolución.
La vulneración de derechos democráticos básicos como el de manifestación o reunión no se aplica por igual en Cuba. El gobierno cubano permite y legaliza organizaciones claramente defensora de la vuelta al capitalismo, como la Iglesia Católica y otros grupos empresariales, pero condena a la ilegalidad a organizaciones comunistas críticas. Mientras organizaciones empresariales como la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba fundada en 1994 -inscripción en el Registro Nacional de Asociaciones de Cuba- operan en libertad, está prohibida la organización sindical y política de quienes defienden la revolución por fuera del partido único y los sindicatos controlados por éste. Incluso, en estas semanas hemos visto como se detenía a militantes comunistas cubanos críticos como Frank García.
Hace falta una salida de fondo frente al curso restauracionista y contra el bloqueo de EEUU, y esta no vendrá ni de la mano del imperialismo y la derecha local, ni tampoco del régimen del PCC. Solo mediante una nueva intervención revolucionaria de las masas se puede poner fin a las pérdidas constantes de conquistas sociales y regenerar las bases sociales y políticas de la revolución. Acabar con la burocracia privilegiada e instaurar un régimen de pluripartidismo soviético –con plena libertad de organización para todo aquél que defienda las conquistas de la revolución y enfrente al imperialismo- y por tanto, un gobierno obrero y popular basado en la autoorganización de masas y la democracia obrera, que recupere todo el terreno perdido en favor del capital imperialista que ya expolia la isla.
Carlos Muro
Nació en la Zaragoza en 1987. Es estudiante de Historia en la UNIZAR. Escribe en Izquierda Diario y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.