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Red Internacional
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PRESUPUESTOS MADRID. Las ‘rebajas’ de enero se adelantan en Madrid con los recortes de Almeida

El pasado 23 de diciembre PP y Cs aprobaron los nuevos presupuestos del Ayuntamiento de Madrid con la abstención de Vox y la impericia de Mas Madrid.

Viernes 27 de diciembre de 2019

Las negociaciones del equipo de Almedia Carade***a con la formación encabezada por Ortega Smith se antojaron duras, pero finalmente resultó un “toma y daca”: Vox no obtuvo todas las reivindicaciones que quería, pero al menos consiguió arrancar al gobierno de la capital recortes en lo que ellos llamaban “chiringuitos”, refiriéndose a las asociaciones de vecinos. También han forzado un recorte en ayudas sociales de casi 90 millones de euros que afectará, sobre todo, a la asistencia de refugiados y las ayudas del alquiler.

No son exigencias aisladas y sólo alentadas por la ideología racista y neoliberal de Vox. Esto ocurre en mitad de la guerra por parte de Vox contra los centros de Menores Extranjeros No Acompañados y su campaña contra los refugiados, y en el contexto de una nueva saturación del mercado inmobiliario y la burbuja especulativa de los alquileres que estallará el año que viene. El ayuntamiento ha encontrado en Vox el escalón sobre el que apoyar unos presupuestos preparados para asestar un duro golpe a los sectores más empobrecidos de la capital.

Vox respondió como cabía esperar. Sin comprometerse con los presupuestos de Almeida, los cuales, por mucho que se distancien de los de Carmena quieren guardar cierta apariencia. Pero se abstuvieron para que pudieran ser aprobados, ejerciendo el papel de una cómoda oposición por derecha capaz de marcar la agenda al débil ayuntamiento del PP y Cs.

Sin embargo, en esta ecuación falta la incógnita que más interés mediático ha suscitado: Mas Madrid. La ironía ha querido que a la formación de Iñigo Errejón le hayan salido mal los números, a pesar de que, como su propio nombre indica, su programa se base en mera aritmética más que en ser una alternativa política. El viernes previo a la votación, la edil de Mas Madrid, Inés Sabanés, dimitió para pasar como diputada al Congreso. Este era el voto que podía marcar la diferencia en caso de que se abstuviera Vox (ya que si la formación de Ortega Smith llegaba a apoyar los presupuestos estos habrían sido aprobados sin oposición). Mas Madrid, confiado en que esto último sería lo que pasaría, no esperó a la votación. ¿El resultado? No había nadie para votar en la silla de Sabanés y bastó la abstención de Vox para aprobar los presupuestos por desempate con el voto de gracia del alcalde. Unos presupuestos negociados con la extrema derecha, que no ha tenido siquiera que comprometerse en su aprobación.

Más Madrid no tardó en levantarse del plenario y marcharse en señal de protesta junto con el PSOE. Dirigentes como Rita Maestre achacaban todo a un “fraude democrático” y las reminiscencias del famoso Tamayazo no tardaron en aparecer. ¿Fraude democrático? Esta acusación tendría más sentido si no fuera porque Más Madrid, abanderado del reformismo más conservador, ha optado por no hacer política en la calle y aceptar su integración en las instituciones, las cuales se articulan con leyes que permiten triquiñuelas semejantes. El colmo se vio unos días antes, cuando desde Mas Madrid le ofrecieron nada menos que al PP un acuerdo para aprobarle los presupuestos, para que no tuviera que “depender” de VOX. Si quieres bailar al son de las instituciones, no te quejes de los pasos del baile que te imponen.

Y aun con todo, es una actuación coherente con un partido más acostumbrado a los gestos que a las realidades. Tras una gestión de cuatro años cuyo único éxito fue sanear las cuentas de un Ayuntamiento endeudado por la especulación de Botella e implantar la tímida política ecológica de Madrid Central, dejando de lado los barrios más empobrecidos y castigados por la crisis, aprobando la Operación Chamartín, Más Madrid no mantiene el pulso ni como oposición por izquierda. Después de años de degeneración política, a la incapacidad de los nuevos reformismos para levantar una alternativa capaz de hacer frente al Régimen, hay que sumar su incapacidad, siquiera, de ser una oposición burocráticamente funcional en los márgenes del mismo.