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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Lazos en los tiempos del aislamiento social

Las reflexiones de una trabajadora municipal, psicóloga, de la localidad de General San Martín.

Jueves 9 de abril de 2020 14:39

El miedo se presenta como el gran enemigo interno de las personas. No nos deja actuar, nos limita, nos acorta, nos bordea, nos abruma, nos quita las esperanzas. Y cuando es colectivo, tenés que hacer otra cosa con eso, tenés que darle una vuelta más. Sino no hay consuelo y en estos tiempos de aislamiento social, estás lejos de un abrazo que “mate angustias”, valorás eso que tiene el “cara a cara”, aquello que las redes no podrán nunca vencer y es esa mirada, ese abrazo, el tacto, las voces, los aromas, las risas, la espontaneidad.

Lo personal de encontrarse, de descubrirse, de descubrir al otrx y descubrirse a sí mismx en ese otrx.

La virtualidad genera acercamientos posibles, en estos tiempos de “adentrocentrismo” al cual nos obligan los gobiernos, pero la pregunta que instala, sería algo así como: ¿Qué vínculo soportará el cuerpo a cuerpo?, cuando esta época de aislamiento pase, ¿volveremos a encontrarnos con esas personas por fuera de la virtualidad? Seremos capaces de sostener a quien me sostiene en estos momentos de angustia, de soledad, de incertidumbre, en estos días de “acompañar a la distancia”.

En este encuentro con otres, tapamos el miedo, lo ocultamos, lo olvidamos. No es que se haya ido, es que estar acompañadx te hace silenciarlo, ponerle “pausa”, darle un optimismo que antes no tenía.

Es que cuando sos de clase obrera-trabajadora ya lo conocés al miedo, ya lo abrazaste, abrazaste a otres, ya lo sentiste en la piel, cada injusticia atravesada, sea de tu familia, de tu vecine, te indignó, te enojó, te produjo pesadillas, te levantó a la mitad de la noche, te hizo ir a ver a tu viejo, a tu vieja, a tu hermane, a tu amigue, a quien amás, sabés de sufrimiento, no te la contaron, sabés que aunque ahora no tengas frío, ni hambre, sabés que alguien lo está pasando, que van a ser lxs más afectadxs. Como cuando se viene la tormenta, la escuchás, no te mojás, pero sabés de familias que piden que deje de llover porque pierden sus cosas, se llenan de lodo, no pueden salir de sus casas, pasan frío, quizás se le mojan las frazadas y no hay otras. Se te mezcla la tristeza con la bronca.

Ojalá que nos encontremos para indignarnos, deseo pares que sean sensibles, que ante cada injusticia se indignen. Quiero esa gente, quiero abrazar a esa gente, quiero que estén cerca mío. Sí sí, sé que voy rápido, lo sé: Primero hay que salvarse, todes nos tenemos que salvar. Pero no lo vas a hacer solx, tenés que estar con otres. Porque sabés que, nadie se salva solx (!) No hay revolución posible que se haya logrado individualmente, por eso en cada sentimiento de injusticia, tristeza, cada porción de la realidad que pienso que puedo atravesar, sé que va a salir mejor acompañada. Porque no sabemos si la vamos a ganar, a empatar, si vamos al tiempo extra o a los penales, lo que sabemos es que solxs nunca vamos a jugar un partido verdadero, una lucha real.

Valoremos tener a ese otre para que me ponga el hombro, para que me sostenga cuando le diga que se está perdiendo, para que me abrace y me diga “lo intentamos”, que se quede calladx, que si no hay nada que decir no diga nada. A veces no hay palabras que alcancen, pero ah tenemos de nuevo el acercamiento, ese verdadero, el de la contención, de la emoción, ese que es real, ese que elimina el miedo.

Porque el miedo si se comparte se olvida, se pierde, se hace chiquito, y podemos tener más fuerzas, a veces hasta esperanzas encontramos estando con otres. Hoy el abrazo es virtual, nos quita el miedo, pero no las esperanzas de atravesarlo y nos invita a guardarlo, a cuidarlo hasta volvernos a encontrar.

Nuestros lazos sostienen lo posible en esta era de la virtualidad y encierro obligatorio, nos alejan de la realidad, de los diagnósticos y pronósticos, del miedo, de la incertidumbre. Las rutinas de este sostén, de intentar quebrantar las distancias, este armado posibilita sostener el engaño de vivir ante la realidad de sobrevivir. Nos abrazan a la distancia, nos acarician en esta soledad, ante esta política salubre de no abrazarse… Que contradictoria es la realidad.-