Dueño de un talento único, “la araña negra” vuelve al radar mundialista y trae consigo el espíritu de los años dorados del deporte soviético.
Miércoles 25 de abril de 2018
El fútbol se nutre de historias y como si se tratara de cuentos de ciencia ficción o épica, los héroes suelen cristalizarse en forma de jugadores. La Copa del Mundo, como la máxima expresión de esta disciplina, ha contado con figuras legendarias que han dejado una huella imborrable.
A lo largo de décadas surgieron personajes que han mostrado una destreza superior, unos pocos elegidos que aún persisten en la memoria colectiva futbolera. Tal vez Lev Yashin sea uno de los que estén a la altura. “La Araña Negra”, como lo llamaban en sus años de esplendor, cuidó el arco del combinado de fútbol de la Unión Soviética. Considerado el mejor guardameta de todos los tiempos, consiguió a nivel selecciones la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 y la Eurocopa Francia 1960, además de haber tenido destacadas participaciones en los mundiales de Suecia 1958, Chile 1962, Inglaterra 1966 y México 1970. En su club, el Dinamo de Moscú, construyó y transitó toda su carrera deportiva desde su debut, en 1949, hasta su retirada, en 1971, alcanzando ocho títulos nacionales.
Pero si hablamos de la Araña Negra, es importante destacar que estamos frente a un personaje clave dentro del deporte soviético. La imagen de Yashin, quien surgió de una familia de la clase obrera moscovita, es quizás la del primer héroe que fue reconocido afuera de su país. Con casi 1,90 metros de altura y una presencia que transmitía elegancia y seguridad, sacó adelante con su habilidad abajo de los tres palos a la leyenda que hoy, en 2018, podemos observar en el póster oficial del Mundial de Rusia. Sin lugar a dudas estamos frente a un icono que atravesó épocas y más aún en una nación convulsionada políticamente a lo largo de su historia.
Lev Ivanovich Yashin, quien antes de ser futbolista fue arquero de hockey sobre hielo, también un admirador incondicional del cosmonauta Yuri Gagarin y mecánico de aviones en los años de la Segunda Guerra Mundial, ostenta innumerables reconocimientos, algunos de ellos otorgados luego de su fallecimiento en 1990. Pero más allá de los títulos que un jugador pueda lograr, su legado, admiración y ejemplo sirvieron de faro para las generaciones que continuaron: dueño de una técnica inigualable, fue la imagen de cómo un arquero debía estirarse para descolgar una pelota, cortar un ataque rival, atajar penales (sacó cien en su carrera) y achicar a los delanteros para que no puedan definir.
Nada fue casualidad en la carrera del guardameta soviético, ni siquiera su apodo. La Araña Negra surgió a causa de su talento y desenvoltura (parecía que tenía más de dos brazos cada vez que atajaba) y además por su vestimenta: gracias a ella, decía, “dificultaba la referencia a los delanteros rivales”. Todo un innovador en su época, un crack que está a la altura de héroes como Alfredo Di Stéfano, Pelé, Johan Cruyff y Diego Armando Maradona.
A pocas semanas del comienzo del próximo mundial, los reconocimientos y novedades suelen acaparar la atención de aficionados, nostálgicos y advenedizos. Que se pondere la figura de Yashin en un póster oficial emulando los viejos carteles de Copas del Mundo y que la selección de Rusia vista de rojo es todo un homenaje a la historia del deporte en la Unión Soviética y, por supuesto, a la gran leyenda del arco, a la Araña Negra de Moscú.