Miércoles 1ro de octubre de 2014
Ley ART: un genocidio silencioso - YouTube
En esta década de gobierno kirchnerista mucho se habló y se habla sobre el crecimiento económico en Argentina. Lo que nunca se menciona, es en qué o quiénes se basa dicho crecimiento. Los empresarios que “se la llevan en pala”, como le gusta decir a la presidenta, multiplicaron los ritmos de producción en las fábricas junto con extensas jornadas laborales. Esto provoca en los trabajadores incapacidades de todo tipo, enfermedades y accidentes. Los mismos buitres que el gobierno dice que enfrenta son los que, amparados por una ley de la última dictadura militar, desconocen las enfermedades y los certificados de los médicos particulares de los trabajadores. Fue la misma Cristina Kirchner quien declaró al año 2011 como “Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores” cuando en realidad coloca como coralario a las leyes de la dictadura y el menemismo con la reforma introducida a la Ley ART (Nº24777) en 2012.
Marca Registrada
En materia de salud de trabajadores, el kirchenerismo también aporta su “marca” para el retroceso de derechos. En 2012 la presidenta envió al Congreso un proyecto de ley que reforma la Ley de Riesgos del Trabajo (LRT). El artículo 6 dice que “en ningún caso se reconocerá el carácter de enfermedad profesional a la que sea consecuencia inmediata, o mediata previsible, de factores ajenos al trabajo o atribuibles al trabajador, tales como la predisposición o labilidad a contraer determinada dolencia”. Con tal criterio se rechazan las enfermedades producto de los ritmos esclavizantes del trabajo y las largas jornadas. Además se emitió un decreto que permite la constitución de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo integradas por empresarios y sindicatos, bajo la forma de mutual, dándole otro elemento a la burocracia sindical de disciplinamiento al trabajador.
Los datos de la inclusión
Según los datos de la SRT (Superintendencia de Riesgos del Trabajo), que contabiliza solamente el registro recortado que envían las ART, desde el 2003 al 2013 murieron 9800 trabajadores mientras que 6.750.000 sufrieron accidentes y "enfermedades profesionales". Estos datos, licuados por el propio Estado, no pueden ni disimular los costos del modelo. Imagínense si se contabilizaran las enfermedades y accidentes de todos los jóvenes precarizados y en negro que conforman el 51,3% en Argentina.
Un genocidio silencioso
"La división del trabajo y la extensión de la maquinaria, en la situación actual del proletariado, le quitan al trabajo todo carácter autónomo, toda libre iniciativa y todo encanto para el obrero. El trabajador se convierte en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje" (K. Marx. El Manifiesto Comunista).
En primer lugar hay que afirmar que la accidentología laboral es inherente a la explotación capitalista; mientras más larga las jornadas, mayores ritmos de trabajo, mayores probabilidades de accidente.
En los años de crecimiento K, hubo múltiples luchas de comisiones internas, como la de Kraft, para que reconozcan los certificados particulares y que se prohíba a los departamentos médicos de las empresas a mandar a trabajar a quienes presenten problemas de salud. O como Donnelley que antes de estar gestionada por sus propios trabajadores, conformaron la Comisión de Riesgos de Trabajo. Algunos de estos conflictos apuntaron a formar Comisiones Obreras de Seguridad e Higiene, elegidas en asambleas conjuntas entre efectivos, contratados y tercerizados. La lucha por la anulación de la Ley de ART, va unida a la pelea por la elección de delegados de seguridad e higiene en los lugares de trabajo. Esas instituciones obreras, son los que tienen el poder de paralizar los trabajos riesgosos. En ellas se condensan elementos de control obrero, que se sintetizan en la consigna "Basta de dejar la VIDA en las fábricas". Para poner freno a este genocidio silencioso que deja el modelo, la salida está en las manos obreras.