Después de tres días de terror, Israel ha vuelto a bombardear Beirut y ha eliminado a un alto dirigente de Hezbolá. En un momento en que la región nunca había estado tan cerca de arder en llamas, las potencias imperialistas y su inquebrantable apoyo a Israel, al genocidio de los gazatíes y a la extensión de los asentamientos en Cisjordania, son las principales responsables.
Domingo 22 de septiembre de 2024 18:41
En los últimos tres días, Israel ha intensificado brutalmente sus ataques contra Líbano, llevando a cabo dos oleadas de atentados terroristas a gran escala el martes y el miércoles, antes de efectuar bombardeos masivos en el sur de Líbano. Volando miles de aparatos de comunicación en todo el país, primero buscapersonas y luego sistemas de radio, Israel sumió al Líbano en el terror, matando a una treintena de personas e hiriendo a varios miles.
Luego, durante la noche del jueves al viernes, la aviación israelí bombardeó las regiones fronterizas, golpeando indiscriminadamente decenas de pueblos. Al mismo tiempo, el gobierno israelí siguió amenazando a Líbano durante toda la semana, afirmando que “el centro de gravedad de la guerra se había desplazado hacia el norte” y que Israel había “entrado en una nueva fase de la guerra”.
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A continuación, Israel llevó aún más lejos su campaña contra Líbano: teniendo como objetivo a un dirigente de Hezbolá en Beirut, atacó cuatro veces un edificio residencial de los suburbios del sur, causando decenas de víctimas. El objetivo era Ibrahim Aqil, uno de los líderes militares más importantes de Hezbolá y miembro del Consejo de la Yihad, la cúpula del ala militar de la organización. Junto al líder del ala militar, también murieron en los ataques diez comandantes de las tropas de élite de Hezbolá.
Hezbolá se encuentra ahora en una posición insostenible. Aunque no parece querer lanzar una guerra total que no está seguro de poder librar, el partido no puede ignorar todos estos ataques repetidos, que están reduciendo a la nada su credibilidad, a riesgo de proporcionar a Israel un pretexto para atacarle a gran escala.
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Aunque la respuesta de Hezbolá será crucial para definir la situación en el futuro inmediato, está claro que Israel quiere empujarle a la guerra. Los enfrentamientos con Hezbolá ya han obligado a 60.000 israelíes a abandonar la región, mientras que los bombardeos israelíes en Líbano, casi diarios desde el 8 de octubre, han desplazado a casi 110.000 personas. La guerra parece ser ahora la opción preferida de Netanyahu, mientras la extrema derecha sueña con recolonizar la región libanesa al sur del río Litani, y el Estado Mayor habla abiertamente de la necesidad de imponer una “zona de seguridad” en Líbano, es decir, de invadir el país.
Desde el 7 de octubre, la región nunca ha estado tan cerca de arder en llamas. Las potencias imperialistas son totalmente responsables de esta situación ya que durante once meses han dado a Israel total libertad de acción. Las potencias imperialistas, encabezadas por Estados Unidos, reprimieron sin tregua las movilizaciones de solidaridad con Palestina que surgieron en todo el mundo, transportando toneladas y toneladas de armas y municiones utilizadas para masacrar al pueblo palestino en Gaza.
Apoyado militar, moral y económicamente por los países imperialistas, Israel ha podido continuar impunemente su masacre en Gaza, obligando a dos millones de gazatíes a abandonar sus hogares, reduciendo el enclave a polvo, anexionándose casi toda Cisjordania y bombardeando casi todos los países vecinos: Siria, Iraq, Yemen, Líbano e Irán.
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En el Mar Rojo, estas mismas potencias, organizadas en una coalición internacional dirigida por Estados Unidos, han bombardeado repetidamente Yemen, implicándose directamente en la dinámica de la escalada guerrerista. Beneficiándose del apoyo sin fisuras de sus aliados imperialistas, Israel siente crecer sus alas y ahora ataca frontalmente Líbano, traspasando semana tras semana toda “línea roja” que pudiera impedir el estallido de una guerra total.
En un momento en que la extrema derecha sionista ha puesto en el orden del día el proyecto de un “Gran Israel”, un Estado judío que se extienda desde el Nilo hasta el Éufrates, y el gobierno aspira a “resolver” de una vez por todas su problema palestino, el Estado de Israel amenaza más que nunca con librar una guerra devastadora contra el Líbano, cuya población tendrá que pagar el precio a sangre y fuego.
Ni los llamamientos a la calma realizados en los últimos días por la administración demócrata estadounidense, que teme, en vísperas de las elecciones, comprometer al país en un nuevo conflicto, ni el cambio de tono de Emmanuel Macron en defensa de los intereses materiales de Francia en el Líbano, pueden enmascarar esta responsabilidad. Ante el peligro mortal que se cierne sobre Líbano por la ofensiva del Estado israelí, sólo la lucha de los trabajadores y las clases populares de todos los países de la región puede impedir el baño de sangre que está a punto de comenzar.
En cuanto al pueblo israelí, se ha embarcado en un callejón sin salida que podría ser irreversible si no rompe decididamente con las ambiciones coloniales del Estado de Israel y pone fin al genocidio en Palestina. Esta perspectiva es tanto más central cuanto que, en un momento en que la oposición a Netanyahu crece en el país, las movilizaciones de masas no están guiadas por ninguna salida progresista a la situación actual.
En este contexto, y en un momento en el que Israel dependerá aún más de los suministros de sus aliados imperialistas si entra en guerra con Líbano, las movilizaciones en solidaridad con Palestina en todo el mundo tienen una importancia crucial. ¡Israel fuera del Líbano! ¡Alto al genocidio en Gaza! ¡Fin del apoyo imperialista a Israel!