A partir del 30 de noviembre Buenos Aires será la sede que convoque a los líderes de las principales potencias del mundo. Acá un perfil de algunos personajes más odiados que mueven los hilos de la política mundial.
Sábado 17 de noviembre de 2018 17:06
El gobierno está ultimando los detalles para recibir los líderes mundiales que integran el Grupo de los 20 (G20).
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Para mostrar pleitesía a los líderes de las potencias, el gobierno redobló la apuesta represiva, sitió la Ciudad de Buenos Aires, se armó hasta los dientes, persiguió supuestas células anarquistas listas para “sembrar el caos” e incluso inició una persecución contra la comunidad árabe que lleva arraigada en Argentina por más de 100 años y jamás tuvieron un problema con nadie. Todo sea para arrodillarse ante los EEUU.
Esta bienvenida armada (en los dos sentidos de la palabra) es para recibir a figuras de la política internacional que no sólo tienen tensiones entre ellos –recordemos que estamos ante una incipiente guerra comercial en EEUU y China- sino que también son muy cuestionados en sus países de origen.
Donald y un referéndum que falló
En que gana en el ranking de los más odiados es sin dudas el presidente norteamericano, Donald Trump. Hace simplemente unas semanas se dieron las elecciones de medio término en ese país. Trump se puso a la cabeza de la campaña del Partido Republicano y terminó por transformar las elecciones en un plebiscito de su gobierno. El resultado no fue el que esperaba.
Los demócratas ganaron la mayoría de la cámara baja. Colorado tiene ahora su primer gobernador abiertamente gay. En Nueva York llegó al congreso una joven una joven estudiante latina, a lo que se suman congresistas árabes y gays, tras unas elecciones donde sorprendió la cantidad de candidatas mujeres.
A dos años de inicio de la presidencia de Trump, que ha hecho gala de un discurso homofóbico, antiinmigrante y racista, la última elección expresó un enorme rechazo a estas políticas.
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Ángela y el declive germánico
Poco antes de las elecciones estadounidenses, los focos de la prensa mundial miraron hacia el país germánico. Allí Merkel exponía públicamente que, después de 13 años en el poder, se bajaba de la candidatura al CDU para el año que viene.
Lo que deja su gobierno son las políticas que hundieron a varios países europeos. el emblema más claro es Grecia. El gobierno de Syriza, que asumió expresando el rechazo a las políticas de la Unión Europea, terminó por arrodillarse ante la “Troika” y sucumbió ante los “rescates” que llevaron a la pobreza y la miseria en el territorio heleno a cifras record, mientras salvaron las ganancias de bancos y empresas.
Otro de los “logros” de la líder alemana es el surgimiento de la extrema derecha que hizo suyo el slogan “Fuera Merkel”. Después de años con Merkel en el poder –y gobernando para las multinacionales alemanas- proliferó el empleo precario y se expandió la pobreza.
No esta demás destacar que Merkel se sumó a la ola de discursos xenófobos contra los inmigrantes y llevó adelante políticas para perseguirlos, a la vez que permitir que las empresas los utilizaran como mano de obra barata.
Putin y la mano de hierro
No se queda atrás el premier ruso que supo blindar su gobierno con mano dura, un discurso nacionalista y políticas destinadas a limitar libertades democráticas.
Putin viene de protagonizar una polémica: al momento de las elecciones recibió acusaciones de EE.UU y el Reino Unido por el asesinato del ex agente y su hija que fueron envenenados a principio de año.
Putin, además, viene recibiendo críticas mundiales por su persecución a la diversidad sexual, que tuvo su punto más alto cuando referentes del movimiento Pussy Riot fueron encarceladas en 2012.
Macron y el eclipse de Júpiter
Hace poco más de un año, Emmanuel Macron se presentaba como el líder todopoderoso que iba a sacar a Francia de la crisis. “Júpiter” como se autodenominó en aquel entonces, empezó su gobierno logrando pasar contrarreformas que atacaron a los trabajadores franceses. Pero luego de menos de un año de gobierno, el “espejismo Macron” comenzó a develarse y la crisis del capitalismo francés lo dejó en falsa escuadra.
A 16 meses de la elección que lo consagró presidente, las encuestas dan que sólo el 19% juzga positivamente su gestión. Dentro del electorado que lo votó, únicamente el 46% banca sus políticas, una caída de 26 puntos desde que asumió.
En la base de este fuerte descenso, se encuentra que la tasa de desocupación en el país galo no baja del 9%. Mientras en otras partes de Europa creció el empleo, Francia todavía no pudo remontar los despidos desde que se inició la crisis mundial de 2008.
Como analizaba Juan Chingo en este medio, en una nota publicada a mediados de año, “…en un mundo donde el proteccionismo y el nacionalismo reaccionario están de vuelta, su neoliberalismo globalista y su europeísmo optimista no solo suenan ilusorios sino que tienen cada vez menor asidero o quedan fuera de moda en la realidad política nacional e internacional”.
Como para sumar al desgaste temprano de Macron, también debió enfrentar la polémica por el “affaire Benalla”: el guardaespaldas presidencial investigado por pegarle a manifestantes haciéndose pasar por un policía el ultimo Primero de Mayo. El caso continua poniendo nervioso al Eliseo, como demuestran los ataques de miembros del gobierno, incluida la ministra de Justicia, a las atribuciones de la comisión senatorial que investiga la situación, llegando incluso a acusar a los miembros de ésta de querer “destituir” a Macron.
En su corto mandato, Macron llevó adelante la guerra contra los trabajadores ferroviarios que resisten la privatización de las líneas ferroviarias y, como los mandatarios precedentes en esta nota, también se dedicó a perseguir inmigrantes.
Así que el gobierno de Macri parece que está poniendo la capital del país de punta en blanco -y a punta de pistola- para recibir a algunos de los líderes mundiales más cuestionados en sus propios países. Otra muestra de subordinación del ejecutivo local a los intereses de las grandes potencias mundiales, que ya tuvo su cúlmine con el vergonzoso acuerdo de entrega al FMI.