El lobby clerical recrudeció las últimas semanas. Hubo reuniones con legisladores de las bancadas mayoritarias quienes se comprometieron a impedir su aprobación. El medioevo pisa fuerte en el Senado provincial y el gobernador Lisfchitz se dispone a negociar con el oscurantismo.
Martes 23 de octubre de 2018 09:52
Ambas leyes fueron aprobadas por la Cámara de Diputados. En el caso de la ley de educación la votación fue por unanimidad. A pesar del amplio consenso entre las fuerzas parlamentarias la aprobación de las normativas peligra en el Senado.
La escalada reaccionaria de los sectores antiderechos tiene varios episodios. Envalentonados por el rechazo a la legalización del aborto en el senado nacional, ahora lanzaron la campaña “Con mis hijos no te metas” para impedir la aplicación de la ESI en el sistema educativo. A la par, crecen los ataques de grupos fachos a pibas con pañuelo verde, las persecuciones de los colegios confesionales a docentes que defienden el derecho a decidir y los grupos “pro vida” que intentaron irrumpir como patotas en escuelas públicas para impedir la educación sexual integral.
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Fiel a su estilo retrógrado y conservador el senado provincial se hizo eco de esta campaña. Recibieron a los popes de la Iglesia Católica provincial en dos turnos. Primero fueron los radicales encabezados por el vice-gobernador Fascendini, luego fue el turno de los peronistas. Bueno habría sido ver tanta celeridad para atender los reclamos de las víctimas de la clandestinidad del aborto.
En el cónclave la Iglesia expresó sus preocupaciones. Plantearon que la ley “Hegemoniza la educación al concentrar en el Estado todas las decisiones (…); excluye a una parte del Sistema Educativo Provincial: la educación confesional y religiosa, (…) relega a la familia como agente primario y natural de la educación, (…) descarta de la Formación Docente a todo agente que no sea el estatal provincial; (…) relega la educación de gestión privada; (…) prescinde de la autonomía institucional de las escuelas de gestión privada”. A la “ideología del género” le quieren contraponer una buena dosis de “ideología patriarcal”.
Haciéndose eco el senador peronista Armando Traferri, socio de la diputada Alejandra Rodenas, señaló que “no tendría sentido tener una ley de Educación de la provincia que nazca mal y tenga sectores en desacuerdo”. Traferri da lugar a que el oscurantismo avance sobre la educación, permitiendo una injerencia aún mayor de la Iglesia en los planes y legislación sobre la educación formal.
Por el lado del Frente Progresista el propio vice gobernador dio el visto bueno a ponerle freno a ambas leyes atendiendo los reclamos de la cúpula celestial. Lifschitz y Balagué señalaron que ellos impulsaron un debate democrático, incluyendo a todos los actores, pero sin rechazar el lobby religioso. Por el contrario, el gobernador dijo ante la prensa que los cambios que introdujo Diputados “tal vez generaron más rispidez” con la Iglesia y se apuró en afirmar que buscará “los acuerdos necesarios” para la sanción de ambas leyes. En criollo, ceder ante la curia. El progresismo te lo debo. Se hace más claro aún que el antiderechos de Contigiani no fue un error ajeno al Partido Socialista.
Iglesia y Estado, asuntos separados
El debate en cuestión está íntimamente relacionado con el reclamo cada vez más masivo de la separación de la Iglesia y el Estado. A contramano de este sentimiento extendido, todas las variantes del peronismo son incansables luchadores por la unidad con la Iglesia Católica. La movilización a Luján y el pedido de plegaria para que la situación mejore muestra a un peronismo deseoso de evitar cualquier conflicto y que los trabajadores y trabajadoras pongan la otra mejilla en espera de un 2019 que será mejor.
De lo que se trata entonces es de reconocer que la conquista de derechos elementales como la ESI o el aborto legal implica una lucha frontal contra la institución que garantizó un freno a esas demandas, porque, lejos de sembrar confianza como hace un sector de la centroizquierda, hay que horadar el poder de fuego de la Iglesia Católica y Evangélica.
En Santa Fe se destinan $13 millones al año para los “sueldos” de 26 sacerdotes. La Iglesia Católica recibe también aportes de la provincia para sostener el salario de la docencia que trabaja en sus escuelas. Para la curia, la “intromisión” del Estado está bien siempre y cuando sea para sacarle plata, pero no para que garanticen la educación sexual integral con criterios científicos. Además, la Iglesia Católica cuenta con ciertas exenciones impositivas, como Ganancias o el IVA, mientras que cada trabajador o trabajadora, creyente o no, tiene que trabajar para mantenerse y paga impuestos hasta para comprar un chicle.
Por eso desde el PTS y el Frente de Izquierda impulsamos el proyecto de separación de Iglesia del Estado. A la vez que rechazamos cualquier injerencia religiosa en los planes educativos que consideramos deben ser debatidos y definidos exclusivamente por las organizaciones gremiales, les estudiantes y la comunidad educativa.
El gremio docente no puede mirar desde afuera este debate, o limitarse a pronunciamientos desde las directivas sean la provincial o las departamentales. Cada seccional y la provincial misma deben ponerse a la cabeza de contrarrestar la ingerencia de las iglesias en la educación, estando al frente de cada reclamo ya que los sectores fanáticamente anti derechos no sólo hacen lobby sino que también amedrentan y amenazan a la docencia que quiere desarrollar la aplicación de la ESI con criterios científicos".