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Red Internacional
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Santa Fe. Lifschitz y su “progresismo conservador”

Y un buen día se lanzó oficialmente la campaña electoral en Santa Fe. Con la presentación oficial de Miguel Lifschitz, como aspirante a la Gobernación, y Mónica Fein, como candidata a la reelección en Rosario, el oficialista Frente Progresista lanza sus caballos para la carrera, en medio de la zozobra nacional del UNEN. Una campaña derechizada y sin contenido, mientras se agrava la crisis narcopolicial y se silencian los reclamos del pueblo trabajador.

Octavio Crivaro

Octavio Crivaro @OctavioCrivaro

Jueves 5 de febrero de 2015

“Las nuevas ideas no vienen de la derecha, sino del progresismo”, dijo el ex intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, en su lanzamiento como pre-candidato a Gobernador por una de las dos fracciones del Frente Progresista.

Frente al candidato opositor de la derecha macrista, el humorista y reconocido misógino Miguel Del Sel, el dirigente socialista (entre comillas) sacó a relucir sus desgastados blasones “progres”, porque pagan para diferenciarse de los abiertamente neoliberales. Resulta curioso, sin embargo, que Lifschitz se presente así.

Bajo su intendencia, se creó en Rosario la GUM (Guardia Urbana Municipal) que vino a complementar la labor de la Policía, concentrando sus dardos en los pibes en situación de calle, vendedores ambulantes e incluso atacando a militantes de izquierda y de Derechos Humanos.

Dos Rosarios separadas

La intendencia Lifschitz, que coincidió con Binner como titular de la Casa Gris, representó el giro más abierto del Partido Socialista hacia constituirse en una casta política administradora de una Rosario dividida socialmente en dos. Por un lado, la Rosario del boom de la construcción (subproducto de otro boom, el sojero) el auge turístico y los grandes eventos marketineros.

El PS, con Lifschitz y Binner a la cabeza impulsaron esta bonanza para empresarios y clases acomodadas, dirigiendo la “limpieza” del centro y las zonas más cotizadas de la ciudad de pobres, de jóvenes, de todo lo que estorbe la imagen de una ciudad “civilizada” con sus expresiones culturales “institucionalizadas”. Una Rosario elitista. No por nada el reaccionario Mariano Grondona, luego de que Lifschitz expusiera en el antro de la derecha vernácula, la Fundación Libertad, dijo: “si esto que dice el Intendente es socialismo, yo soy socialista”. Grondona no es, claramente, socialista. Lifschitz tampoco.

Del otro lado, existe una Rosario alejada del centro, masiva y popular, la ciudad de los trabajadores, de los jóvenes hijos del hundimiento del 2001, de miles y miles de obreros, trabajadores y pobres, que conviven en barrios arrasados y despojados de los más elementales servicios, con redes de narcotraficantes bancados desde el Estado que dirigen los amigos de Lifschitz y “sus” jefes policiales
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Una metáfora del despojo y una acusación grave

Como metáfora de este “socialismo” de la desigualdad social, el candidato binnerista tiene un hito en su haber: mientras era Intendente cerró sus puertas, dejando en la calle a cientos de trabajadores metalúrgicos, la multinacional alemana Mahle. En aquel entonces, en plena campaña electoral de 2009, Lifschitz paseó y lloró lágrimas de cocodrilo en esta fábrica tomada por sus trabajadores. Sin embargo la empresa cerró y cientos de familias volvieron a experimentar en su piel lo que la clase trabajadora de la provincia vivió en 1989 y en el 2001: la desocupación.

Pero sin duda una de las manchas más oprobiosas y (para variar) impunes de Lifschitz y compañía, es la acusación de haber financiado su campaña electoral con dinero proveniente de fuentes ilícitas. Para la campaña electoral de Binner como aspirante a Gobernador, y con Lifschitz como tesorero del Partido Socialista, el Frente Progresista recibió dos millones de pesos de origen desconocido (lo cual genera alguna suspicacia en una provincia con un gran negocio narco).

Además, recibieron aportes de Terminal Puerto Rosario, lo que constituye un hecho de corrupción por ser esta la empresa concesionaria del puerto. Como si esto no fuera ya suficiente, hay que agregar que la empresa está acusada por lavado de dinero del narcotráfico en España. Lo que se dice “negocios carnales” con los empresarios y los narcos. El verdadero carácter del Gobierno santafesino.

La impunidad: el principal “producto regional”

“Sé que al hablar me gano la tumba, porque las personas que reclaman aparecen muertas”. La declaración corresponde a una militante social que presenció el último asesinato perpetrado por una banda vinculada al narcotráfico que controla el barrio Villa Banana, antes de recibir ella misma y sus hijas amenazas de muerte.

Mientras el ex intendente busca la Gobernación y Mónica Fein pelea por su reelección como intendenta, dos nuevos casos de impunidad narco y policial asfixian el ambiente. Este hecho en Villa Banana se suma al caso de dos policías implicados en un caso de gatillo fácil que fueron liberados sin que sus abogados lo requirieran y en un tiempo absolutamente récord. Una mancha más del “tigre” de la impunidad encubierta desde la Justicia, a pedido de un gobierno provincial que ha hecho de la protección a la Policía un deporte estatal.
Tiene razón la militante que denuncia (¿anuncia?) su posible muerte. Los que sufren diariamente la persecución y el hostigamiento de narcotraficantes y Policía, además, corren diariamente riesgo de morir. Como Franco Casco, por saña policial. Como Norma Bustos, por vendetta narco. Como Mercedes Delgado, por quedar en medio de un tiroteo entre mafias. Esto es, hoy, Santa Fe.

Prohibido reclamar, prohibido votar a la izquierda

No solo reclamar contra el narcotráfico -concretamente y no como un gris discurso de campaña de políticos cómplices, como los del peronismo, bajo cuyo amparo se gestó y creció el narcotráfico local- está virtualmente prohibido. Todas las demandas sociales y políticas de los trabajadores, la juventud y las mujeres reciben respuestas negativas, si acaso reciben alguna. Los docentes reclaman un aumento que ni siquiera llevaría el salario inicial a la canasta familiar.

La Ministra de Educación, Claudia Balagué, respondió: no se puede. En estos días, se dio a conocer una encuesta que señala que la mayoría de los rosarinos cuestionan el estado del transporte público. La Intendenta Mónica Fein descartó este reclamo diciendo que es una movida electoral de sus opositores.

Más del 40% de los trabajadores de la ciudad trabajan en negro o precarizados y no tienen el derecho elemental a elegir delegados y organizarse en sus lugares de trabajo. La vida en algunas fábricas de la ciudad se parece más al esclavismo que al trabajo asalariado. Miles de jóvenes que no llegan a los 25 años pueblan las fábricas sin derechos de ningún tipo, y quienes reclaman contra esto son despedidos por patronales despóticas con la colaboración de las burocracias sindicales que perfeccionaron en los últimos años el arte del felpudismo pro empresarial. El caso testigo de Liliana no deja margen de dudas: un fallo judicial ordena la reinstalación de un activista despedido por persecución antisindical y durante 3 meses la empresa lo incumple sin que un solo funcionario político tome cartas en el asunto.

Como corolario de esta prohibición sistemática para que se expresen las voces y los reclamos de los trabajadores, las mujeres y la juventud, el Partido Socialista junto con el kirchnerismo aprobaron una reforma política derechista, que busca proscribir en las elecciones justamente a la izquierda, que somos los únicos que expresamos estos reclamos. Así, los que acompañamos consecuentemente la lucha de los trabajadores de Liliana, y la de los miles y miles de jóvenes trabajadores sin derechos, debe sacar 50 mil votos en las elecciones internas de abril para poder presentar candidato a Gobernador en las elecciones generales. Que hable la izquierda es una herramienta más para que se expresen las demandas y las luchas de los trabajadores y el pueblo pobre.


Octavio Crivaro

Sociólogo, dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en Santa Fe.

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