Este jueves pasado se aprobó la iniciativa que reconoce como personalidades destacadas en el ámbito de los Derechos Humanos, a Carlos “Sueco” Lordkipanidse y Liliana Mazea, impulsada por las diputadas porteñas Myriam Bregman y Alejandrina Barry, del PTS - Frente de Izquierda.
Sábado 12 de diciembre de 2020 19:24
El pasado jueves 10 de diciembre en horas de la noche y tras una maratónica sesión, fue aprobado el proyecto de ley impulsado por las legisladoras Myriam Bregman y Alejandrina Barry por el cual se reconocen como personalidades destacadas en el ámbito de los Derechos Humanos a dos militantes entrañables como son la abogada Liliana Mazea, y Carlos “Sueco” Lordkipanidse.
Sueco Lordkipanidse, la lucha militante de ayer y hoy
El reconocimiento al Sueco, considera personalidad destacada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el ámbito de los Derechos Humanos a Carlos “El Sueco” Lordkipanidse, militante por los Derechos Humanos, actual integrante del “Encuentro Militante Cachito Fukman”, ex detenido desaparecido secuestrado durante dos años y medio en la ESMA, querellante y testigo en numerosos juicios de Lesa Humanidad y un incansable luchador por los derechos humanos de las generaciones presentes, así como en la pelea por juicio y castigo a los genocidas de la última dictadura argentina.
Carlos Gregorio “El Sueco” Lordkipanidse nació en 1952 en el barrio porteño de San Cristóbal. A temprana edad comenzó su militancia en la Juventud Peronista. Esa militancia en sus propias palabras lo hizo con una perspectiva de “entrega y compromiso que dura hasta hoy. No pude en ningún momento de mi vida, ni en las peores circunstancias, dejar de ser un militante. La militancia me dio mi primera compañera, tres hijos, mis mejores amigos, mis mejores compañeros. Mis hijos llevan los nombres de mis compañeros desaparecidos con excepción de mi primera hija que se llama María Victoria”.
Producto de esta militancia, y en el marco de la última dictadura cívico militar argentina, fue secuestrado el 18 de noviembre de 1978 en el barrio de Boedo. Estuvo secuestrado, torturado y sometido a esclavitud por los genocidas por el lapso de 2 años y medio. A mediados de 1981 pasó al régimen de libertad vigilada y en octubre de 1983 logró escapar con su familia a Brasil gracias a la intervención de Adolfo Pérez Esquivel y de Carmen Cobo, Madre de Plaza de Mayo. Luego como refugiados políticos, fueron enviados a Suecia. En 1987 volvió a nuestro país para declarar en la causa abierta contra la Armada.
Su testimonio en cada juicio ha aportado datos de gran valor para determinar la cantidad de detenidos que pasaron por la ESMA, ya que era obligado por los genocidas a trabajar en su oficio de fotocromista, creando archivos sobre los secuestrados en ese centro de exterminio. De ese modo, también dio sustento al reclamo que hasta el día de hoy levantan los organismos independientes de Derechos Humanos en el país: los archivos de la represión existen, y el Estado debe abrirlos. Es la campaña que en los últimos meses encabezó junto a los organismos del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.
Además de su participación en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia por los y las 30.000, el “Sueco” es un referente de la lucha por los Derechos Humanos que también son vulnerados desde el fin de la dictadura hasta el presente. Participa, promueve y es parte del Encuentro Memoria, Verdad, y Justicia, y se encuentra siempre en la primera fila en la denuncia de la represión estatal y de todo ataque a las libertades democráticas.
Además, puso en pie la Asociación Vecinos de San Cristóbal Contra la Impunidad, y actualmente es parte del Encuentro Militante “Cachito Fukman” en homenaje a su querido compañero de militancia, fallecido en 2016.
Liliana Mazea, décadas de lucha contra las dictaduras y por los presos políticos
Lili, como es conocida en el movimiento de Derechos Humanos, es abogada de detenidos por razones políticas, de víctimas y querellantes en numerosos juicios de Lesa Humanidad y una incansable luchadora por los derechos humanos.
Desde los 15 años comenzó su militancia en el Partido Socialista Argentino, participando de un gran movimiento por la libertad de los presos políticos de la dictadura de Onganía.
Luego cursó la carrera de Abogacía en la UBA siguió participando de las luchas estudiantiles y enfrentó los ataques de la Triple A que asesinó a varios de sus compañeros. Como militante de los DDHH, acogió y defendió a varios refugiados chilenos luego del sangriento golpe pinochetista contra el gobierno de Salvador Allende.
Desde 1976 integró la UNIÓN de Mujeres de la Argentina (UMA), organización con la que se acercaba a los cuarteles a reclamar por militantes desaparecidos. A muchos de ellos los había conocido de haber compartido alguna vez el mismo espacio de militancia o lucha.
Recibida como abogada durante ese período, se juramentó utilizar su profesión en la búsqueda de justicia por los compañeros desaparecidos. Es así que en 1982 ingresó a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, y al poco tiempo ingresó a la Liga Argentina por los Derechos Humanos.
Finalizada la dictadura, se dedicó a atender en ese organismo a los ex - presos políticos que habían sido puestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y acompañó desde su profesión y en las calles la lucha por el Juicio y Castigo contra los genocidas y en contra de las leyes y decretos que impedían su juzgamiento.
A pesar de la vigencia de dichas normativas, Liliana Mazea formó parte de aquellos abogados militantes por los DDHH que siguieron interponiendo demandas que permitieran ir abriendo el camino al juicio y castigo. Como abogada de ex detenidos desaparecidos participó también de los denominados “Juicios por la verdad”. Cada una de estas actividades las realizó con el objetivo, compartido por millones en nuestro país, de derribar las leyes que perpetuaban la impunidad. Apoyó el inicio de investigaciones que permitía juzgar hechos que estaban excluidos de las leyes del perdón, como fueron el Juicio iniciado con motivo del “Plan Cóndor” o contra los apropiadores de niños nacidos durante el cautiverio de su madre.
Tras la declaración de nulidad esas leyes de impunidad en el año 2003, Liliana Mazea junto Adriana Calvo, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, y tantos otros colegas y militantes de organismos de DDHH agrupados en el colectivo “Justicia Ya”, no solo iniciaron, conjuntamente con las víctimas de terrorismo de Estado, distintas querellas contra los genocidas sino que también realizaron un fundamental trabajo de acompañamiento de los sobrevivientes, los familiares y compañeros de los desaparecidos, que se pusieron al frente de la recolección de pruebas y testimonios con los que en gran parte se logró elevar a juicio oral y castigar a los culpables. Como abogada realizó en estos juicios una tarea central que, además del trabajo de recolección y aportes de pruebas, incluyó la de rechazar en cada oportunidad los planteos de prescripción o de cosa juzgada y de, como en los juicios de Primer Cuerpo y ESMA la de tramitar las presentaciones de los querellantes, realizando los pedidos de elevación a juicio oral y público donde buscó, incansablemente, justicia.
Liliana Mazea, participó como una de las abogadas de la querella en la causa del Primer Cuerpo del Ejército, de la causa Esma, de las causas que llevaron a la cárcel a Miguel O. Etchecolatz y a Christian Von Wernich. Fue una de las abogadas de Jorge Julio López y querellante en la causa donde se investiga su desaparición. Junto a Myriam Bregman, Guadalupe Godoy y otras abogadas hicieron una importante elaboración jurídica y la primara acusación por el delito de genocidio ante los tribunales argentinos, sentando una importante jurisprudencia.
También participó como abogada en diversos juicios sobre casos de Lesa Humanidad como Mansión Seré, Circuito Oeste, Vesubio I y II, el juicio donde se investigaron los crímenes cometidos por Héctor Pedro Vergez y Olivera Rovere y sus Jefes de Área. En los juicios desarrollados por la Justicia Federal de San Martín participó del proceso contra los responsables del secuestro del negrito Avellaneda y de su madre en sede de Campo de Mayo.
En la causa donde se investigaron los crímenes cometidos por la Triple A fue designada como la abogada de una de las dos querellas de ese juicio. Cumpliendo allí, también, un destacado rol en lograr la reapertura de la causa y solicitando que los delitos cometidos por ese grupo de tareas sean considerados como de lesa humanidad.
Liliana Mazea, como parte de su militancia por los Derechos Humanos, tomó la defensa de una gran cantidad de presos políticos y refugiados políticos que solicitaron asilo en nuestro país. Desde hace algunos años es parte del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos en las causas que este organismo impulsa en favor de los luchadores sociales y presos políticos.
El Colegio Público de Abogados de la Capital Federal la ha reconocido como una de "Las mujeres abogadas por la actividad desarrollada en la defensa legal contra el terrorismo de Estado”.
Con más de 40 años de esta actividad, y en la oportunidad de alegar por los crímenes investigados en la causa “La Tablada”, Liliana se refirió a la necesidad de que muchos otros tomen las luchas a las que ella dedicó su vida de este modo: “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia. Quisiera entonces acompañarlos con este verso: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”.
Un necesario reconocimiento impulsado por las legisladoras del Frente de Izquierda, a estos dos trascendentes y queridos compañeros luchadores con los que distintas generaciones compartimos peleas cotidianas desde hace décadas.