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EL CÍRCULO ROJO - EDITORIAL. Lo que deja el año de la peste

Al comienzo de la pandemia se habló del fin de una época: el fatalismo del “estado excepción” permanente o el comunismo aquí y ahora. Ni tanto ni tan poco. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los domingos de 21 a 23 h por Radio Con Vos, 89.9.

Fernando Rosso

Fernando Rosso @RossoFer

Domingo 13 de diciembre de 2020 22:39

  •  Cuando apareció el coronavirus y comenzó la pandemia surgieron muchas interpretaciones sobre lo que deparaba para el futuro, pero que podríamos reducir a dos:
  •  Por un lado, estaban quienes aseguraban que estábamos en presencia de un cambio epocal en el mundo, con la emergencia de un “estado de excepción” permanente, con el fortalecimiento absoluto de las tendencias individualistas, el fin de las acciones colectivas, el reinado del miedo y el incremento de todas las formas de dominación basadas en el control biotecnológico de la vida. El filósofo italiano Giorgio Agamben quedó vinculado a esta mirada cuando habló de “la invención de la pandemia”.
  •  Por otro lado, estaban quienes planteaban que la experiencia de la peste en sí misma abría una crisis final del capitalismo, conducía a su derrumbe inevitable y al advenimiento de otro sistema social, económico y político, aquí y ahora. El filósofo esloveno Slavoj Zizek expresó esta posición con más vehemencia.
  •  Pero, la realidad, los hechos, demostraron que asistimos al desarrollo de elementos de ambas tendencias, pero sin que ninguna se pueda manifestar hasta el final:
  •  Se fortalecieron formas de control estatal y policial con la excusa de la pandemia; nuevos métodos “creativos” de explotación (basta pensar en los avances del “teletrabajo” en el sentido de extender la jornada laboral y borrar las fronteras entre el trabajo y el ocio o el descanso, ahorrar en instalaciones y descargar el peso sobre el trabajador o la trabajadora) o también se usó el miedo para que el “quedate en casa” se convierta en una forma de quietud absoluta para que nadie proteste ante los ajustes.
  •  Ahora, con el paso del tiempo y cuando la crisis económica comenzó a golpear también presenciamos distintas luchas o rebeliones en el mundo (Diego Sacchi fue relatando varios de esos procesos en este programa), las últimas experiencias más cercanas fueron las calles de Perú o Chile. También lo vimos en nuestro país: con la toma de tierras en las que la de Guernica en el partido de Presidente Perón en el Gran Buenos Aires fue sólo la más destacada, pero también existieron otras en Rosario (Magaldi y La Cariñosa), Neuquén (Centenario), Río Negro (General Roca), La Plata (Los Hornos), en Tucumán, Jujuy y Mendoza. Entre quienes se decía al inicio que estaban en “la primera línea”, trabajadores y trabajadoras de la salud: presenciamos múltiples reclamos en hospitales y clínicas, desde pequeñas ciudades a la zona metropolitana, precisamente porque los gestos simbólicos (aplausos, discursos) no se correspondían con las condiciones salariales o de laburo en general. En gremios como la UTA: conflictos masivos como Córdoba, Rosario y otros importantes como Tucumán, La Rioja o Jujuy; en telefónicos, en ferroviarios o, la que estamos presenciando ahora entre los aceiteros que puso en crisis a ese oligopolio del comercio exterior que tienen las cerealeras. También una miríada de reclamos entre jóvenes precarios (Rappi, Glovo, call centers)
  •  El coronavirus no es el primer (tampoco sabemos si el último) episodio de una tendencia epocal a la barbarie, inscripta en código genético del capitalismo en general y del neoliberalismo en particular. Pero estaría mal tomar la parte por el todo, porque también fue el catalizador de protestas que, a medida que se abren las actividades, parecen intensificarse.
  •  Y sobre esto creo que hay algunas cuestiones generales, ideológicas si se quiere, que quedaron más en evidencia.
  •  Esa imagen desiderativa en el espejo que habilitó la pandemia quizá permita imaginar la necesidad de otra sociedad. Porque la crisis pone en cuestión los pilares fundamentales del neoliberalismo. Porque develó el salvajismo empresario, que ahora vemos en la guerra geopolítica y de laboratorios por la vacuna. O en el hecho de que los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres.
  •  También implicó una resignificación de la relación con el tiempo libre, fundamental para impugnar la anarquía irracional de la organización económica de esta sociedad.
  •  Por último, también quedó en evidencia quienes son los “esenciales”, desde la primera plana que alcanzaron los repartidores y sus condiciones laborales, hasta el conjunto de los trabajadores o de la clase obrera. Y eso se demostró en cierta desesperación que tuvieron los empresarios para que volvieran a trabajar aquellos a quienes todo el tiempo les dicen que no sirven para nada, que no existen más o que están ahí por la filantropía de los empresarios que “dan” trabajo. No son los empresarios los que “dan” trabajo, sino que dependen y viven del trabajo ajeno.
  •  En síntesis: ni fin de la civilización capitalista, ni derrumbe automático. Quizá lo que dejó la pandemia es la necesidad de la misma lucha que estaba planteada antes, pero con mayor urgencia y muchos más fundamentos.
  • Fernando Rosso

    Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.

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