El Frente Amplio del ex sacerdote Marco Arana atraviesa por una profunda crisis interna la cual ha tenido como detonante las elecciones presidenciales y congresales del 2021. Rupturas y expulsiones se han convertido así en una constante. En ese contexto, la agrupación UNIOS-Perú ha anunciado su ruptura con el FA aduciendo que este habría perdido su carácter progresivo. UNIOS ha hecho un llamado a impulsar un nuevo partido político sin precisar con claridad cómo se construiría dicha organización. En ese entender, con la presente nota queremos iniciar un proceso de discusión orientado a aportar en el debate sobre la construcción partidaria desde la perspectiva de la izquierda revolucionaria.
Domingo 8 de noviembre de 2020
Marco Arana dirigente del Frente Amplio de Perú y Enrique Fernández Chacón actual congresista y dirigente de UNIOS UIT -CI
Fotos: La Republica
En primer lugar, saludamos la iniciativa de UNIOS-Perú de desvincularse de manera definitiva del Frente Amplio, sin embargo, consideramos que, para poder avanzar en la construcción de una alternativa revolucionaria no basta con decir que el carácter progresivo del Frente Amplio se agotó a partir de la forma como se construyó últimamente la plancha presidencial o la lista congresal, argumentando que la “cristalización de desviaciones burocráticas” y las pugnas entre caudillos seria el problema de fondo que habría llevado a la devaluación de esta organización política hasta convertirla en “un sello vacío y de brutal e irreversible adaptación al régimen democrático burgués”.
Para nosotros, el problema de fondo del Frente Amplio va más allá de la burocratización y el caudillismo de las facciones en pugna. Estos elementos, si bien existen y se han expresado con mucha crudeza en los últimos días y son cuestionables desde todo punto de vista, consideramos que su desarrollo y cristalización son más bien la consecuencia de un problema mayor que tiene que ver con la naturaleza partidaria, el carácter de su programa, la estrategia y el derrotero político del FA.
Como lo dijimos en la Conferencia virtual latinoamericana y de los EEUU convocada por los partidos que conforman el FIT-Unidad: el Frente Amplio, desde que se constituyó como tal, siempre se caracterizó por ser una organización de abierta colaboración de clases con un programa muy limitado de reformas del capitalismo, por esa razón, siempre estuvo muy lejos de la lucha por la independencia política de los trabajadores y, por tanto, la lucha por un gobierno de las y los trabajadores de ruptura con el capitalismo jamás fue parte de su horizonte estratégico. Esto lo aleja diametralmente de otras experiencias electorales como el Frente de Izquierda y de los Trabajadores FIT-U de Argentina, por ejemplo.
Estos elementos sobre la naturaleza del Frente Amplio, los podemos constatar en sus diversos documentos internos donde queda evidenciado que su apuesta estratégica es la construcción de lo que ellos llaman el “buen vivir”, para lo cual se proponen “radicalizar” la democracia representativa que no es otra cosa que el instrumento político del cual se vale la burguesía para mantener su dominio de clase sobre los trabajadores y el resto de los oprimidos y explotados. En ese entender, la clase trabajadora como sujeto hegemónico en la lucha por el socialismo, deja de ser relevante ya que lo esencial seria la armonía social (conciliación de clases) y un abstracto respeto por la naturaleza. Esta concepción ideológica los lleva a restarle importancia a la dinámica de la lucha de clases, al papel de la propiedad privada sobre los medios de producción y, por tanto, a la lucha por el poder político de las y los trabajadores.
Es en función de esta visión, que su programa se reduce a un conjunto de demandas mínimas que no buscan confrontar al capital ni a la burguesía, sino más bien pretenden ser implementadas en el marco de la institucionalidad burguesa a partir de la presión que puedan hacer desde espacios como el parlamento, los municipios, los gobiernos regionales o, en el mejor de los casos, llegando al gobierno central. De ello se desprende que para el Frente Amplio lo fundamental son las elecciones ya que a través de estas sus representantes pueden llegar a los diferentes espacios del estado, lo cual les permite también gozar de las gollerías y beneficios de los cuales disponen quienes forman parte de esta casta de privilegiados. Entonces, al ser el centro de su accionar las elecciones, las grandes crisis siempre surgen a partir de procesos electorales. Es por esa razón que los debates programáticos y políticos suelen ser reemplazados por luchas fratricidas por el aparato del partido, ya que, quien controla el aparato define las candidaturas y las cuotas de poder. Esta forma de concebir el quehacer político es muy común en los partidos reformistas y hace parte de su proceso de adaptación a la democracia burguesa.
Tampoco nos parece exacta la apreciación de los compañeros de UNIOS, cuando afirman que en algún momento el Frente Amplio fue un espacio “electoral al servicio de las y los luchadores y los pueblos”. El Frente Amplio siempre fue un conglomerado de corrientes políticas, la mayoría de ellas provenientes del estalinismo, el indigenismo ecologista, el centrismo y la burocracia sindical, cuyo objetivo principal era la participación electoral y la defensa de la institucionalidad. Por esa razón, cuando en las elecciones del año 2016, se dio la segunda vuelta presidencial entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, el Frente Amplio brindo públicamente su apoyo al neoliberal Kuczynski aduciendo que de esa manera contribuían a salvar la democracia. Así mismo, desde que asumió Martin Vizcarra la presidencia de la Republica el 2018, su bancada Parlamentaria siempre voto a favor de las iniciativas presidenciales orientadas a desviar el descontento popular y la movilización social que empezó a desarrollarse con mucha fuerza en el país a partir de que se hicieron públicos los vínculos de políticos, ex presidentes y altos funcionarios del estado con la corrupción promovida por la empresa Odebrecht.
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En ese entender, el Frente Amplio apoyo con todo el referéndum para la denominada reforma política del 2018, que fue a la postre el instrumento más eficaz del cual se valió el ejecutivo para enchalecar la bronca social en el marco de la institucionalidad del régimen de 1993, con ello se terminó por desmovilizar al pueblo creando expectativas en la idea que los cambios de fondo podían venir desde arriba. De igual manera, sus Congresistas aplaudieron las medidas cosméticas del gobierno y del poder judicial que estaban orientadas a relegitimar los poderes del estado, tan cuestionados por la población. Ya con la pandemia azotando el país y habiéndose dado la renovación del Congreso, el Frente Amplio puso al servicio del ejecutivo a técnicos como Farid Matuk quien integro el denominado Comando Covid, así mismo, le brindaron todo su apoyo al ex Ministro de Salud Víctor Zamora. Mientras tanto, sus nuevos Parlamentarios no movieron un dedo ni levantaron la voz para cuestionar las diversas medidas de salvataje al gran capital y a los banqueros que aplico el ejecutivo para congraciarse con los empresarios nacionales y extranjeros, medidas que a la fecha están costando miles de despidos, así como el incremento de la precarización laboral y la reducción salarial, con lo cual la pobreza crece todos los días.
Y últimamente, cuando se presentó el cuestionamiento al presidente Martin Vizcarra por el caso de los sobornos en la construcción del hospital de Moquegua y Lomas de Ilo, los congresistas de esta agrupación se dividieron en dos bloques: el bloque encabezado por Roció Silva Santisteban que votó en defensa del presidente aduciendo sin ruborizarse que lo hacía para defender la “democracia y el estado de derecho”; mientras que el otro grupo encabezado por Lenin Checo votó por la vacancia presidencial, la cual, si bien permitiría la caída de Vizcarra, le otorga el poder al cuestionado Congreso de la Republica y evita así que esta crisis trascienda a las calles y avive la movilización social. Aquí llama la atención que Enrique Fernández Chacón (representante de UNIOS en el Parlamento) termine alineado a uno de los bloques del Frente Amplio a partir de la defensa de la vacancia presidencial como salida de fondo a la presente crisis, dejando de lado la necesidad de imponer - con la lucha obrera y popular - una Asamblea Constituyente Libre y Soberana para acabar con el régimen político del 93, lo cual permitiría que las masas ingresen a la escena política acercándonos así a la posibilidad de pelear de mejor manera por un gobierno de las y los trabajadores.
Como vemos, la progresividad del Frente Amplio no se agota a raíz de esta última disputa entre caudillos, sino más bien, es la concepción frente populista, electoralista y reformista - de la cual hace parte el Frente Amplio desde su constitución - la que termina mostrando una vez más sus límites y su inviabilidad para la construcción de una alternativa revolucionaria. Va quedando demostrado así que este tipo de organizaciones - amplias y diversas ideológicamente - solo contribuyen a sostener al régimen de explotación y dominación impuesto por el capitalismo y a dar vida a caudillos como Marco Arana y otros, quienes hacen de las elecciones un fin en sí mismo. Con esto no negamos la importancia que tiene la lucha electoral, sino más bien, la entendemos como un componente táctico importante en la medida que nos sirve para impulsar la movilización y la auto organización de la clase trabajadora y el pueblo empobrecido en la perspectiva de avanzar en la lucha por alcanzar el poder político de las y los trabajadores.