El líder del Morena declaró no estar de acuerdo con la cancelación del DACA. Pero no confrontará a la administración Trump.

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3
Miércoles 6 de septiembre de 2017
Este martes 5 de septiembre, el mismo día que Trump anunció el fin del DACA, López Obrador, de gira en EE.UU., afirmó que si llega a la presidencia mantendrá una relación de respeto con la administración estadounidense. Lo hizo desde el Centro Woodrow Wilson, en Washington.
El líder tabasqueño, en un alarde de moderación, expresó “No nos vamos a pelear con el gobierno de Estados Unidos (...), nosotros no vamos a apostar a la ruptura”. Igual que el gobierno de Peña Nieto.
Una débil queja fue la respuesta ante la decisión del presidente estadounidense: “No estoy de acuerdo (con la eliminación del DACA), lo digo respetuosamente sin ánimo de parecer injerencista (...) en Estados Unidos existe un verdadero equilibrio, un contrapeso en poderes, estoy seguro que el Congreso va a rectificar este planteamiento, el Congreso va a corregir”.
Realizó un llamado a confiar en las instituciones estadounidenses, en línea con la “institucionalidad democrática” que reivindica John Ackerman, uno de los referentes intelectuales del Morena.
Y mientras tanto, ninguna solución de fondo a los dreamers, que hicieron su vida en EE.UU. y ahora estarán expuestos a las deportaciones. López Obrador sólo ofreció tener una política de puertas abiertas para los inmigrantes y hacer cambios en la forma en que funcionan los consulados de México en Estados Unidos, como elevar al rango de embajadores a los cónsules. Ni una palabra de impulsar la movilización y la lucha por el libre tránsito de personas a través de la región y por plenos derechos políticos, sindicales y sociales para todos los migrantes que radican en Estados Unidos.
Estabilidad para los inversores, el plan 2018-2024
Durante el primer día de su gira, el líder del Morena presentó su plan de gobierno 2018-2024, en el que propone mantener una relación de “respeto” con la administración estadounidense.
En su plan contempla en el rubro energético promover la refinación y la petroquímica, modernizar las seis refinerías existentes, construir dos adicionales, en Campeche y Tabasco, así como renovar las plantas de energía eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad.
Asimismo, se propone la creación de una zona franca en la frontera norte para impulsar la creación de empleo, a través de estímulos fiscales a las empresas y aumento salarial.
Como ya lo había expresado uno de sus asesores, José Luis Beato, no habrá marcha atrás con las reformas estructurales, incluida la energética –que implica el remate de los hidrocarburos de México y de Pemex-. López Obrador es un aliado de los empresarios y las trasnacionales que ofrece al 1% actuar con “decencia” a fin de mantener la institucionalidad de la democracia de los ricos.
Tampoco propone la cancelación del pago de la deuda externa, una medida elemental para liberar a México de las pesadas cadenas que la someten al imperialismo estadounidenses.
Sin implementar medidas como echar abajo la reforma energética, la educativa, la laboral -medidas que, de llevarse a cabo, son contrarias a los intereses de las trasnacionales y el gobierno de Trump, beneficiados por la explotación y la opresión de las mayorías-, no hay salida posible a favor de las demandas de los trabajadores, los pueblos indígenas y la juventud.
Para terminar con el saqueo de recursos y la degradación de las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías es indispensable renacionalizar todas las áreas privatizadas de Pemex, en el camino de ponerlas bajo control de sus trabajadores, organizados de forma democrática. Al mismo tiempo, hay que avanzar a través de imponer impuestos progresivos a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa, entre otras medidas para financiar los servicios públicos como la salud, la educación y otras necesidades acuciantes.