Con la excusa de la retención de periodistas de Univisión, el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, aprovechó para presionar al gobierno mexicano para que reconozca Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Recrudecen las tensiones.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Martes 26 de febrero de 2019
La respuesta no se hizo esperar. Sin ir a la confrontación directa, el presidente López Obrador convocó a las partes en conflicto a sentarse a negociar en un diálogo por la paz y ofreció a México como el escenario.
A su vez, postuló también a Uruguay como mediador, o un “diplomático de prestigio mundial, la ONU, incluso el Papa Francisco”, apuntó el mandatario.
Mientras tanto, ratificó su “buena relación de respeto” con Estados Unidos y sólo sugirió que sería mejor que organismos internacionales como la ONU o la Cruz Roja se encargaran del envío de la ayuda humanitaria.
López Obrador omitió pronunciarse sobre el llamado a México que hizo ayer el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, a reconocer al autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, como el mandatario legítimo de ese país.
En la noche de este lunes, ardieron las redes sociales con la retención en Venezuela (por una hora aproximadamente) del periodista Jorge Ramos y otros cinco reporteros de Univisión. Tras el hecho, el gobierno de López Obrador se vio presionado a pronunciarse.
En voz de Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), aseguró en la misma red social que el Gobierno mexicano manifestó a las autoridades de Venezuela su preocupación y protesta por estos hechos.
Por su parte, la administración de Donald Trump vio una oportunidad para apretar las turcas y presionar para alinear al gobierno mexicano con la política injerencista impulsada desde Washington.
El gobierno mexicano intenta nuevamente ubicarse como árbitro en la escena política internacional como una forma de despegarse ligeramente del imperialismo estadounidense, al que sin embargo, en la política nacional se mantiene subordinado, como lo expresa la política migratoria de contención y represión a través de la detención de las personas que cruzan la frontera con rumbo a Estados Unidos.
No obstante, una salida negociada para el gobierno de Maduro en el marco de la crisis catastrófica que agobia a la clase trabajadora y los sectores populares en Venezuela significará también un plan de ajuste comandado por organismos internacionales como el FMI. Nada favorable a las mayorías.
Más allá de las intenciones del gobierno mexicano, lo cierto es que la derecha venezolana encabezada por el autonombrado presidente Juan Guaidó continúa su apuesta por la intervención militar extranjera en Venezuela, aunque el Grupo de Lima tuvo que descartar opción militar, pero refuerza las sanciones económicas que en realidad paga el pueblo venezolano.
La clase trabajadora y los sectores populares de toda América Latina debe repudiar el intervencionismo estadounidense, sin dar ningún apoyo político a Maduro. Es urgente que se movilice contra este intento de avanzada imperialista en Venezuela que no harán más que fortalecer a las derechas regionales y los ataques que llevan adelante en cada país como Macri en Argentina, Bolsonaro en Brasil, Duque en Colombia o Piñera en Chile.