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Los 10 días del 10% que hicieron temblar nuevamente a Piñera

Juan Valenzuela

Alejandra Decap

Los 10 días del 10% que hicieron temblar nuevamente a Piñera

Juan Valenzuela

Alejandra Decap

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Los últimos diez días, el escenario político experimentó un importante giro, como consecuencia de la decisión del gobierno de recurrir al Tribunal Constitucional para impedir la aprobación del tercer retiro de los fondos previsionales. Se produjo una crisis aguda para el gobierno de Piñera y trabajadores portuarios y sectores populares protagonizaron acciones combativas de la lucha de clases con amplia simpatía de la población. El fantasma del 12 de noviembre del 2019 -fecha que fue de confluencia entre la huelga general y la protesta popular- reapareció desde estos últimos días con las acciones portuarias, los cacerolazos y manifestaciones.

¿Qué ocurrió?

Este giro no ocurrió de la nada. Por el contrario, expresa una actualización de los elementos más “prerrevolucionarios” heredados de la rebelión de 2019, que han sido “controlados” en buena medida con el desvío constitucional y el “estado de excepción permanente” justificado con la pandemia, pero de ninguna manera derrotados. El odio que generó la decisión de no dar su brazo a torcer con el tercer retiro podría haber sido un factor para que amplios sectores cuestionen la permanencia de Piñera en el gobierno y reanimen los deseos de la rebelión. Es por esta razón que finalmente el Tribunal Constitucional (TC) no admitió el recurso de Piñera: le tuvo miedo al fantasma de la rebelión, de la huelga general y la revuelta. Así, Piñera sufrió una importante derrota política.

Piñera y su equipo, con esa decisión, pretendían fortalecer el presidencialismo y los mecanismos contramayoritarios del régimen en medio del proceso constituyente, como lo es el propio TC donde diez ministros que no fueron electos por votación popular, deciden el destino de millones y se sitúan por encima del propio Congreso. De esa manera, el gobierno pretendía dar un paso práctico para remarcar “quién manda en casa” a dos semanas de que se elijan los representantes de la Convención Constitucional. Esta maniobra, sin embargo, no resultó.

En el terreno político, el aislamiento respecto a la UDI y RN y la votación favorable desde su coalición al retiro propuesto desde el Congreso, ya había significado una importante derrota. Figuras relevantes de la derecha como Mario Desbordes o Joaquín Lavin, se ubicaron públicamente en el campo del “tercer retiro” contrariando al gobierno. El Congreso por aplastante mayoría votó a favor del tercer retiro de las AFP.

Sin embargo, fue el “fantasma de la rebelión” lo que condujo a Piñera a presentar un proyecto propio de retiro de fondos previsionales y luego a su vez, al TC, a no acoger el recurso del gobierno. Sin ese factor es muy difícil que una institución tan reaccionaria como el TC hubiese apostado por desdecir al gobierno en un asunto tan espinoso como el tercer retiro.

En el escenario de estos diez días, la huelga portuaria y la amplia simpatía en el mundo laboral que esta huelga parece haber generado, fue un factor muy importante de la derrota del gobierno. La huelga coincidió temporalmente con cacerolazos y protestas en diversos puntos del país . El lunes 26 de abril, al día siguiente que Piñera anunciara una ley propia de tercer retiro para intentar descomprimir el escenario, los portuarios se mantuvieron en huelga. Eso, de por sí, es sumamente importante, pues demostró que los trabajadores no se ponían en movimiento solamente por razones económicas, sino también por una razón política: el rechazo a la decisión de Piñera de mantener el recurso al TC para impedir el tercer retiro del Congreso y el odio al propio presidente, la conciencia de hacerse cargo como sector clave, de las necesidades populares.

¿Cómo podría haberse desarrollado el escenario?

La amplia simpatía que generó la huelga portuaria tiene que ver con el hecho de que todo el país estaba atento a lo que iba a ocurrir con el tercer retiro, dado el contexto de crisis social y sanitaria que ha multiplicado las necesidades de las familias trabajadoras. El posicionamiento que realizaron importantes sindicatos como la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC) u otros, responde a esta expectativa masiva ante el tercer retiro.

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Es de suponer que si el Tribunal Constitucional llegaba a acoger el requerimiento del gobierno, era muy probable que las acciones de lucha de clases se extendieran. La huelga portuaria significó un importante paso adelante en específico para la clase trabajadora y era un factor de activación también en sectores populares. A partir del papel estratégico que juegan los puertos en la economía del país, estos trabajadores lograron que sus muestras de combatividad fueran comentadas en todo el país, en las poblaciones donde se esperaba el 10%, entre los conductores de las faenas mineras, hasta en las reuniones vía zoom de profesoras y profesores se comentó acerca de la huelga portuaria, lo mismo en los centros de salud de atención primaria y en los barrios populares. También llamó especialmente la atención el posicionamiento de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), de Codelco, pues los mineros muchas veces son vistos como un sector que se preocupa sólo de su bolsillo. Los dirigentes de esta poderosa organización En paralelo, en poblaciones a lo largo del país, se desarrollaron múltiples protestas.

No está demás tener en cuenta también que la CUT había anunciado un paro sanitario para el 30 de abril (luego hablaremos de esto). De ese modo, empezaban a abrirse las condiciones para impulsar la coordinación de amplios sectores de la clase trabajadores y sindicatos en acciones de lucha comunes y para la alianza con los sectores populares y para empezar a unificar las demandas en el contexto de la crisis sanitaria y social, por ejemplo, peleando por un ingreso universal de emergencia, un plan de viviendas, etc. Sin embargo, como explicaremos, el llamado de la CUT fue puramente testimonial y supeditado a la estrategia del PC de preparar bien las elecciones presidenciales.

Ahora bien, la actuación de la burocracia del Partido Comunista, que analizaremos en el siguiente apartado, no niega el hecho de que un hecho político central durante los últimos diez días ha sido la reaparición de la clase trabajadora como un factor político. No es casual que fuese durante los días del paro portuario que el Tribunal Constitucional no acogiera el requerimiento de Piñera. Con esa decisión prefirió evitar un escenario de más lucha de clases De esa manera, con su decisión, testificó a su manera la enorme fuerza de las posiciones estratégicas de la clase trabajadora y su miedo a la huelga general y a un nuevo “12N de 2019”, que podía traer inestabilidad al país en pleno proceso constituyente. Con su decisión, el TC demostró tener más “sentido de Estado” que Piñera en sus cálculos políticos. A diferencia de este último, prefirió evitar una escalada de lucha de clases.

Dado el nivel de la crisis política con los partidos de gobierno aislando a Piñera en el Congreso y la oposición encontrando una razón para “golpear unida”, un escenario ascendente de lucha de clases podía terminar muy mal para el gobierno, con una eventual caída de Piñera. Piñera jugó una carta para desactivar esto: dar una concesión económica -el 10%- sin ceder en lo político: la decisión de ir al TC. Esa carta le falló. Al TC “no le quedó de otra” podríamos decir en su decisión de no acoger el requerimiento de Piñera.

Los salvadores de Piñera

Por eso, la perduración de Sebastián Piñera en el gobierno -pese a esta enorme crisis y el escaso apoyo que evidencia en las encuestas- no es un hecho dado: depende de un acuerdo con los partidos del régimen y de la tregua de la burocracia sindical.

Casi al instante de anunciada la acusación constitucional contra Piñera empezaron los gestos amigables de parlamentarios de oposición: el pasado 21 de abril, el jefe de la bancada de la DC, Daniel Verdessi, anunció rápidamente que “hemos tomado la decisión de no judicializar los procesos en los que buscamos beneficiar a las personas. No vamos a apoyar una acusación constitucional como bancada” y el PS Marcelo Schilling (PS) señaló que “constitucionalmente no hay falta, pero lo más importante es que cuando tenemos a un gobierno que está en el piso, abandonado por sus propios adherentes, darle un factor de unidad es como resucitar un muerto”.

El 30 de noviembre, la política que predominó finalmente fue la de reconocer al gobierno como un interlocutor. Tanto representantes de la cámara como del Senado, se reunieron con Piñera. Yasna Provoste informó que uno de los temas que intentó poner sobre la mesa fue la necesidad de una renta básica de emergencia que pueda ser financiada con bonos soberanos, excedentes del cobre y la eliminación de exenciones tributarias. El mensaje que subyace a esta reunión es que la acusación constitucional no es el centro de la política del Congreso, sino obtener dádivas de parte del gobierno aprovechando su debilidad.

Un hecho que llamó la atención es que Bárbara Figueroa se apresuró ese mismo día 30 a reunirse con Yasna Provoste. La CUT, en realidad, no preparó la jornada del 30 como una huelga general efectiva. En vez de buscar profundizar el camino que abrieron los portuarios, la CUT usó el paro del 30 como un día para desarrollar su política de unidad con la oposición burguesa.

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Continuar el camino de los portuarios

Pero el 30A no fue sólo el día de la burocracia de la CUT y del Congreso negociando con Piñera. Fue también el día en que se expresaron sectores de vanguardia de la clase trabajadora que se han ido forjando en los últimos años y que han dado saltos importantes desde la rebelión de octubre de 2019: En Antofagasta, como informóLa Izquierda Diario, “Trabajadores y trabajadoras de la salud, la industria, de la educación y jóvenes se concentraron en el Hospital Regional” de la ciudad y “cortaron la avenida Pedro Aguirre Cerda, en el corazón del barrio industrial de la ciudad, en el marco del paro nacional convocado por la CUT. La “Coordinación Obrera y Popular” impulsada en Antofagasta “junto al Comité de Huelga de la Salud y los trabajadores de Vecchiola en huelga, quisieron llevar adelante una política alternativa a las cúpulas de la CUT y su subordinación al gobierno”. No hay que olvidar que en esta ciudad, durante la rebelión se formó el comité de emergencia y resguardo que coordinó a sindicatos y poblaciones, es decir ya hay una cierta tradición de coordinaciones y acciones comunes de lucha.

Asimismo, trabajadores de la salud en Santiago -un sector que en rebelión destacó con las brigadas en Plaza Dignidad para atender a las y los heridos de la represión, como las trabajadoras y trabajadores del Hospital Barros Luco que durante la rebelión impulsaron la coordinación con pobladores y otros sectores con las consignas fuera piñera, asamblea constituyente libre y soberana y huelga general, o los trabajadores del Alejandro del Río (Puente Alto) que vienen peleando por mejores condiciones con la campaña #NoSomos Robot. También trabajadoras/es del Sótero del Río, el Hayde Lopez etc. En estas manifestaciones de la primera línea de la salud, participó la agrupación Abran Paso y diversos referentes de la Lista de Trabajador@s Revolucionari@s, como Lester Calderón, candidato a gobernador de Antofagasta o Joseffe Cáceres, quien se postula a la convención constitucional por el distrito 12. También se manifestaron trabajadores de REDBUS en la zona norte de Santiago. Lo común de las manifestaciones de Antofagasta y de la salud en Santiago es que fueron independientes de la burocracia sindical de la CUT y llamaron a seguir el ejemplo de los trabajadores portuarios para enfrentar al gobierno de Piñera. ¿Por qué?

Porque la huelga portuaria es una pequeña muestra de la enorme fuerza que tiene la clase trabajadora si utiliza sus métodos de lucha para conquistar objetivos políticos. El fantasma de la rebelión que trajo consigo el paro de los 8.000 trabajadores portuarios durante tres jornadas (21, 26 y 27 de abril) y las manifestaciones de sectores populares por el tercer retiro, indican también un camino para desarrollar las fuerzas de la clase trabajadora en medio de la crisis actual y de cara al proceso constituyente. Es necesario confiar en los métodos de la lucha de clases como la huelga y que la clase trabajadora enarbole demandas políticas comunes con los sectores populares. El hecho de que el 30 de abril no continuase el paro portuario, fue aprovechado por la burocracia del Partido Comunista para dar “señales” de buen comportamiento con la presidenta del Senado y no tener que dar la cara a trabajadores en lucha.

Si bien por el papel del Congreso y la burocracia sindical, Piñera perdura en el poder, se abren importantes perspectivas para una política revolucionaria y socialista. Es evidente que en estos diez días se ha manifestado ese sujeto peligroso: la clase trabajadora. Se hace clave desarrollar una política que apunte a que esta fuerza pueda desarrollar todo su potencial y terminar con toda la herencia de la dictadura, preparando un paro nacional para pelear por un ingreso universal de emergencia de $550.000, por el fin de las AFP y por una huelga general para derrotar al gobierno de Piñera y para poner en pie una Asamblea Constituyente Libre y Soberana convocada por los organismos de la clase trabajadora y el pueblo.


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Juan Valenzuela

Profesor de filosofía. PTR.
Santiago de Chile

Alejandra Decap