En “Los Atrevidos”, Julián Gorodischer recopila crónicas cuyo objetivo es demostrar que el periodista es parte de las clases subalternas.
Miércoles 10 de octubre de 2018
En el prólogo de “Los Atrevidos”, Julián Gorodischer define al periodismo performático como una vertiente en la cual “el cuerpo se utiliza como lienzo u ofrenda. [...] La condición para que el rol se plasma es no fingir: como los buenos actores, los cronistas de rol se entregan a una forma de sacrificio. Entre la puesta performática y la técnica etnográfica, el periodismo de rol confiere al personaje del cronista un protagonismo en las antípodas de la banal egomanía de la llamada ‘Crónica del yo’.” A lo largo de 328 páginas, el Doctor en Ciencias Sociales (UBA) desarma y reconstruye una y otra vez el concepto citado anteriormente. Se trata de un conjunto de crónicas (33 en total), que trasladan al lector a distintos espacios: un cementerio, un bar sadomasoquista y el área para deportados de un aeropuerto.
En principio, los textos aparentan no tener ningún tipo de conexión. Incluso es posible disfrutar de ellos si se leen de forma separada. Sin embargo, a medida que se avanza en la lectura, aparece un hilo narrativo subterráneo: el periodista entendido como parte de las clases subalternas. En Hotel de señoritas, Jonathan Rovner alquila una habitación en el “Acuario”, un hotel en el que todos sus huéspedes son personas trans. Se trata de una recopilación de diálogos cuyo contenido simbólico sintetiza la cotidianeidad de quienes viven en la pensión. Es necesario tener en cuenta que esta crónica fue escrita para Página|12 en 2006, momento en el que las disidencias sexuales aún no estaban ni siquiera en agenda. Hotel de señoritas es un relato crudo, con matices tragicómicos, donde la retórica posee un rol casi documental.
En Sobre la televisión, Pierre Bourdieu describe al periodista como alguien peligroso, susceptible de asombrarse de cosas que no tienen nada de extraordinarias, y a la vez de permanecer indiferente ante otras que son absolutamente portentosas. A raíz de esto, merece la pena destacar el trabajo de Javier Sinay, quien logra, mediante su relato “Yo fui sepulturero”, refutar la afirmación del sociólogo francés. Durante una semana, el reportero se pone en la piel del trabajador de un cementerio ubicado en la Zona Oeste de Buenos Aires. En pocas líneas, el autor de Rápido, furioso, muerto (otra crónica excepcional, publicada en Rolling Stone), logra desnudar los entretelones y morbos del oficio. “La muerte encierra el secreto de la vida. Y si no, que alguien me explique cómo es que un cuerpo vivo deja de estar vivo en cuestión de minutos. Hay otras preguntas ahí, por supuesto”. La construcción retórica de este texto se traduce en una mezcla de diálogos con los trabajadores e interrogantes planteados por el autor.
La figura del reportero recopilada por Gorodischer muestra que este, a pesar de la globalización y un exceso de comercialización del oficio, no deja de ser un niño con un mundo por descubrir y apto para asombrarse por lo que Georges Perec llamó “lo infraordinario”. Durante la lectura de “Te muerde”, de Mariana Enriquez, el lector percibirá una mirada fresca y un movimiento que logrará ir del concepto elaborado por Perec a lo extraordinario. La autora es capaz de reírse al haber sido tomada por una embarazada y, a la vez, relacionarlo en un gesto irónico con una escena de un clásico de Quentin Tarantino: “Recordé un parlamento de Pulp Fiction, cuando la novia del personaje de Bruce Willis fantasea con tener una deliciosa pancita. Pero claro, solo fantasea; la actriz no la tiene, y si la tuviera dudo que durmiera en brazos de semejante ejemplar”.
Para finalizar, sería un error no mencionar el trabajo de archivo y recopilación. “Los Atrevidos” tiene el enorme mérito de reunir 33 autores, cuya obra ha sido fundamental para la conformación del periodismo argentino en el nuevo milenio. Por otra parte, el Doctor en Ciencias Sociales (UBA), crea un paradigma de lo performático cuya estrategia consiste en ir de lo particular a lo universal. De esta manera, una serie de relatos consiguen registrar y dar cuenta de una multiplicidad de dimensiones presentes en la modernidad.