Jueves 4 de septiembre de 2014
El lunes tuve que ir a hacer unos trámites al centro y me encontré en el obelisco con un montón de buitres. Pensé que era un repudio a las empresas yanquis que están despidiendo, pero después me enteré que eran de La Cámpora y dudé ¿le estaban dando la bienvenida al magnate George Soros o a la gerencia de la multinacional Lear? Pero no, era un acto de repudio al fallo de Griesa.
Creo que es una confusión que puede tener cualquiera. La principal corriente juvenil del oficialismo viene jugando a dos puntas, entre “ningún pibe nace chorro” y “hay que matarlos de chiquitos” que hace que el discurso progresista del oficialismo sea tan creíble como las asambleas de Pignanelli en el SMATA. El intento de la juventud oficialista de darle un rostro humano al peronismo está a toda marcha. Si es cierto lo que se comenta, que la candidatura bonaerense se estaría dirimiendo entre Berni y Granados, no sólo conseguirían ese rostro humano, sino un cuerpo de hiena muy a tono con las demandas de la clase media que abandonó por derecha a la boleta presidencial en las últimas elecciones.
El Cuervo Larroque lo explicó muy bien “hay especulaciones financieras que no son tan antipatria. Cuando el compañero Cristóbal López se llevó hasta los foquitos de luz de la fábrica Paraná Metal lo que estaba haciendo era reorganizar los capitales con los que después compraría C5N”. Y continuó “cuando Lázaro Baez fugó miles de millones de pesos de la obra pública al exterior lo hizo en aras de defender el patrimonio nacional de la voracidad de los bancos locales. Pero también perseguía un objetivo político: para emular a las más nobles tradiciones de nuestra juventud maravillosa, los habría metido en bancos suizos para cambiarlos desde adentro, como montoneros intentó hacer con el peronismo. ¡No quiero ni imaginar la cara de esos banqueros cuando se enteren cómo los cagamos!”. Kicillof viene insistiendo que “la patria no se negocia”, por eso el lema de los jóvenes camporistas. Pasa que no le dejaron terminar la frase que seguía “los recursos naturales, los fondos del ANSES o Chevrón, es más charlable. Tenemos toda la voluntad de negociar”. Lástima que Axel volvió a hacer un papelón cuando un asesor le avisó al oído que todo eso ya lo habían entregado, y que tenía que pensar un plan B.
La Juventud Radical, que según sus estatutos partidarios la componen los radicales de menos de 80 años que aún posean control de sus esfínteres, está que trina. Según declaraciones otorgadas a este periodista por un alto dirigente, ellos “no pueden tolerar un fallo como el de Griesa” porque “llevar el país al default es una marca registrada de los gobiernos radicales, como los saqueos, la hiperinflación y los paros generales. No toleramos la competencia. Aunque, en honor a la verdad, hay que decir que el gobierno de Cristina nos viene robando todas nuestras banderas históricas desde su segundo mandato”.
Los camporistas pueden ponerle toda la onda del mundo y decir que están concientizando a “la gente” de los peligros de los buitres, que vienen por los recursos naturales, o a embargar el obelisco. Pero un buitre es un buitre, y el gobierno los viene alimentando hace una década. Deberían estar buscando un nuevo lema “Dame tu futuro, que yo te lo negocio”. Ya lo hicieron en 2005, 2010, y ahora están buscando negociar otra vez.
Hay que ser, cuanto menos, un tierno Heidi para no darse cuenta que no estamos ante una bandada de especuladores recién ahora. Es la misma bandada que siempre sobrevoló los suelos patrios y para los únicos que valió el famoso “el que depositó dólares, recibirá dólares” (aunque el kirchnerismo le agregó jugosos intereses). Si el discurso oficial hoy intenta alertar sobre los peligros de la gula de estos buitres, tendría que no haberle dado nunca de comer. Pero esto es incompresible para los candidatos y candidatas de los partidos tradicionales. Son criadores profesionales de aves rapaces. Buitres y caranchos rapiñan sin molestias las riquezas del país mientras La Campora nos dice que debemos estar agradecidos con la presidenta, porque gracias a la asignación universal por hijo a las madres les alcanza para comprar 10 kilos de yerba.