Miles de jóvenes trabajan diariamente en uno de los muchos call center en las principales ciudades del país. En medio de la pandemia y en condiciones muy precarias, los trabajadores de call center necesitan organizarse para defender sus derechos.
Martes 27 de abril de 2021
Despertar por la mañana, salir de prisa y sin desayunar, abordar el transporte y después pasar horas frente a una computadora, es parte de la rutina de quienes trabajamos en un call center y seguro de muchos trabajadores más.
Además de ganar poco, más de la mitad se nos va en pagar renta, pasajes, comidas, etc. y quienes son madres, además, típicamente cargan con una doble jornada antes o después de salir de casa, garantizando labores domésticas y el cuidado de hijos e hijas.
En los call center, entre decenas de pequeños cubículos, hacinados y sin sana distancia, te marcamos para cambiarte de compañía telefónica, recordar tu fecha de pago o nos vemos obligados a dar la cara por los cobros excesivos de bancos y tiendas. Ganamos el mínimo - aproximadamente 4 mil pesos mensuales- y si nos va bien y hacemos nuestro proceso perfectamente, podemos ganar un poco más por bonos y comisiones.
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Con estos salarios de miseria, muchas veces sin contrato ni derechos laborales, trabajamos 6 días a la semana, con jornadas de entre 7 y 10 horas obligados a trabajar horas extras para llegar a fin de mes, así, nos sumamos a una generación que deja la vida en el trabajo en condiciones de suma precarización laboral.
Trabajar durante la crisis
La pandemia aceleró las contradicciones de un mundo marcado por la crisis económica y sus consecuencias para los sectores populares, pero la pandemia no es algo fortuito sino consecuencia de la devastación ambiental que, arrasando selvas y bosques en beneficio de empresas dedicadas al agronegocio, creó las condiciones para la propagación de enfermedades que antes solo se hallaban en los hábitats destruidos.
Observando el saldo de la crisis sanitaria y económica, pareciera que sólo nos queda esperar tiempos mejores, pero durante la pandemia, los de siempre, los trabajadores y los pobres somos quienes pagamos los platos rotos. Ya sea como estudiantes que ante la falta de becas y condiciones óptimas para tomar clases en línea tuvimos que dejar la escuela o, como trabajadores que engrosamos las filas de una clase obrera altamente precarizada.
Muchos call center nunca dejaron de funcionar. En lo que es el colmo de la irracionalidad, muchos tuvimos que arriesgar nuestra salud porque gobierno y empresarios se negaron a cerrar los centros de trabajo garantizando que se pagaran salarios íntegros como único camino para garantizar cuarentenas dignas. Al contrario, bajo la mirada cómplice del gobierno se solaparon millones de despidos, lo que puso a los sectores populares en peores condiciones.
A la distancia, sigue siendo irracional que en muchos call center, sin sana distancia ni medidas sanitarias básicas, se obligue a seguir trabajando para empresas que se hicieron ricas durante la crisis, aprovechando el boom de las ventas por Internet sin que hubiera nunca la menor preocupación por la salud de los trabajadores, ocultando contagios y despidiendo trabajadores en su intento por aumentar sus ganancias. Más aún que la escasez de vacunas producto de su acaparamiento por parte los países ricos y el control de las patentes, propiedad de grandes farmacéuticas, pone aún lejano el fin de la vacunación.
Durante el último año muchos perdimos familiares, amigos o incluso enfermamos nosotros mismos, pero a la pandemia hay que agregar una serie de problemas que enfrentamos desde antes de la crisis: salarios bajísimos desde luego, pero también la pérdida de derechos. Muchos trabajamos por outsourcing y contratos temporales, o nos contratan filiales de la misma empresa de manera que nunca gozamos de plenos derechos como reparto de utilidades, contratos colectivos, certidumbre en el empleo, guarderías y un largo etcétera.
Muchos de esos derechos ahora perdidos fueron conquistados hace tiempo a través de la organización y la movilización de la clase trabajadora y sus organizaciones. Sin embargo, entre los call center la mayoría de las veces no existen siquiera sindicatos o están totalmente cooptados por las empresas. Estos se conocen como "sindicatos blancos".
Además, hoy en día gran parte de los sindicatos, desde las centrales históricamente ligadas a los viejos partidos como las que se reclaman democráticas, mantienen una tregua contra los aspectos más reaccionarios del gobierno. Ejemplo de ello es el acuerdo entre los empresarios y la 4T que fue recientemente aprobado en el Congreso y que permitirá continuar con el outsourcing pese a que en campaña el Morena prometió terminar con este esquema de simulación contractual.
Tras pensar estos problemas, las y los jóvenes trabajadores no podemos concluir con desánimo, necesitamos levantar el rostro y reconocernos como un sector que se mostró esencial durante la pandemia, como lo fueron cientos de repartidores de aplicaciones de reparto que nunca cesaron o los trabajadores de call center que en muchos casos mantenemos a flote parte importante del sector servicios, de logística y la banca.
Debemos pensar que lo que falta es un conjunto de demandas por arrancarle nuevamente a las empresas a las que nada le importamos. Los sindicatos y en particular aquellos que se reivindican democráticos están para defender los derechos de todos los trabajadores, lo que desde luego incluye a los miles de trabajadores precarios y subcontratados que ven mermado sus derechos con las políticas del gobierno, la derecha y los empresarios. Un programa de lucha para los trabajadores de call center debería incluir:
- Aumento salarial de emergencia que cubra las necesidades básicas y que no divida el salario entre sueldo base, bonos y comisiones, sino que se integre en un monto único y suficiente, pues dividirlo solo es una trampa para justificar salarios de miseria.
- Terminar con los despidos y el outsourcing. Debemos luchar por contratación directa con la empresa para la que trabajamos y basificación desde el primer día con plenos derechos laborales y sindicales
- Respeto a la jornada de ocho horas y semana de máximo 40 horas semanales. Las jornadas extenuantes, además de los enormes tiempos de traslado, hacen imposible que las y los trabajadores vivamos dignamente. Con descansos que no son descansos pues se ocupan muchas veces para labores domésticas o escolares, es necesario que se respete el derecho al esparcimiento de los trabajadores y sus familias.
- Garantizar guarderías y comedores en cada centro de trabajo que sean subsidiadas por las empresas sin disminución de las percepciones de las y los trabajadores, con la intención de aligerar las dobles jornadas de las tareas domésticas.
Todo eso y más se puede conseguir, pero se necesita de mucha organización entre los trabajadores de call center, de supermercados, repartidores, subcontratados, nativos e inmigrantes, sindicalizados y temporales, pues esas divisiones no ayudan más que a los patrones que lanzan ataque tras ataque contra los derechos laborales pero que los trabajadores podemos derrotar si nos organizamos.
Por la completa prohibición de la subcontratación del trabajo en México
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Para ayudar en la difusión de las problemáticas que viven los y las trabajadores de call center y otros sectores, desde La Izquierda Diario abrimos nuestras páginas para recibir denuncias, testimonios y opiniones, y así avanzar para conocernos y organizarnos por centro de trabajo.
Además invitamos a sumarse a la movilización del próximo 1 de Mayo, junto a otros sectores de trabajadores que luchan por sus derechos, con una política independiente al gobierno, los patrones y los partidos tradicionales.
Por un Primero de Mayo unitario, obrero, independiente y combativo
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