Este miércoles se trata en Diputados el proyecto pero nuestra lucha viene creciendo desde hace semanas, precedida por un recorrido de años. Las conducciones de los centros de estudiantes no han estado a la altura del movimiento de mujeres a la hora de potenciar nuestra demanda.
Lunes 11 de junio de 2018 00:00
Desde que el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) elaborado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto ingresó en la Cámara de Diputados, el movimiento de mujeres protagonizó una serie de acciones y movilizaciones masivas. A pesar de la marea de pañuelos verdes, del respaldo mayoritario de la sociedad y de ser un reclamo que a diario cosecha nuevas adhesiones en múltiples ámbitos, la conquista del derecho al aborto legal tiene un final abierto.
Este 13 de junio está previsto el debate en Diputados y los números para una media sanción varían. Pero el final está abierto porque luego debe pasar por el Senado, una cámara reaccionaria y feudal, y siempre está como posibilidad un veto presidencial (como sucedió con la ley que retrotraía los tarifazos). Macri se mostró contrario al derecho al aborto legal pero también el Partido Justicialista publicó el documento “Los peronistas decimos sí a la vida y no al aborto”. De un lado y del otro, la Iglesia Católica, financiada por el Estado, presiona y organiza el lobby para que el proyecto de ILE no se convierta en ley.
En Tucumán, el rechazo al derecho de las mujeres a decidir comienza por el gobernador Juan Manzur pero incluye a la oposición, como el diputado radical José Cano. La Iglesia ha utilizado a la Legislatura y el Concejo Deliberante de Capital y otros ciudades como un búnker frente al movimiento de mujeres. Ante la ofensiva clerical —algunos diputados mencionan llamados desde el Vaticano— es fundamental multiplicar las fuerzas de las mujeres en las calles, sin confianza alguna en las fuerzas políticas que gobiernan, ya que ningún derecho fue un regalo de un gobierno. Esa enorme fuerza que se expresa en las movilizaciones también se encuentra concentrada en nuestros lugares de trabajo y estudio, donde los sindicatos y los centros de estudiantes deberían jugar un rol en la organización de las luchas pero la realidad es otra.
En la Universidad Nacional de Tucumán hay un grupo de centros de estudiantes en manos de la Franja Morada y otra tanto con conducciones cercanas al kirchnerismo —como en La Bolívar en Filosofía y Letras, Fe en Bioquímica, recientemente Rumbo en el Lillo, todas agrupaciones integrantes del MPE— y de izquierda, como la Cepa en Psicología. Así mismo hay corrientes de centroizquierda como Sur-Mumalá que tienen la mayoría como consejeros estudiantiles en el Consejo Directivo de Artes. Estas corrientes mencionadas vienen de ser parte de un frente amplísimo en las elecciones de la FUA pero también de armar una lista en la antidemocrática elección del claustro estudiantil para el Consejo Superior (39 consejeros arman y desarman alianzas de espalda a 70 mil estudiantes de la UNT) para ingresar como primera minoría.
¿Aportaron desde estos lugares a la lucha del movimiento de mujeres por el derecho al aborto? La respuesta es un tanto evidente: no. ¿En los hechos, han sido una contratendencia a los centros dirigidos por la Franja Morada? Tampoco. Al contrario del “nadie quiere hacer nada” —excusa predilecta para justificar la propia inacción de las conducciones—, las estudiantes han recurrido a la organización por fuera de los centros de estudiantes. Esto se expresó en pañuelazos organizados en las facultades pero por fuera de los centros, pronunciamientos por carrera pero también en decenas de estudiantes que van con su pañuelo verde a clases y debaten allí contra la ideología conservadora para convencer a sus compañeras y compañeros (y en algunas carreras se crearon comisiones). Desde Pan y Rosas en el Frente de Izquierda hemos aportado organizando junto a nuevas compañeras una campaña para dirigirnos a miles de estudiantes en diferentes facultades, que tuvo diferentes expresiones como las clases con debates en Filosofía y Letras, jornadas artísticas en Artes o pañuelazos en Psicología y en el Lillo, además de convocar activamente en cada movilización unitaria.
Cuando la Iglesia usa la Legislatura o el Concejo Deliberante para una campaña contra las mujeres, las estudiantes no podemos contar con nuestros centros de estudiantes para organizar nuestra lucha. Se ve que la necesidad de “coordinación” entre las corrientes que dirigen centros y tienen consejeros sólo es urgente si se trata de cálculos electorales, nunca para potenciar la pelea de las mujeres. Qué distinto sería si en vez de atomizar la fuerza de las mujeres, el CUEFyL y el CUEPs fueran la punta de lanza en el Centro Prebisch, por ejemplo; si las movilizaciones unitarias como el 8 de Marzo o el Ni Una Menos se nutrieran con la fuerza de miles de estudiantes convocadas por los centros de estudiantes (se estima que solo en el Centro Prebisch circulan unos 16 mil estudiantes), que le exija a la Federación Universitaria de Tucumán en manos de la Franja Morada a sumarse a las acciones; si esa fuerza en las calles también estuviese a disposición de extender la organización coordinando con los estudiantes secundarios; que organice la respuesta ante el oscurantismo clerical y sus socios políticos con acciones contundentes.
El rol pasivizador de las conducciones de los centros de estudiantes guarda correlación con las autoridades universitarias. En una declaración de casi cincuenta universidades nacionales apoyando la despenalización del aborto, la firma de la UNT está ausente. Al contrario, la UNT tuvo varios gestos hacia la Iglesia católica en los últimos años, cediendo instalaciones para congresos u otorgando un honoris causa a Bergoglio (¡con viaje de la rectora Bardón al Vaticano incluído!). En los decanatos y consejos directivos sucede lo mismo. Una facultad como Filosofía y Letras que suele pronunciarse ante hechos de interés público ahora ante el debate en el Congreso por el aborto legal guarda un silencio que es, al fin y al cabo, una toma de posición funcional al conservadurismo. Una cristalización de esto fue el festival por Ni Una Menos organizado conjuntamente por La Bolívar y la gestión de la decana Mercedes Leal, donde se obvió en la convocatoria a la principal lucha que están protagonizando las mujeres.
Otras veces el rol pasivizador se explica por las alianzas políticas. Es el caso de Sur y Mumalá, que tienen funcionarios en la gestión del macrista Germán Alfaro (como hacen también en Mendoza, donde no hay aborto no punible). ¿Cómo van a promover acciones que denuncien que su jefe político participa activamente del lobby clerical y que aporta recursos municipales para las movilizaciones de la Iglesia? Cuando el movimiento de mujeres se movilizó hacia el Concejo Deliberante, Sur y Mumalá tuvieron una oportuna ausencia. En el caso de corrientes como la Cepa hay que tener en cuenta su adhesión a las convocatorias del Papa Francisco, de quien han dicho que comparten “su visión del mundo” (un mundo donde, seamos claro, las mujeres no tienen derecho a decidir). Esta fascinación por el Vaticano también es propia de corrientes como Mala Junta-Patria Grande.
En tanto que La Bolívar participó, a fines de mayo, del lanzamiento del espacio de Mujeres Sindicalista de Tucumán. Allí participaron más de 20 sindicatos enrolados en la Corriente Federal, impulsada por el kirchnerismo, que intervienen en la CGT, CTA y la CTEP, junto a la senadora peronista Beatriz Mirkin y la legisladora Silvia Rojkés. ¿Esos sindicatos se han puesto al servicio de la lucha de las mujeres por el aborto o se trata de un reagrupamiento para jugar en la interna peronista del 2019?
Que los Centros organicen acciones para este 13 de junio
La lucha de las mujeres por el aborto legal demostró nuestra convicción y fuerza de lucha, logrando que nuestra demanda se debata en el Congreso pero se escuche en cada casa, escuela, universidad, en cada lugar de trabajo. Copamos calles y llenamos las plazas del país. Es una fuerza que deberá redoblarse este 13 de junio, por eso es fundamental que los centros de estudiantes garanticen que seamos miles las que podamos manifestarnos, no solo convocando a actividades sino también levantando cursos, exigiendo a los departamentos y el decanato que hayan plenas posibilidades para que quien quiera movilizarse lo haga.
Desde Pan y Rosas hemos llevado este planteo a diferentes instancias y asambleas, como la de Ciencias de la Educación que votó un pañuelazo con corte de calle en Filosofía y Letras para este de 13 de junio a las 12.30, con la idea de invitar a las otras carreras y exigiendo que el CUEFyL sea convocante. Una acción donde también debería confluir el resto del Centro Prebisch, comenzando por Psicología. En Artes realizaremos una jornada artística sin dejar de exigir que el CEFA tiene que estar a la altura de las circunstancias.
Ante un escenario abierto en Diputados, donde luego queda el paso por el feudal Senado, y en medio del lobby clerical; porque nunca ningún gobierno nos regaló nada y porque sabemos que los derechos no se mendigan, se conquistan, es clave que las mujeres despleguemos nuestras fuerzas en acciones contundentes para conquistar en las calles lo que se vota en el Congreso. Nuestro grito por aborto legal, seguro y gratuito resuena en todas partes, ¿y qué van a hacer los centros de estudiantes de la UNT?